Pascual Serrano decía ayer en Rebelión («Ecuador, pasión y periodismo») que el racismo que rezuman algunos medios de comunicación en Ecuador sería delito en otro país. Esto me hizo pensar en una columna de opinión que leí el pasado lunes en el diario «El Deber» de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). Es claro que […]
Pascual Serrano decía ayer en Rebelión («Ecuador, pasión y periodismo») que el racismo que rezuman algunos medios de comunicación en Ecuador sería delito en otro país.
Esto me hizo pensar en una columna de opinión que leí el pasado lunes en el diario «El Deber» de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). Es claro que Bolivia no es uno de esos países que plantea Serrano.
Pareciera ser que el racismo mediático sólo es delito si se comete dentro de ámbitos o países que no estén inmersos en procesos contrahegemónicos.
Cuando hay procesos políticos de cambio como en Ecuador, Bolivia o Venezuela, el racismo mediático oligárquico es imposible de combatir, so pena de caer en prácticas coercitivas de la sagrada libertad de expresión de medios que han demostrado su protagónica complicidad en distintas guerras, matanzas, genocidios y golpes de Estado.
El Deber de Santa Cruz ofreció su tribuna al «escritor, político y abogado» boliviano Enrique Fernández García, quien en una columna titulada «Vindicación de la supremacía occidental» virtió los siguientes conceptos.
«…bastaría recordad que la Ilustración y el liberalismo son frutos de occidente para evidenciar su indiscutible supremacía. Añado que las riquezas conseguidas por los países acaudalados del planeta reflejan el acierto de su modelo económico, cuyo respeto a la libertad individual es central.
Todo ello tendría que facilitar la declaración de un parecer favorable a esta obra; sin embargo, se suele omitir esa cortesía debido a supuestos exterminios culturales. Afrontando este alegato, asumo el deber de glorificar las colonizaciones, adoctrinamientos, evangelizaciones, victorias, adelantos e importantes rectificaciones que se han efectuado durante las distintas batallas libradas contra la barbarie y el oscurantismo. Porque, aunque provoque una cólera indigenista, las etnias que poblaban los territorios precolombinos en nada han contribuido al avance del ser humano; por el contrario, algunos de sus representantes quieren acabar hoy con la vida civilizada».
Nadie vaya a creer que esto salió publicado en un medio marginal o de extremistas alternativos, El Deber es el diario de mayor tirada en Bolivia.
Pero Serrano tenía razón, el mismo día de ayer en Alemania, la justicia multó con 12.000 euros al obispo católico ultraortodoxo Richard Williamson, por haber negado públicamente el Holocausto.
Es un delito idéntico al cometido por al escritor, político y abogado Enrique Fernández García. Claro que este no debe preocuparse por sus dichos, en Bolivia sí que existe la más absoluta libertad de expresión, incluso para quienes pueden delinquir con la palabra a nombre de la libertad.
Fuente original: http://andressallari.blogspot.com/
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.