Desde su creación, en 1996, la cadena de televisión al-Yazira ha crecido vertiginosamente en audiencia, influencia y prestigio. En consecuencia, no le han faltado enemigos y detractores, muchos de ellos en importantes centros del poder mundial. Se le acusa de colaborar con grupos terroristas, de «antisionista», «antiamercana», «antiárabe», la lista sería interminable, aunque las acusaciones […]
Desde su creación, en 1996, la cadena de televisión al-Yazira ha crecido vertiginosamente en audiencia, influencia y prestigio. En consecuencia, no le han faltado enemigos y detractores, muchos de ellos en importantes centros del poder mundial. Se le acusa de colaborar con grupos terroristas, de «antisionista», «antiamercana», «antiárabe», la lista sería interminable, aunque las acusaciones rara vez provienen de los profesionales o estudiosos de la comunicación.
Al-Yazira reaviva la idea de que el buen periodismo debe incomodar y nos hace preguntarnos cuáles son las condiciones excepcionales que le permiten mantener esta posición. ¿Por qué al-Yazira obtiene audiencias millonarias sin hacer entretenimiento, por qué puede decir lo que casi nadie dice y qué costes y beneficios tiene esto para la sociedad y la propia cadena? Con un estudio general de la cadena, del contexto económico y sociopolítico en que se desenvuelve y de sus propios contenidos intentamos dar una respuesta, al menos aproximada, a estos interrogantes.
El impacto
Los sistemas de los medios de comunicación en los países árabes pueden incluirse, mayoritariamente, en los llamados sistemas de exclusión de masas. Se trata de sistemas subordinados al Estado como instrumentos de propaganda, la crítica es limitada y son afines a la política del gobierno. (Najib Abu Warda)
A los dos años de su creación, al-Yazira era considerada como el canal de televisión árabe más influyente. Y a ello contribuyó en gran medida el hecho de que al-Yazira tratase en exclusiva sucesos de actualidad cruciales.
Fue el único canal de televisión en el mundo que permitió la transmisión en directo del bombardeo sobre Bagdad por los EE.UU. y el Reino Unido durante la operación «Zorro del Desierto», en diciembre de 1998. Al-Yazira fue también la primera en entrevistar al exiliado y multimillonario saudí Usama Bin Ladin en su escondite en Afganistán. En enero de 1999, el presidente iraquí Saddam Husayn eligió la cadena como el medio a través del cual lanzar un llamamiento al pueblo egipcio y saudí para levantarse y derrocar a sus dirigentes. En Octubre del año siguiente, Muamar Gadafi, el presidente libio, difundiría a través de al-Yazira el proyecto de la declaración final de la cumbre de La Liga Árabe sobre la Intifada al-Aqsa. Lo haría incluso antes de que la cumbre se celebrara. Gadafi esperaba de esta manera avergonzar a los líderes árabes en una declaración que él consideraba demasiado débil y encontró en al Yazira el medio para ello.
Los árabes son hoy «adictos» a la cobertura de noticias relacionadas con el mundo árabe que emite al-Yazira, mientras que sus coloquios televisados tienen su prolongación en los cafés y otros foros de discusión.
Antes de al-Yazira, los árabes no estaban acostumbrados a los debates televisivos sobre temas delicados de la política, la sociedad, la economía e incluso la religión. En cuatro años, la cadena había abierto los ojos a los árabes a un nuevo, audaz, franco y provocativo medio. Y se habían introducido formatos que eran completos desconocidos para las masas árabes.
Entre esos programas cabe destacar dos que han marcado a la audiencia por su polémica y repercusión: «La dirección opuesta» (الاتجاه المعاكس / «al-ittiyah al-ma’akus»), dirigido por el Dr. Faisal al-Qasim, y «Vida y religión» (الشريعة والحياة / «al-shari’a w-al-hayya»), dirigido por Yusif al-Qardhawi. Ambos programas son semanales, tienen dos horas de duración y se dedican a intensos debates sobre cuestiones políticas, sociales y religiosas. A través de estos programas y otros similares, la población árabe por primera vez comenzó a escuchar discursos y opiniones libres de censura. Escuchaban expresiones tales como que los países del golfo eran «lacayos de EE.UU, los huéspedes del imperialismo» y se arrojaban críticas contra Qatar y sus relaciones con Israel. Los asuntos tratados eran a menudo tan delicados que a través de estos programas, se ha involucrado a Qatar en numerosos conflictos diplomáticos con otros países árabes. Es el caso de Kuwait, Bahréin, Marruecos, Túnez, Libia, Argelia, Arabia Saudí e Iraq, entre otros. Algunos llegaron a retirar su representación diplomática del emirato qatarí o amenazaron con hacerlo.
Algunos gobiernos árabes han optado por protestas oficiales dirigidas al gobierno de Qatar, otros han cerrado las oficinas de al-Yazira en sus países y han deportado a su personal y corresponsales. En algunos casos, han retirado sus embajadores para mostrar su insatisfacción con el canal.
Jordania cerró las oficinas de al-Yazira en Ammán de noviembre de 1998 hasta febrero de 1999. Lo hizo tras las críticas dirigidas hacia el régimen jordano que realizó un invitado a un programa de debates que afirmaba que su opinión sobre el gobierno era compartida por el pueblo jordano.
En junio de 1999, un telespectador llamaba a una tertulia emitida en al-Yazira para criticar al emir de Kuwait, Jabir al-Ahmad Al Sabah. El gobierno kuwaití tomó sus palabras como un insulto personal al regente y ordenó el cierre de las oficinas de al-Yazira en Kuwait. El ministro kuwaití de información incluso se desplazó hasta Qatar para expresar la indignación de su gobierno.
Sólo en la primera semana de mayo de 2000, tres países árabes más se enfrentaron al gobierno de Qatar por hechos relacionados con al-Yazira; Irak, Libia y Túnez. Iraq protestaba por la cobertura que al-Yazira había realizado de las extravagantes celebraciones del cumpleaños de Saddam Husayn mientras que el gobierno iraquí denunciaba que su población estaba muriendo de hambre a causa de las sanciones de las NN.UU. Por su parte, Túnez y Libia se quejaban de que al-Yazira hubiera dado voz a los oponentes de sus regímenes; ambos países retiraron a sus embajadores de Qatar.
En estos casos y otros similares, la respuesta del ejecutivo qatarí ha sido siempre la misma, mostrarse comprensiva con las quejas recibidas pero asegurar que no tiene control alguno sobre la emisión de al-Yazira, porque es de propiedad privada. Al-Yazira, por otra parte, se había vuelto tan poderosa, valiosa e influyente que resultaba imposible boicotearla de forma permanente.
En 2004, tras dar George W Bush por concluida la invasión de Irak, todos los profesionales de al-Yazira fueron expulsados del país por el gobierno interino irakí a propuesta del estadounidense, desde el que se argumentaba que el tratamiento que la cadena daba del conflicto incitaba a la violencia. Abu Mazen, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, obraría de igual modo en 2009 con los corresponsales del medio que operaban en la franja de Gaza, acusándola en este caso de ejercer como portavoz de Hamas e invocando una motivación de seguridad nacional.
En Occidente, al-Yazira también ha sido recibida con gran escepticismo, convirtiéndose poco a poco en foco de controversias. A menudo se la ha tachado de incendiaria, sensacionalista, mordaz, irresponsable y propagandística. K.R. Timmerman se refería a ella, poco después de los acontecimientos del 11-S, como «Jihad TV» en la publicación Insight News. Y a menudo, otros emplean el término «Bin Laden TV», tal como hiciese Antón La Guardia en el diario británico Telegraph en octubre de 2001. Para sus críticos, al-Yazira se destaca por su periodismo irresponsable, su falta de profesionalismo, y su información sesgada. También ha sido demonizada como una plataforma antiamericana y a favor del radicalismo árabe.
La posesión en exclusiva de las cintas de Bin Laden así como las entrevistas con diversos líderes de Al Qaeda, la emisión de entrevistas de prisioneros de guerra estadounidenses en Iraq junto con las imágenes de cuerpos de soldados estadounidenses muertos, la condena en España del periodista de al-Yazira Tayseer Allouni por tener vínculos con la red Al Qaeda, y la detención del camara Sami Al Haay en Guantánamo son, por otra parte, cuestiones que afectan a la imagen pública de la cadena.
La opinión y la otra opinión
La credibilidad no es inherente a una fuente, sino una percepción de la audiencia. Diferentes audiencias pueden llegar a conclusiones diferentes sobre la credibilidad de una fuente. En el caso de al-Yazira se advierte un claro contraste entre la opinión de los espectadores y la de los gobiernos de sus países.
Los gobiernos árabes y los funcionarios de EE.UU. critican a al-Yazira y la etiquetan como fuente poco fiable en el mejor de los casos, y como irresponsable y peligrosa en el peor. Los gobiernos árabes, acostumbrados a controlar los medios de comunicación para eliminar la oposición a sus regímenes, critican a al-Yazira por la negativa cobertura que realiza de los líderes árabes y de los temas tabúes como el sexo, la poligamia y la corrupción gubernamental. Al-Yazira ha sido tachada de apoyar a los gobiernos occidentales y de ser un agente de la CIA, ya que presenta las opiniones de los líderes occidentales y fue el primer canal árabe en entrevistar a altos funcionarios israelíes. Por otra parte, los gobiernos y los periodistas occidentales la han acusado de presentar las noticias, en particular las relacionadas con la guerra de Iraq, desde una perspectiva pro-árabe. El Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, acusó a al-Yazira de trabajar con terroristas porque emitieron una entrevista en exclusiva de Usama Bin Ladin poco después de los ataques del 11-S y porque con frecuencia emiten cintas de otros líderes de al-Qaeda. También ha sido acusada de hacer caso omiso a los valores periodísticos del gusto por realizar un seguimiento gráfico muy explícito de la guerra de Iraq y de los levantamientos palestinos.
M. El-Nawawy reflexiona sobre las críticas que recibe al-Yazira tanto del mundo árabe como del occidental en un artículo de 2003 publicado en la revista Television Quarterly. Según él demuestran que «al-Yazira es una fuente bastante creíble de información. En el periodismo, si haces enfadar a las dos partes, es porque debes de estar haciendo algo bien» concluye el autor.
Resulta irónico que, el canal de noticias haya logrado la credibilidad mediante la adopción de técnicas periodísticas de corte occidental, tanto que incluso se la conoce con el sobrenombre de «la CNN del mundo árabe».
Al-Yazira no niega que presente las noticias desde una perspectiva árabe. Por ejemplo, en su cobertura de la guerra de Iraq se centraba en el sufrimiento de los civiles y criticaba activamente la conducta de los EE.UU.
Un buen número de estudios específicos han examinado la credibilidad de al-Yazira (AL-JABER, K., 2004) y, sin sorprendernos, concluyen con que sus televidentes la consideran una fuente creíble. Por ejemplo, un estudio realizado sobre los espectadores de al-Yazira llevado a cabo en la propia web de la cadena (AUTER, P., MOHAMED M. A., y AL-JABER, K., 2004) concluyó con que la credibilidad global fue de aproximadamente 3,9 en una escala de cinco, siendo cinco el máximo de credibilidad. Otros estudios comparativos de estos mismos autores han llegado a dar a al-Yazira una calificación de 4,36 mientras que BBC obtenía 3,06 y la CNN 2,35. Los peor parados en el estudio fueron el conjunto de los medios locales árabes, que obtuvieron una calificación de 1,55. Del mismo modo, un estudio sobre sitios web de Internet occidentales (AZRAN, T., 2006, 103-115) muestra que las noticias de la página web de Al-Jazeera English han sido tomadas con frecuencia como fuentes para otros medios de comunicación. De hecho, es común que se cite a al-Yazira como fuente principal en muchas de las noticias que nos llegan a través de otros medios.
Fuente original: http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article16780