En Oriente Medio, mientras lees esto, aviones israelíes teledirigidos rompen la barrera del sonido sobre Beirut para acojonar a la población civil. Los misiles inteligentes de uno de los mayores y más modernos ejércitos del mundo, con una precisión milimétrica, bombardean carreteras, hospitales, centrales eléctricas, universidades, caravanas de personas que huyen, cadenas de televisión, instalaciones […]
En Oriente Medio, mientras lees esto, aviones israelíes teledirigidos rompen la barrera del sonido sobre Beirut para acojonar a la población civil. Los misiles inteligentes de uno de los mayores y más modernos ejércitos del mundo, con una precisión milimétrica, bombardean carreteras, hospitales, centrales eléctricas, universidades, caravanas de personas que huyen, cadenas de televisión, instalaciones telefónicas, depósitos de gasolina, puertos, pistas del aeropuerto, y por supuesto, bombardean indiscriminadamente gente de barrios pobres. Por otro lado, Hezbolá dispara los misiles katiusha… que intentan hacer todo el daño posible pero rara vez impactan donde quieren, matando a civiles en estaciones de tren o en sus casas. Pero… ¿alguien sabe cómo se llaman los misiles que dispara Israel?
Ningún medio nos ha dicho cómo se llaman. Sin embargo, sabemos qué malos son los misiles de Hezbolá y que tienen un nombre tela de raro. Esos misiles de los que no nos dicen su nombre, desde que salen saben perfectamente a dónde van. Hasta transmiten en riguroso directo los últimos instantes de vida de sus objetivos. Por suerte, nos pasan las imágenes por la tele en blanco y negro y así por lo menos no les vemos los ojos a los que están en las ventanas de los edificios que instantes más tarde saltarán por los aires. También se confunde así la sangre y los trozos de carne libanesa con el humo y las pierdas de los edificios. Si la CNN pudiera conseguir las imágenes de un misil catiusa captadas desde su puntita antes de estallar, las veríamos a todo color para ver bien el daño que los «moros terroristas» hacen a las democracias respetables ¿A que da menos mal rollo «catiusa» escrito con «c» y sin h? No es casualidad que toda la sociedad sepa el nombre ruso de esos misiles de Hezbolá y no sepamos los nombres de los israelíes.
En las mesas donde se cuecen estos asesinatos colectivos de gente pobre a cambio de jugosos negocios saben que nos tragamos casi todo. Sin cortarse un pelo cual trilero en la calle ahora dicen que los soldados israelíes «secuestrados» (sic) pueden estar en Irán. La doctrina oficial enseña que los iraníes son unos moros filoterroristas que además protagonizan una amenaza nuclear no merecen nuestro respeto: socialmente están «menos evolucionados» que nuestras prepotentes democracias occidentales y así, cuando les caigan las bombas, no nos dolerá tanto.
Hay algo más allá de la cobarde neutralidad de que todos son culpables que se presenta en los medios de comunicación occidentales (los progres, los de ultraderecha están fuera del ámbito de este artículo); hay un análisis más profundo que plantear la cuestión de Oriente Medio como el caos irresoluble que la legalidad internacional es la única capaz de resolver esa situación. ¿Legalidad internacional no es aquello con lo que Israel suele limpiarse el culo?
Resulta curioso cómo se plantean las cuestiones en esta democracia mediática: se nos ha olvidado ya casi que Israel antes de atacar el Líbano había comenzado la destrucción sistemática de Gaza ¿Y qué pasó con todos los diputados democráticamente elegidos de la ANP que había ‘detenido’ Israel? ¿Y fue un sueño, o Israel bombardeó las sedes del gobierno legítima y democraticamente elegido de Palestina? ¿O que poco antes una fragata israelí bombardeó a una familia de demócratas palestinos que estaba de celebración en la playa? Si la cuestión es la de siempre: la democracia de los que ahora se hacen llamar demócratas está bien cuando ganan los fuertes. Allende sabe mucho de esto. En esta democracia mediática los muertos de Israel valen diez, o cien veces más que los muertos palestinos o libaneses. Y la razón la tiene siempre el más fuerte comprada a golpe de portada, a golpe de tertuliano. En esta democracia mediática los muertos de Israel valen diez, o cien veces más que los muertos palestinos, o en este caso, libaneses.
En esta dictadura mediática, parece que el rol reservado para quiénes quieren ser críticos con Israel, es plantearse que todos son iguales, que todos son culpables. Hay algo más allá. Pero las campañas de cirugía de precisión mediática nos colocan en ese juego de que no puedes apoyar un poco más a los débiles porque «son terroristas islámicos». Los débiles candidatos a ser exterminados siempre han sido «algo»: por hacer memoria, los débiles a exterminar en América hace 500 años eran salvajes, gente sin alma; los débiles a asesinar en África tampoco tuvieron alma durante décadas; los débiles a exterminar ahora deben ser algo: terroristas, machistas, atrasados, antidemócratas, medievales, violentos, integristas. Desde el 11S nos han infectado con tremendas dosis de miedo sabiamente dosificado que nos han vuelto paranoicos. Y el miedo nos impide razonar.
Porque en esta dictadura mediática tienes que esforzarte para conseguir información. Porque esta dictadura mediática te da las respuestas que necesitas y te pide que no busques más allá de lo que te sirven en bandeja. Pero ahora, con internet casi nadie tiene excusa para estar desinformado ahora que se han consolidado buenos y fiables medios de comunicación crítica. No hay democracia si no hay conocimiento, no hay libertad si no hay información.
Libertad para Palestina y el Líbano.
Desde aquí, felicitar a los equipos de redacción de los importantes diarios que contribuyen como nadie a difundir otro punto de vista. Que ayudan a cientos de miles de personas inquietas con ganas de hacer algo por cambiar el mundo a encontrar esa valiosa información que nos niegan desde los medios de comunicación de masas. En especial, gracias a Rebelión, Diagonal, Kaosenlared, LaHaine, Insurgente. Seguid así.