Con motivo de celebrarse los 80 años de la publicación del primer número de la revista Amauta, tendrá lugar en Lima, entre el 6 y el 9 de septiembre próximo, un Simposio Internacional convocado por la Casa Mariátegui y la Asociación de Amigos de Mariátegui. El evento contará con el auspicio de Universidades, instituciones de […]
Con motivo de celebrarse los 80 años de la publicación del primer número de la revista Amauta, tendrá lugar en Lima, entre el 6 y el 9 de septiembre próximo, un Simposio Internacional convocado por la Casa Mariátegui y la Asociación de Amigos de Mariátegui. El evento contará con el auspicio de Universidades, instituciones de cultura y con la participación de destacadas figuras del pensamiento mariateguiano del Perú y del exterior.
Como se recuerda, la revista Amauta vio la luz en septiembre de 1926. Fue la columna vertebral del esquema de trabajo de Mariátegui que entre 1923 y 1930 se propusiera dotar al país de una revista que marcara época, construir una herramienta política de los trabajadores, forjar una Central Sindical al servicio del proletariado y publicar un periódico de combate que en esa circunstancia se llamó «Labor».
La revista de Mariátegui -que originalmente debió llamarse «Vanguardia»- tomó el nombre de «Amauta» por iniciativa de José Sabogal uno de los más destacados artistas plásticos de la época y estrecho colaborador de Mariátegui. El no sólo aportó la originalidad del nombre, sino también el arte de su diseño, que ciertamente hizo historia en nuestro país.
En su edición de presentación, las palabras de su Director fueron muy claras y sirviern para perfilar el contenido bçasico de una publicaci÷on que nacido con un punto de vista definido: «Amauta» -dijo- «no es una tribuna libre abierta a todos los vientos del espíritu. Los que fundamos esta revista no concebimos una cultura y un arte agnósticos. Nos sentimos una fuerza beligerante, polémica. No le hacemos ninguna concesión al criterio generalmente falaz de la tolerancia de ideas. Para nosotros, hay ideas buenas e ideas malas»
Y es que, en efecto, la revista salió a enfrentar las concepciones dominantes y a diseñar un nuevo conjunto de valores, los valores del socialismo, arrancados de la raíz misma del hombre y de la entraña de la realidad peruana. Ajena a cualquier espíritu estrecho o sectario, adelantó el debate y la polémica, pero con el firme propósito de ganar para las causas más nobles a las fuerzas progresistas y avanzadas de la sociedad. No fue su propósito entonces conciliar con el reformismo, ligado al pensamiento social democrático de la época, ni con el nacionalismo estrecho. Ni mostró disposición para ponerse al servicio de apetitos de caudillos o intereses de grupo. Por eso el mismo Mariátegui, ajeno a cualquier falsa modestia, se encaró de subrayar «Habrá que ser muy poco perspicaz para no darse cuenta de que al Perú le nace en este momento una revista histórica».
«Amauta», en efecto, se publicó hasta junio de 1927 en 9 ediciones hasta que su vigorosa existencia se vio interrumpida por la dictadura leguiísta. Asegurando haber descubierto un presunto «complot comunista» las autoridades de entonces pusieron tras las rejas al propio Mariátegui y a varios de sus colaboradores más cercanos y clausuraron la publicación, que pudo reeditarse solamente en diciembre de ese año. Un artículo dedicado a la acción contra el imperialismo fue el que desencadenó la furia de los gobernantes. Al reaparecer, en diciembre de ese año, Mariátegui dijo: «Amauta no podía morir. Habría siempre resucitado al tercer día. No ha vivido nuca tanto, dentro y fuera del Perú, como en estos meses de silencio».
En efecto, defendida los mejores espíritus de América y Europa, Amauta reasumió sus funciones con el mismo ideal y los mismos mensajes hasta arribar en septiembre de 1928 a su edición de aniversario, el célebre número 17, que marcó un hito en su propia existencia y que sirvió para delimitar los campos en el accionar político en el país.
Allí, en esa ocasión, la revista definió más pura y prístinamente sus grandes objetivos: «Amauta no es una diversión ni un juego de intelectuales puros; profesa una idea histórica, confiesa una fe activa y multitudinaria, obedece a un movimiento social contemporáneo. En la lucha entre dos sistemas, entre dos ideas, no se nos ocurre sentirnos espectadores ni inventar un tercer término. La originalidad a ultranza, es una preocupación literaria y anárquica. En nuestra bandera inscribimos esa sola, sencilla y grande palabra: socialismo».
El número 17 de Amauta, en el que se publicaron estas líneas, marcó la ruptura definitiva de Mariátegui con las concepciones pequeño burguesas y reformistas entonces representadas por Haya de la Torre, que luego encontrarían su canal natural en el Partido Aprista.
Uno de los grandes méritos de Amauta en esta circunstancia fue el de haber reivindicado como propia la idea de la Revolución Social. «La misma palabra revolución en esta América de las pequeñas revoluciones -dijo Mariátegui- se presta bastante al equívoco. Tenemos que reivindicarla rigurosa e intransigentemente. Tenemos que restituirle su sentido estricto y cabal. La revolución latinoamericana, será nada más y nada menos que una etapa, una fase de la revolución mundial. Será simple y puramente la revolución socialista».
Para que no quedaran dudas respecto a sus propósitos, a continuación señaló «No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indo-americano».
Es bueno precisar por cierto que esta última formulación fue usada muchas veces también para negar la ligazón de Mariátegui con la lucha internacional por el socialismo y para contraponerla a la experiencia victoriosa de otros pueblos. En realidad fue una expresión nítida y clara destinada concretamente a enfrentar a quienes, desde las trincheras apristas- lo acusaban de «europeizante» y «extranjerizante» proclamando estentóreamente que ellos sí eran los revolucionarios indoamericanos, como lo sostenía Haya.
La vida de Amauta, entonces, estuvo directamente relacionada con la polémica entre Mariátegui y Haya, y con la lucha por forjar el Partido de la Clase Obrera y la Central Sindical que enarbolara los principios del proletariado revolucionario.
Al evocarse hoy los 80 años de Amauta, muchas de las grandes tareas diseñadas por Mariátegui asoman en el escenario. En algunos casos, el pueblo peruano ha adquirido experiencias concretas en la lucha por su realización. Y en otras, habrá de recuperar banderas transitando caminos nuevos; pero siempre con el objetivo socialista, y con los ideales de clase que nos legara el Amauta.