El caso de la computadora de Raúl Reyes que ha salido indemne del bombardeo del campamento en Ecuador está dando lugar a una operación mediática contra Venezuela digna de seguimiento. Por ahora, su punto álgido lo ha tenido el diario El País en su edición de ayer sábado 10 de mayo. El diario cuenta con […]
El caso de la computadora de Raúl Reyes que ha salido indemne del bombardeo del campamento en Ecuador está dando lugar a una operación mediática contra Venezuela digna de seguimiento. Por ahora, su punto álgido lo ha tenido el diario El País en su edición de ayer sábado 10 de mayo. El diario cuenta con dos versiones, una -la de Colombia- que dice tener unos documentos procedentes del ordenador del líder de las FARC Raúl Reyes, y que filtra al periódico, y otra -Venezuela- que ha afirmado en diferentes momentos que esos documentos son falsos. ¿Cómo resuelve su «neutralidad» el diario? Para empezar en portada incluyen sólo la versión colombiana: «Chávez financió y proporcionó armamento a las FARC». Ya en el interior hay dos informaciones con estos dos titulares. Para la versión primera publica, desde Colombia por su enviada especial: «Los papeles de las FARC acusan a Chávez» como título y «El ordenador de Raúl Reyes revela la colaboración del presidente con la guerrilla» como subtítulo. Y para la versión de Venezuela titula, desde Madrid, «Caracas niega los vínculos con la insurgencia». Lo primero que podemos observar es que ninguna de las dos informaciones procede de Venezuela, es decir, han condenado a Caracas sin recabar ninguna información de su corresponsal en el país. Y si observamos ambos titulares, comprobamos que el primero -«Los papeles de las FARC acusan a Chávez»- da por válida la versión colombiana de que los papeles son verdaderos, algo que remacha con el antetítulo que no aporta otra cosa que repetir el titular por si alguien no lo había pillado: «El ordenador de Raúl Reyes revela la colaboración del presidente con la guerrilla». En cambio, con la segunda versión, la de Venezuela, -«Caracas niega los vínculos con la insurgencia»- ya deja claro que se trata sólo de la versión del gobierno de Caracas, puesto que la verdad para el periódico es la primera interpretación procedente de Colombia. Con el mismo grado de parcialidad podrían haber recurrido a estos otros dos titulares, dando por válida la versión de Venezuela y por falsa la de Colombia: «Bogotá dice que Chávez tiene vínculos con la guerrilla» y «Los papeles de las FARC fueron manipulados», con un antetítulo que dijera «Son falsos los documentos que Bogotá afirmó haber encontrado en el ordenador de Raúl Reyes».
Si vamos a la distribución de ambos titulares en la versión papel observamos que la versión colombiana va a toda plana a cinco columnas más otra columna de la página siguiente, además apoyado con una foto de Chávez con un comandante de las FARC. En cambio, la versión venezolana va empotrada dentro de la colombiana con titular a cuatro columnas. Incluso dentro de ese texto incluyen la única versión que es neutral y que bien merecía un titular propio, la de 21 expertos y académicos de Washington, entre ellos John Womack, profesor de Historia de Latinoamérica en Harvard, y Larry Birns, director del Consejo para Asuntos Hemisféricos de la ONU, quiénes han visto inconsistencias entre lo que dice el Gobierno colombiano y los documentos hallados en el ordenador de Reyes e inspeccionados por Interpol. Y por si no fuera suficiente el desequilibrio, existe otro texto en la siguiente página, a cuatro columnas, que vuelve a desarrollar las compras de armas de las FARC y continúa acusando a Chávez en base al ordenador de Reyes.
Pero en la versión digital aún podemos descubrir más cosas. Por ejemplo un vínculo a lo que denominan «Correos incautados en el ordenador de Raúl Reyes«, desde donde se accede a un documento word. Una vez más presentan como verdadero algo que es objeto de controversia. Si observamos este documento Word, comprobamos que el texto va incluido como imagen, quizás para darle visos de mayor rigor, algo absurdo porque si son correos electrónicos deberían ser texto no imagen. Pero, además, entre las propiedades de ese documento Word podemos comprobar que no procede de otro sitio que de una computadora de la organización El PAIS S.L. y que el autor del documento es mlagoa, probablemente un redactor del periódico. Y también podemos observar que fue un documento creado a las 3:15 del mismo día 10 de mayo. Es decir, cocinado ese mismo día en la redacción del periódico.
Pero aún hay más detalles. Por ejemplo, que esta noticia no está aislada ni mucho menos. Ha habido todo un eje mediático entre EEUU, España y Colombia perfectamente coordinado para insistir y mantener en la agenda informativa la acusación. Encontramos tres meses antes, el 17 de enero, ya en El País esa acusación recogiendo una información de The Washington Post: «Chávez, ‘aliado’ de las FARC». Y subtitulaba: «El diario ‘The Washington Post’ critica la posición del presidente venezolano ante los grupos guerrilleros colombianos».
También el día anterior, el 9 de mayo, El Tiempo, desde Bogotá, replica una noticia de la agencia Afp que recoge la versión de The Wall Street Journal titulando «E.U. cree en autenticidad de archivos de PC de ‘Raúl Reyes’ que vinculan a Hugo Chávez con las FARC». Allí ya se incluyen las mismas supuestas citas de documentos del ordenador de Raúl Reyes que publicaba El País el día 10. El Tiempo ha vuelto a hacer este mismo día lo mismo con lo de El País: «‘Hugo Chávez financió y armó a guerrilla colombiana’, dice ‘El País’, de España».
Obsérvese como la estrategia era filtrar la versión en grandes medios internacionales fieles al gobierno colombiano para luego poder recoger la historia en la prensa oficial colombiana pretendiendo presentarla como ajena a la operación.
Y así es como se organiza toda una operación para implicar a un gobierno con la financiación de una guerrilla en base a unos documentos que nadie ha demostrado que existan y que se afirman que han conseguido mediante un bombardeo violando la soberanía de un país vecino masacrando a varios estudiantes mexicanos y rematando con un tiro en la espalda a los heridos.