Cruzás la General Paz, tomás supongamos Panamericana para seguir por la Ruta 9 y no pasaste todavía San Nicolás cuando la Argentina federal empieza a asomar por los cuatro costados: gaseosas de marcas extrañas, banderas, Cadena 3, folklore. Lo federal como sinónimo de lo auténtico, casi diríamos lo puro: desde Caseros, si alguien ganó la batalla cultural en Argentina es el federalismo. ¿Quién se define hoy como unitario? Y sin embargo, el proyecto federal aparece cada vez más como una apelación vacía, como el gesto hueco del gobernador que lo invoca para pelear los ATN en CABA o que alambra su provincia para que nadie entre, sin reparar tampoco en que nadie podrá salir.
Argentina está sometida a poderosas fuerzas centrífugas. Para Julio Burdman (1), el comienzo del fin del proyecto nacional se sitúa en la Revolución Libertadora, que en su afán de desperonizar el Estado devolvió funciones a las provincias e impuso una Constitución, la de 1957, que buscaba recuperar el federalismo frente a la “Constitución centralista” de 1949. Con los años, el impulso se profundizó: la dictadura transfirió a los estados provinciales la educación primaria, y el menemismo, las escuelas secundarias y los hospitales. La Reforma de 1994 zanjó fatalmente una vieja discusión estableciendo que el dominio originario de los recursos naturales corresponde a las provincias, lo que impide su explotación articulada y somete a los gobiernos provinciales más débiles al lobby prohibicionista del ambientalismo sunnita, con el resultado de que hay provincias que baten récords de exportaciones (San Juan), mientras que otras viven en permanente estado de quiebra (Chubut). El promedio es triste: con la misma cordillera, Argentina exporta 15 veces menos minerales que Chile y 10 veces menos que Perú (2). Por último, desde mediados de los 70 la expansión progresiva de la pobreza fortaleció el rol de las entidades subnacionales: los intendentes, que hasta ese momento operaban casi como jefes de maestranza, ganaron protagonismo en tanto responsables de distribuir la ayuda social (en 1985 se encargaron de elaborar los primeros padrones de las cajas PAN).
El resultado es un sistema que no corrige las asimetrías regionales, sino que las acentúa. Argentina es territorialmente más desigual que otros países con similares grados de desarrollo, como Chile y Uruguay, e incluso que Brasil y México, los otros dos países federales de América Latina: el ingreso per cápita de la provincia más rica (Santa Cruz) es 8,6 veces mayor que el de la más pobre (Formosa), mientras que en Brasil la ratio es 7,2 (Brasilia contra Maranhao) y en México 6,2 (Ciudad de México contra Chiapas). La distribución económica inequitativa se refleja en el hecho de que los cinco distritos más importantes (Buenos Aires, CABA, Córdoba, Santa Fe y Mendoza) generan el 76% del PBI (3).
Como escribió en 1921 un Ortega y Gasset espantado por el avance de los regionalismos españoles, Argentina es un país invertebrado. Andrés Malamud identifica “cuatro Argentinas” estructuradas a partir de cuatro ejes: uno tradicional y horizontal, la zona núcleo, que exporta campo; otro, más nuevo y vertical, la cordillera, que produce gas, petróleo y minerales; el tercero, antagónico y radial, con centro en la Capital y los círculos concéntricos del conurbano, que descansa en industrias poco competitivas y servicios presenciales, y el cuarto, digital y desterritorializado, que incluye a la economía del conocimiento y las finanzas (4). Ejes, fragmentos, segmentos: la distancia se ensancha entre, digamos, Neuquén, que paga los salarios más altos del país, donde un café puede costar 10 mil pesos y que inauguró la torre más alta de la Patagonia, y el norte de Chaco; o entre la cuenca manicera de Córdoba, que el año pasado exportó 1.186 millones de dólares –más que el complejo vitivinícola (5)– y las Pymes de baja productividad del segundo cordón del conurbano bonaerense.
Sobre esta estructura material de realidades socioeconómicas tan diferentes, la dinámica política centrífuga se acelera: en el último ciclo electoral, 20 de 24 provincias eligieron a sus representantes en comicios desdoblados de los nacionales (algo que, por otra parte, está prohibido en Brasil y México). El fracaso socioeconómico transformó el proyecto federal en un provincialismo defensivo en el cual cada uno trata de salvar lo suyo.
Milei federal
Formalmente, Javier Milei es porteño: su vida profesional y su breve carrera política se desarrollaron en la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, su origen lo sitúa en tres dispositivos desterritorializados –los sets de televisión, las finanzas y las redes– más que en un distrito electoral determinado. Políticamente, Milei no tiene patria. Y aunque su llegada al poder admite muchas explicaciones (la inflación, la pandemia, el voto Rappi), uno de sus aspectos más relevantes es territorial: Milei como una rebelión del interior contra el AMBA, ese signo de la hipertrofia nacional que desde el final del menemismo es el territorio de origen de todos los presidentes –y de todas las decepciones–. De hecho, los únicos líderes extra-AMBA que llegaron al poder en el último cuarto de siglo –Néstor y Cristina Kirchner– se vieron obligados a fijar domicilio en el conurbano para mantener su protagonismo. Bajo el cielo oscuro de este fracaso incontestable, Milei obtuvo sus mejores resultados en el interior del país, en provincias como Neuquén (60% en el ballottage), Mendoza (71%) y Córdoba (un impresionante 74%). Y así, sin invocar a un solo caudillo, sin ponerse el poncho y sin pronunciar la palabra “federalismo”, un término por completo ajeno a su vocabulario, Milei está reescribiendo los términos de la relación entre el poder central y las provincias.
Y lo hace, como muchas otras cosas, de manera contradictoria. Por un lado, fortaleció el rol del gobierno nacional. Después del fracaso del gradualismo macrista y de ese titubeo de cuatros años que fue el gobierno del Frente de Todos, Milei demostró, con sucesivos golpes de timón, que está dispuesto a asumir los riesgos que implica tomar decisiones, lo que le ha permitido reconstruir la autoridad presidencial. Pero al mismo tiempo ignora la desigualdad territorial y el desmembramiento nacional: es, como tantos otros temas, algo que no ve, simplemente algo que no existe.
Milei surfea cómodo sobre el país balcanizado. Y al hacerlo alimenta la tendencia, de la que ya hemos hablado en editoriales anteriores, hacia la peruanización de Argentina: Estado mínimo, salarios bajos, primarización productiva, informalidad rampante… el modelo peruano, incluso en lo que tiene de virtuoso, contempla un laissez faire territorial que ha hecho de Perú un país partido en tres espacios –sierra, costa, selva– desconectados entre sí. El signo de este desarrollo nacional trunco, verificable también en naciones como Colombia o Bolivia, es la dificultad del poder público para ejercer su dominio sobre la totalidad del territorio.
Para completar el panorama, las dos reformas introducidas recientemente por el Congreso al sistema electoral derivarán en un debilitamiento de las fuerzas políticas nacionales y una mayor fragmentación partidaria –otra de las marcas de Perú, donde en cada elección no sólo se presentan diferentes candidatos sino incluso diferentes partidos–. Puede que la ciencia política sea, al lado de la filosofía o la sociología, una disciplina menor, pero algunas verdades aporta: votada alegremente por diputados y senadores, la eliminación de las PASO, que estimulaban las alianzas entre diferentes partidos, multiplicará las fuerzas políticas, como se ve ya en las elecciones porteñas, donde el espacio peronista se presenta dividido en tres, y el no peronista, en cinco. Un Congreso con decenas de bloques. Por otro lado, la boleta única de papel, que reemplaza a la clásica boleta partidaria de tira larga, facilita el voto cruzado a los diferentes niveles de gobierno: un partido para los cargos nacionales, otro para los provinciales, otro para los municipales. Como se trata de tildar nombres en una planilla, los partidos saldrán a buscar celebrities que llamen la atención, que es lo que viene pasando en Santa Fe, uno de los primeros distritos en incorporar la boleta única y quizás la provincia argentina con más periodistas (esta sí una disciplina menor) convertidos en candidatos. En suma, a los efectos del modelo económico y la desintegración territorial se añade una previsible atomización de la representación política: un paso más en el camino del Inca.
Región centro
El politólogo Federico Zapata viene insistiendo en que la región centro, que conforman Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, tiene algo que ofrecer a esa “fraternidad en crisis” que Argentina es. En los últimos 30 años, explica Zapata, la región centro se transformó, a espaldas del péndulo económico nacional, en un ejemplo exitoso de desarrollo productivo. En cada etapa, avanzó en la modernización expansiva (inversión, reconversión, agregado de valor, innovación, exportación, productividad), logrando, por vía de una asociación inteligente entre el Estado y el sector privado, un upgrade capitalista sostenido. Para Zapata, el cordobesismo de De la Sota-Schiaretti ofrece el know how político para este proyecto económico: un peronismo que optó por construir una propuesta acorde a una sociedad no peronista antes que pretender peronizar la sociedad, que es lo que intentó siempre el kirchnerismo. El peronismo local se hizo cordobés antes de intentar que la sociedad se hiciera peronista (6). Al final de este camino, hoy las tres provincias que conforman este núcleo productivo dinámico están gobernadas por dirigentes que, aun perteneciendo a diferentes fuerzas, guardan muchas semejanzas: podemos imaginar a Pullaro, Llaryora y Frigerio caminando por una pasarela, desnudos de banderas partidarias, y resultarían indistinguibles el uno del otro.
A la propuesta de Zapata todavía le falta recorrer un camino. El mismo autor advierte que la región centro no ha logrado crear un “estereotipo de progreso” que haga verosímil esa economía a nivel nacional como alternativa al capitalismo informal de Milei: la figura del chacarero no es exportable a las ciudades, donde reinan los traders y los rappis libertarios. Pero el punto más controvertido es la dificultad para replicar este diseño virtuoso en los conurbanos, que en verdad son la mitad del país. Zapata propone que esta región en expansión conduzca al conurbano, pero falta definir una perspectiva productiva que oriente mejor la energía social de las metrópolis empobrecidas. Lo vimos por televisión, cuando tanto las posibilidades como los límites del proyecto quedaron en evidencia en ocasión del debate presidencial, gracias al cual Schiaretti logró duplicar sus votos, a la vez que exhibía su propio techo con ejemplos referidos siempre a su provincia (al final, parecía el candidato a presidente de Córdoba).
Pero en todo caso hay allí una propuesta, el esbozo de algo. Como señalamos, Argentina avanza hacia una mayor fragmentación económica y una acelerada provincialización de la política. Es un problema, porque desde la recuperación de la democracia los mejores años –los primeros de Alfonsín, la convertibilidad hasta el 94, el kirchnerismo hasta el 2009– fueron años de fortalecimiento del poder federal, de recentralización y Estado Nacional fuerte, sea para juzgar a los militares y consolidar las instituciones, sea para afianzar la estabilidad y modernizar la economía o para recrear el modelo de bienestar social mediante políticas públicas como la AUH o el Plan Procrear. En este contexto, la posibilidad de que Cristina se presente como candidata a diputada provincial por la tercera sección de la provincia de Buenos Aires, aunque comprensible en términos tácticos, es también la revelación de un fracaso: una dirigente de relevancia histórica que se achica, un peronismo enanizado, un país hecho pedazos.
Notas:
1. “En busca de la Nación perdida”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, N° 271, enero de 2022.
2. “¿De qué hablamos cuando hablamos de derrota cultural?”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, N° 300, junio de 2024.
3. “Chubut: ambientalismo y plebiscito”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, N° 271, enero de 2022.
4. Revista Búsqueda, diciembre de 2024, https://www.busqueda.com.uy/opinion-y-analisis/las-cuatro-argentinas-milei-n5394940
5. Datos de la Bolsa de Comercio de Rosario, https://www.bcr.com.ar/es/mercados/investigacion-y-desarrollo/informativo-semanal/noticias-informativo-semanal/mani-imparable
6. Panamá Revista, https://panamarevista.com/la-union-de-fuerzas-sociales/
Fuente: https://www.eldiplo.org/311-podra-estados-unidos-frenar-a-china/argentina-balcanica/