El 17 de septiembre el diario El Mundo publica una noticia de la agencia Efe que titulan nada menos que así: «EEUU acusa a una pareja de querer desarrollar un arma atómica para Venezuela». Se repitió al día siguiente en La Voz de Galicia con un titular similar. Es evidente que de ese título se […]
El 17 de septiembre el diario El Mundo publica una noticia de la agencia Efe que titulan nada menos que así: «EEUU acusa a una pareja de querer desarrollar un arma atómica para Venezuela». Se repitió al día siguiente en La Voz de Galicia con un titular similar. Es evidente que de ese título se deduce un interés del gobierno venezolano por tener armamento nuclear y de su viabilidad. Sin embargo cuando se lee el texto de la denuncia se observa que todo se ha tramado dentro de Estados Unidos sin la participación ni presencia ni conocimiento de ningún venezolano, menos aún su gobierno. El asunto consistió en que un agente del FBI se hace pasar por funcionario del gobierno venezolano, contacta con dos científicos que fueron despedidos nada menos que en 1988 y les pide ayuda para que Venezuela desarrolle un arma atómica. En la noticia llegan a denominar al ya reconocido como agente policial estadounidense como «supuesto funcionario de Venezuela».
En las conversaciones con el agente encubierto, el científico de 75 años afirmó, según la acusación, que podía ayudar a Venezuela a desarrollar una bomba nuclear «en el plazo de 10 años», y que su plan permitiría al país «disponer de un reactor nuclear subterráneo para producir y enriquecer plutonio», además de otro situado en la superficie para generar energía nuclear.
En conclusión que un anciano de 75 años, que hace veintidós años que dejó su puesto de trabajo, le dice a un policía que le llama por teléfono que puede venderle unos papeles que sirven para que Venezuela tenga una bomba atómica en diez años, y se convierte en un titular que sugiere que Chávez busca tener armas nucleares.