Entre las profesiones más peligrosas del mundo se encuentra la de Corresponsal de Guerra. A lo largo de conflagraciones mundiales, conflictos internos, operaciones punitivas, agresiones armadas y otras, han caído un sinnúmero de trabajadores de la prensa. Pero las cifras de periodistas asesinados por las tropas estadounidenses mientras daban cobertura a la ocupación de Iraq, […]
Entre las profesiones más peligrosas del mundo se encuentra la de Corresponsal de Guerra. A lo largo de conflagraciones mundiales, conflictos internos, operaciones punitivas, agresiones armadas y otras, han caído un sinnúmero de trabajadores de la prensa. Pero las cifras de periodistas asesinados por las tropas estadounidenses mientras daban cobertura a la ocupación de Iraq, han roto todos los récords conocidos.
La situación llegó a un estado en que algunas organizaciones internacionales se ven obligadas a demandar protección para sus vidas. El Instituto Internacional para la Seguridad de la Información, hace pocos días, acusó a Estados Unidos de no tomar «las precauciones suficientes para garantizar la seguridad de los periodistas», fundamentando su acusación en que desde el comienzo de la invasión por tropas norteamericanas a esa nación árabe en marzo del 2003, periodistas y trabajadores de los medios de comunicación mueren a un ritmo medio de tres cada mes. Hasta el momento más de 70 han perecido en territorio iraquí -18 de ellos bajo el tiro directo de las fuerzas de ocupación norteamericanas-, un número superior al de la guerra de Vietnam, calificada hasta el momento como la más cruenta para los periodistas, donde en 20 años murieron 63.
El embajador norteamericano en Iraq, Zalmay Jalilzad, en una oportunidad en que le preguntaban sobre la muerte de un corresponsal de la agencia noticiosa Reuters, para disculpar los hechos dijo que las operaciones militares no son una ciencia exacta.
Lo que pasó por alto el señor Jalilzad es que los militares norteamericanos cada vez con más frecuencia abren fuego injustificadamente, y hasta han fundamentado sus ataques en la existencia de francotiradores cuyas únicas armas han resultado lentes de cámaras. Y en ocasiones, ni siquiera admiten equivocarse, lo que de hecho excluye el caso de «accidente».
De acuerdo con los expertos, durante la 1ª Guerra Mundial (1914-18), los fotógrafos de prensa tuvieron serias dificultades para ser admitidos en los frentes de batalla debido a que las tropas aliadas eran muy sensibles al impacto que podrían tener en la población civil. En la contienda siguiente, se mantenía una idea semejante, pues el propio general Dwight D. Eisenhower, Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas, sostenía el criterio de que: «El trabajo que hacen los corresponsales en la guerra es esencialmente idéntico al del personal militar. Fundamentalmente, es la opinión pública la que gana las guerras».
En la actualidad, a Estados Unidos sencillamente les importa un bledo a dónde van a parar sus balas sin nombres, y no parecen tener absolutamente en cuenta la opinión pública mundial, ya que actúan como si todo lo que está del otro lado -sea un médico, un periodista o hasta un niño-, es su enemigo.
La profesión de reportar se torna cada vez más peligrosa, frecuentemente ocurren «accidentes» donde los corresponsales o sus colaboradores pierden la vida. Hace unos días, el editor general de Reuters, David Schlesinger, envió una carta al senador republicano John Warner, que dirige el Comité de Servicios del Ejército de la Cámara Alta, donde denuncia la conducta de las tropas norteamericanas en Iraq, quienes están «impidiendo la cobertura completa de la guerra para el público de Estados Unidos». En la misiva especifica que la conducta incluye «el aumento de detenciones y disparos accidentales a periodistas». Asimismo, se refirió a «un largo desfile de incidentes perturbadores a través de los cuales periodistas profesionales fueron asesinados, erróneamente detenidos y/o sufrieron abusos ilegales por parte de las fuerzas estadounidenses en la nación árabe».
Dijo, además, que las «fuerzas estadounidenses están limitando la capacidad de trabajo de los periodistas independientes» e instó a Warner a elevar las preocupaciones de los medios por la conducta de las tropas al secretario de Defensa, Ronald Rumsfeld.
«La empeorada situación para los periodistas profesionales en Iraq limita directamente la capacidad de éstos de hacer su trabajo y, más importante aún, crea un serio efecto atemorizante en los medios en general», escribió Schlesinger. «Limitando la capacidad de los medios de cubrir, de modo completo e independiente, los eventos en Iraq, las fuerzas estadounidenses están impidiendo a sus ciudadanos recibir información (…) y socavando las mismas libertades que Estados Unidos dice pretende fomentar diariamente y para lo que compromete vidas y dólares», agregó.
El editor refirió que el ejército norteamericano se negó a emprender investigaciones independientes y transparentes sobre la muerte de los periodistas de Reuters, confiando, en cambio, en las pesquisas desarrolladas por oficiales de las unidades responsables, que exoneraron a sus soldados.
Para nada debía asombrarse el señor Schlesinger, cuando la familia y los amigos del camarógrafo José Couso, quien muriera precisamente junto a un reportero de Reuters bajo el fuego directo de un tanque norteamericano donde se encontraban decenas de corresponsales de diversos países en el hotel Palestina, aguardan desde hace más de dos años por la investigación de las autoridades de EE.UU., en tanto que la Audiencia Nacional de España también espera respuesta de su solicitud para interrogar a los tres oficiales responsabilizados con el asesinato.
En concordancia con lo anterior, un despacho de Notimex, desde Bruselas, indicó hace algunas semanas que la Federación Internacional de Periodistas (FIP), después de la muerte de un operador de sonido de Reuters emitió un comunicado en que se demanda que la Organización de Naciones Unidas (ONU) emprenda una investigación internacional sobre las muertes de periodistas en Iraq «a manos» de tropas de Estados Unidos. «La ONU tiene, en teoría, la responsabilidad de asegurar que en este conflicto se protejan apropiadamente la ley internacional y los derechos de las víctimas». Consideró que «ha llegado el momento de que la ONU dé un paso y pida que haya justicia y respeto por los derechos humanitarios básicos por parte de los países democráticos implicados en este conflicto». «Creemos que se necesita urgentemente una investigación plena, independiente e inclusiva en todos estos casos para asegurar que los medios tienen la confianza de que los gobiernos honran sus obligaciones», indicó la nota.
Ante sucesos como el asesinato del trabajador de Reuters, la FIP acusó a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos de «incompetencia, imprudencia e indiferencia cínica por las vidas de los periodistas que cubren los eventos en Iraq».