Desde su creación, en 1996, la cadena de televisión al-Yazira ha crecido vertiginosamente en audiencia, influencia y prestigio. En consecuencia, no le han faltado enemigos y detractores, muchos de ellos en importantes centros del poder mundial. Se le acusa de colaborar con grupos terroristas, de «antisionista», «antiamercana», «antiárabe», la lista sería interminable, aunque las acusaciones […]
Desde su creación, en 1996, la cadena de televisión al-Yazira ha crecido vertiginosamente en audiencia, influencia y prestigio. En consecuencia, no le han faltado enemigos y detractores, muchos de ellos en importantes centros del poder mundial. Se le acusa de colaborar con grupos terroristas, de «antisionista», «antiamercana», «antiárabe», la lista sería interminable, aunque las acusaciones rara vez provienen de los profesionales o estudiosos de la comunicación.
Al-Yazira reaviva la idea de que el buen periodismo debe incomodar y nos hace preguntarnos cuáles son las condiciones excepcionales que le permiten mantener esta posición. ¿Por qué al-Yazira obtiene audiencias millonarias sin hacer entretenimiento, por qué puede decir lo que casi nadie dice y qué costes y beneficios tiene esto para la sociedad y la propia cadena? Con un estudio general de la cadena, del contexto económico y sociopolítico en que se desenvuelve y de sus propios contenidos intentamos dar una respuesta, al menos aproximada, a estos interrogantes.
EL JOVEN AL THANI
Los medios oficiales se utilizan como instrumentos de propaganda y cuentan con una serie de privilegios para hacer una competencia desleal a los privados, como el monopolio de la red de impresión y distribución. (Najib Abu Warda)
Desde su nacimiento, por real decreto en 1996, al-Yazira estaba llamada a encarnar y repercutir una serie de reformas sociales emprendidas por el recién llegado emir de Qatar, Hamad Ben Khalifa al Thani, perteneciente a una nueva generación de líderes árabes más abiertos a las ideas políticas y sociales cercanas a Occidente.
El nuevo emir, de 44 años, se había propuesto modernizar el pequeño país petrolero y que esta modernización llegase al resto del mundo, especialmente a oriente medio, a través de la televisión vía satélite. En efecto, durante sus primeros años de mandato, Ben Khalifa amplió a las mujeres el derecho al voto y a conducir. Por primera vez, las mujeres tenían derecho a votar a los miembros de cualquier cuerpo político en los seis países del CCEAG (Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo). Además dotó al país de una nueva constitución que fue refrendada con el voto a favor de más del 98% de la población y que, si bien no prevé la creación de partidos políticos, sí contempla la formación de una asamblea consultiva elegida en dos tercios por sufragio directo. Reconoce, además, el derecho a la libertad de expresión y asociación, el derecho a un juicio justo, y consagra la libertad de culto de la población.
En cuanto a la libertad de información, el emir de Qatar abolió la censura mediática en 1998 con el consecuente desmantelamiento del Ministerio de Información. Pese a la persistencia de ciertos límites para el periodismo qatarí, como la crítica a la gobernante familia Al Thani, la abolición de la censura se nos antoja clave a la hora de calibrar la independencia de la joven al-Yazira, en marcha desde 1996 aunque aún en proceso de consolidación.
Según explica Louay Y. Bahry en su artículo «The New Arab Media Phenomenon: Qatar’s Al-Jazeera», la idea inicial era modernizar la televisión qatarí y emitir vía satélite. Sin embargo, los qataríes decidieron en su lugar el lanzamiento de un canal completamente nuevo de televisión para competir con la popular BBC. Cuenta el profesor adjunto de Ciencias Políticas de la Universidad de Tennessee que si se les pregunta a los qataríes dónde se originó la idea de al-Yazira, rápidamente responden que vino del propio emir. De hecho, el proyecto se presentó por primera vez por Shaikh Hamad en agosto de 1994, cuando todavía era príncipe heredero. Inicialmente, el emir consideró una mezcla de entretenimiento y noticias, pero finalmente optó por prescindir del entretenimiento.
Adnan al-Sharif, periodista, Muhammad Suhlawi, asesor financiero del emir, y el Jeque Hamad Bin Thamir Al Thani, subsecretario del Ministerio de Información, fueron los miembros del comité encargados de desarrollar el proyecto de al-Yazira. Con posterioridad, este comité se ampliaría hasta siete miembros, todos de entre 34 y 47 años.
LA HERENCIA DE BBC
La mayoría de los medios adolecen de deficiencias tanto técnicas como profesionales. La formación de los periodistas sigue métodos tradicionales y la mayoría de ellos carecen de la formación académica adecuada. La dirección de los medios, generalmente, responde a motivaciones político-ideológicas más que a capacidad profesional. Además la mujer periodista tiene menos oportunidades para ocupar puestos de decisión en los medios. (Najib Abu Warda)
El 21 de abril de 1996, la plataforma de televisión de pago Orbit Communications Company rompía abruptamente la joint venture que la vinculaba, desde dos años antes, con la BBC. La empresa británica ofrecía un servicio de noticias 24 horas destinado a la población árabe, BBC Arabic TV, a través de la infraestructura de Orbit, perteneciente por entonces a un primo del rey saudí Fahd, que desconectó, literalmente, la cadena tras la emisión de un espacio en el que se criticaba la gestión del rey saudí.
El azar y la censura quisieron que cientos de profesionales de la comunicación quedasen en paro en pleno proceso de formación de al-Yazira, que se hizo con los servicios de, al menos, 120 ex-trabajadores de la emisora británica, atraídos por los altos sueldos y la libertad expresiva que se les prometía. De este modo, al-Yazira solventaba esa traba apuntada por Abu Warda respecto de la escasa formación académica de los profesionales de la información en el mundo árabe.
En lo que atañe a la escasa financiación mencionada por el propio Warda, al-Yazira contaría de inicio con el respaldo económico del emir de Qatar que, según la mayoría de las fuentes, invirtió no menos de 150 millones de dólares de su propio bolsillo en el lanzamiento de la emisora.
Con los medios humanos y la infraestructura, no parecía dificil encontrar un nicho de mercado entre un público de más de 500 millones de personas, la comunidad araboparlante. Para ello, en al-Yazira se esforzaron por emplear un árabe sencillo, asequible a las grandes masas. Ténganse en cuenta que el árabe estándar no es lengua materna de nadie, se usa a modo de koiné y vehículo de transmisión cultural. El árabe coloquial puede diferir mucho del estándar, como es el caso del marroquí, con sus dos decenas de dialectos o del árabe egipcio, con un número similar. El uso de un árabe estándar sencillo (llamado en ocasiones lengua -árabe- periodística / اللغة الجرائد / al-lugat ul-yara’id) garantizaba una amplia audiencia.
Hasta la aparición de al-Yazira, los árabes no prestaban mucha atención a los medios de comunicación de sus propios países. Consideraban la información que les daban poco más que la extensión de la opinión de sus propios gobiernos, haciéndose eco de los discursos oficiales e informando sobre las actividades de sus líderes políticos. Muchos árabes buscaban en los medios de comunicación occidentales el análisis objetivo. Existían por entonces tres grandes plataformas televisivas en árabe de origen occidental: la británica BBC, la francesa Radio Monte Carlo y la estadounidense Voice of America. Pero era obvio que el objetivo de estos medios era servir a sus propios países, por lo que tampoco les fascinaban a los árabes en general y solían ser un blanco fácil para la crítica de grupos e individuos anti-occidentales. Al-Yazira, sin embargo, era una fuente de información árabe, con sede en un país árabe, cuyos periodistas y corresponsales eran todos árabes, lo que favoreció una muy buena acogida entre la audiencia. Louay explica en el artículo antes mencionado cómo muchos árabes se enorgullecen por tener un canal de noticias verdaderamente árabe. Ello ha contribuído a la recuperación de cierto sentimiento panarabista.
Al-Yazira comenzó emitiendo 6 horas diarias, luego 12 y desde 1999, 24 horas, con 500 empleados y 11 oficinas de corresponsalía. En cuatro años, el canal captó la atención de espectadores desde el Golfo Pérsico al norte de África. Los árabes de todo el mundo seguían fielmente sus programas favoritos en al-Yazira a través de sus parabólicas.
Al-Yazira vivió sus primeros años en plena liberalización de la comunicación qatarí, provista de una remesa de profesionales familiarizados con las dinámicas de producción occidentales y una abultada financiación inicial, proveniente de las arcas del emir. Se daban por tanto todas las condiciones para un proyecto comunicativo sólido y competitivo no sólo destinado al mundo árabe sino también dirigido desde un estado árabe.
Fuente original: http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article16666