Lo contaba la periodista Olga Rodríguez en su blog el 5 de julio. Dos semanas antes, el bloguero egipcio de 28 años Khaled Said moría presuntamente a causa de la brutalidad policial. Said pretendía difundir por internet un vídeo que mostraba cómo algunos oficiales de policía se reparten un alijo de droga incautada. La policía […]
Lo contaba la periodista Olga Rodríguez en su blog el 5 de julio. Dos semanas antes, el bloguero egipcio de 28 años Khaled Said moría presuntamente a causa de la brutalidad policial. Said pretendía difundir por internet un vídeo que mostraba cómo algunos oficiales de policía se reparten un alijo de droga incautada. La policía le propinó una brutal paliza en un cibercafé, después lo sacó a la calle y siguió golpeándole hasta la muerte, según varios testigos. La versión oficial es que falleció asfixiado tras tomar drogas, pero tanto el dueño del cibercafé como otros testigos señalaron a los agentes como responsables directos de la muerte del joven. Además hay una fotografía, realizada en la morgue, que muestra el cadáver de Khaled con claras señales de golpes en el rostro y con la mandíbula rota.
Tras conocerse la noticia, y a pesar de la ley de emergencia, estalló una oleada de protestas que culminaron con una manifestación en la que se congregaron unas cinco mil personas y en la que participó el egipcio Mohamed El Baradei, ex presidente del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). Como bien dice Rodríguez, al ser la dictadura de Egipto una gran aliada de Europa y Estados Unidos, no ha habido condena por parte de los gobiernos occidentales. Tampoco hemos leído gran cosa en la prensa. Y es que Khaled Said no es Yoani Sánchez, ni Egipto es Cuba.
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rCR