Hace días comentaba el poco temor al ridículo de algunos periodistas al informar o comentar sobre hechos o temas que ignoraban completamente A estas alturas mi capacidad de asombro debería ser inversamente proporcional a la suya de superarse en su exhibición de ignorancia y de decir estupideces, pero algunos todavía logran impresionarme con su afán […]
Hace días comentaba el poco temor al ridículo de algunos periodistas al informar o comentar sobre hechos o temas que ignoraban completamente A estas alturas mi capacidad de asombro debería ser inversamente proporcional a la suya de superarse en su exhibición de ignorancia y de decir estupideces, pero algunos todavía logran impresionarme con su afán y capacidad para vilipendiar impunemente su profesión, especialmente cuando se ha sido director de un diario grande, por su tamaño, pues decir gran diario sería darle un mérito que perdió hace tiempo.
Bien, el título viene de los comentarios oídos el martes 11 de octubre en una emisora de radio que, para colmo, es pública y dependiente de un gobierno regional del PSOE. El personaje en cuestión dijo, sin vacilación alguna y después de hacer de Venezuela un símil de Zimwabe con petróleo, que Chávez, en base a una tolerancia cero en lo fiscal (sic) había «cerrado las fábricas de Siemens, Nokia, Honda y Microsoft». Además «había obligado a las petroleras a entregarle paquetes mayoritarios de acciones» y acabó afirmando que su padre (de Chávez) había «expropiado una agrobisnes (sic) para construirse un rancho».
Aquí debo hacer una acotación: en Venezuela un rancho es lo que Brasil se conoce como favela y en España como chabola, una vivienda muy pequeña y pobre construida generalmente con materiales de desecho; por lo que lo afirmado por el susodicho periodista quedaría, de ser cierto, en mucho ruido y pocas nueces. Probablemente fue un lapsus influenciado por los «western» que vio cuando vivía en Estados Unidos.
La realidad
De entrada decir que ninguna de las empresas señaladas tiene fábricas en Venezuela. Honda si la tuvo pero hace años trasladó la fabricación de automóviles a otro país. Así pues, lo que como mucho pudo cerrar el SENIAT, la agencia gubernamental encargada de recaudar los impuestos, habría sido alguna agencia o distribuidor. Cabe aclarar que tampoco cierra las empresas permanentemente ¡por favor, acabaría con la recaudación de impuestos! Si no que se trata de una sanción de unas horas por no tener al día las obligaciones tributarias y que normalmente se impone a pequeños comercios. Por cierto, no es «tolerancia cero» el programa que se aplica sino «evasión cero» y se lleva a cabo en las aduanas para evitar el contrabando. De nuevo el lapsus gringo, ¡New York, New York!
Para las infracciones graves la ley prevé multas o incluso penas de cárcel, como en muchos otros países, lo cual nos lleva al tema de las petroleras ¿Alguien puede creer que se pueda obligar a compañías como Exxon, Shell, Chevron o a la española Repsol, a que entreguen gran parte de sus acciones a gobierno alguno?
Venezuela nacionalizó el petróleo en 1975 pero en la segunda mitad de los 90, mediante unas irregules reformas legislativas, se dieron concesiones a empresas extranjeras para extraer crudo. Estas concesiones incluían el pago casi simbólico de regalías y muy pocos impuestos, lo cual fue modificado por la actual ley de Hidrocarburos cuando entró en vigencia el año 2001. Para ser breves, lo que se exige a las empresas concesionarias es el pago de los impuestos que deben desde la entrada en vigor de la nueva ley más las sanciones por mora, lo que la mayoría ha reconocido y aceptado pagar. Nunca se les ha exigido la entrega de acciones, pues es algo carente de sentido, incluso si se negaran a pagar y fueran embargadas por ello.
Ahora bien, en Venezuela se están haciendo cumplir la Constitución y las leyes, aunque no les guste a quienes se han lucrado durante décadas obviándolas y manipulándolas. Pero sólo en este país la obligación de pagar impuestos es presentada por los medios como una muestra de autoritarismo y despotismo, o de atentado contra la libertad de expresión cuando se trata de ellos mismos.
El rancho de papá
Por lo que se refiere al «rancho» de la «agrobisnes» debo decir que el padre del presidente Chávez es el gobernador del estado Barinas. Sin embargo, la gobernación de este estado no ha expropiado ninguna hacienda, fundo o hato en Barinas o ningún otro lugar de Venezuela porque no tiene autoridad, per se, para hacerlo. Resulta que en Venezuela se están recuperando muchas empresas quebradas o cerradas, por diversos motivos, por sus dueños, especialmente si tienen carácter estratégico. Es el caso de las procesadoras de alimentos, entre muchas otras, y no significa que el gobierno las robe, como se ha dado a entender, sino que se hace mediante el pago de una indemnización o con créditos estatales de intereses muy bajos y a largo plazo si el propietario decide seguir con la empresa.
La Asamblea Legislativa del Estado Barinas (Parlamento) hace unas semanas declaró, como requisito previo, de utilidad pública y por tanto que se podía expropiar, una fábrica de aceite y de harina de maíz cerrada, desocupada y prácticamente abandonada hacía casi tres años, desde el famoso paro petrolero, por Empresas Polar, la mayor procesadora de alimentos de Venezuela (y que al sumarse al paro dejó sin comida a gran parte del país). Dado que incluía unos silos que sí eran utilizados, aunque no por la «agrobisnes» propietaria, inmediatamente se generó una campaña mediática en contra, cuya resonancia debe ser la que llegó al tertuliano del programa de radio quien, como se dice, oyó campanas pero no sabía donde. Para que quede claro, se expropiaron unos edificios abandonados, nada de empresas o haciendas y en ellos nadie ha construido rancho alguno.
Las bombas atómicas de Chávez
El susodicho periodista parece que no conocía, u olvidó, las últimas declaraciones del reverendo Pat Robertson, el que hace unas semanas pidió a su amigo, el presidente Bush, que mandara asesinar a Chávez porque salía más barato que una guerra. Ahora ha denunciado que Venezuela compró material nuclear a Irán para fabricar bombas nucleares que piensa lanzar sobre Estados Unidos. Evidentemente, la estupidez de confundir la compra, creo que en Argentina, de bombas de cobalto para tratar el cáncer con armas nucleares no ha ameritado la resonancia mediática que la anterior. Pero, dado que en ese país la mayoría debe ignorar dónde están Argentina e Irán y que Venezuela, además de no tener bombas atómicas no tendría con que arrojarlas sobre nadie, propongo que haga circular que se está construyendo, con la ayuda de Fidel Castro, un tirachinas gigantesco para lanzarlas sobre Florida. Puestos a exagerar y decir barbaridades, no nos quedemos cortos.
El Chapulín Colorado
Esta semana se celebra la Cumbre de Salamanca donde se teme que Fidel Castro y Hugo Chávez sean los grandes protagonistas que opaquen a todos los demás. También empezó la campaña para las elecciones parlamentarias del 4 de diciembre en Venezuela en las se prevé que la oposición, que no aprende, sufrirá su enésima derrota y perderá el Parlamento, último bastión importante que le queda aparte de los medios de comunicación. Como ellos mismos reconocen, al no ponerse de acuerdo con las candidaturas no pueden aspirar, aún si los más radicales cesan de preconizar la abstención, a obtener más de 25 diputados, o 35 con mucha suerte, de los 165 en disputa. Por lo tanto no les queda otra que la campaña mediática, sobre todo de cara al exterior dado que aquí ya nadie cree lo que dicen.
Así pues, vemos que sigue con mayor intensidad fuera de Venezuela, la campaña en contra del presidente Chávez por parte de los medios de comunicación. Evidentemente detrás de la misma debe estar, como ya no es ningún secreto, dirigiéndola y financiándola «el amigo americano» de la National Endowment for Democracy pero, visto lo tragicómico del resultado ¿será que deberemos llamar a ese viejo personaje de la TV mexicana? Quizá sólo él podrá ayudarnos, con su bobería, a acabar con la de estos periodistas ignorantes y tendenciosos.
¡Viva el Chipote Chillón!
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