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La Agencia Prensa Rural continua con su labor informativa

Cinco años de lucha contra la censura

Fuentes: Prensa Rural

El río Amazonas se hacía interminable después de tantos días de hamaca y de reiterada feijoada. Mientras se agotaban las páginas de los libros, los aburridos ribereños se acogían a las reservas de Montilla y a la alegría de las caipiriñas a ritmo de Revelação y de uno que otro polvo clandestino entre los necesitados […]

El río Amazonas se hacía interminable después de tantos días de hamaca y de reiterada feijoada. Mientras se agotaban las páginas de los libros, los aburridos ribereños se acogían a las reservas de Montilla y a la alegría de las caipiriñas a ritmo de Revelação y de uno que otro polvo clandestino entre los necesitados pasajeros de a bordo. A veces el enorme navío lleno de carga y gentío parecía deslizarse en cámara lenta entre puerto y puerto corriente abajo desde Leticia a Belém do Pará. El tiempo lo rellenábamos, metidos dentro del enorme medio de comunicación flotante, con las historias inverosímiles de los viajeros acerca de delfines, naufragios, peces gigantes, pirañas, piratas y otros monstruos del río.

En Belém do Pará, una vez pisamos tierra firme, nos dirigimos telepáticamente al popular mercado de «Ver- o- peso» para comer pescado o cualquier cosa que no fueran fríjoles, arroz y pollo. Era increíble que hubiésemos llegado flotando literalmente sobre peces y que no nos hubiésemos comido uno solo dentro de la embarcación. Almorzamos dentro de un verde calor húmedo, consolados con una refrescante guaraná y una cerveza «estúpidamente gelada» que hacían honor a la cultura de las bebidas frías que existe en el Brasil.

Después de dormir por fin en una cama de hotel triple b (bueno, bonito y barato) nos subimos al autobús en el que atravesaríamos todo el Brasil durante casi tres días, hasta llegar a Porto Alegre, para participar en el Foro Social Mundial. Al foro de enero de 2003 llegaron decenas de miles de personas de muchos países. El evento mundial se asemejaba mucho a una olimpiada de discursos. Lula, Chávez y Galeano hacían erizar la piel en los recintos, en los que se estaba como dentro de una gran iglesia global hidratada con mate, rodeados de una esotérica energía política.

Fue durante ese foro, catalogado de manera sintética por un trotskista brasileño como «un gran disneylandia ideológico», que se maduró la idea, que venía gestándose de tiempo atrás, de crear una estrategia de comunicación dentro de las organizaciones sociales rurales colombianas. Ya en Porto Alegre nos juntamos Alexia Guilera, Yenly Méndez, Andrés Gil y yo. Fue durante un almuerzo que servía de descanso a la maratón oratoria que empezamos a conversar sin parar de censura, libertad de expresión, manipulación mediática, realidad rural, periódicos, radio, boletines, revistas y páginas de internet. La charla giraba en torno a un proyecto de prensa del mundo rural, noticias rurales contra la censura, una agencia, la Agencia Prensa Rural. Así surgió el nombre y la decisión de implementarlo entre todos.

El regreso decidimos hacerlo por Bolivia, en «el tren de la muerte» hasta Santa Cruz, después en autobús hacia La Paz. Pero en el Chapare fuimos detenidos por los indígenas cocaleros comandados por una mujer. El país estaba convulsionado. En el improvisado retén vial Alexia y yo parecíamos gigantes de otro planeta. Cuando la india nos preguntó que quiénes éramos, Alexia respondió rápidamente que periodistas. De la Agencia Prensa Rural, atiné a agregar con frecuencia de tenor y cierto alivio. Creo que fue la primera vez que la agencia sirvió para algo.

Al llegar a la plaza central de Cochabamba nos encontramos a un Evo Morales pletórico agitando a las masas desde un balcón. Se trataba de los últimos estertores del régimen de Gonzalo Sánchez de Losada, a quien los bolivianos de a pie le llamaban «el gringo». Durante nuestros días en La Paz la conflictividad política y los enfrentamientos se saldaron con 14 muertos. La opción política de los cocaleros, el MAS y Evo era ya irreversible.

Del gélido altiplano bajamos por los Yungas hasta el calor amazónico por una carretera adornada con abismos vertiginosos, cascadas transparentes y centenares de cruces que honraban a los viajeros y a uno que otro desenfrenado ciclomontañista pasado de endorfinas, víctimas todos de los Andes y de la precaria inversión pública boliviana. Abajo atravesamos la frontera con Brasil por Guayaramirín y en Porto Velho abordamos el barco que nos trajo por el río Madeira y luego por el río Negro hasta Manaos. De allí hasta Tabatinga y Leticia el barco se demoró otros cinco días remontando la corriente del Amazonas.

En Bogotá, unas semanas después de nuestro regreso, se realizó la primera reunión de planificación de la Agencia Prensa Rural. En la vieja casa de la calle de la Agonía, del barrio de La Candelaria, nos reunimos alrededor de un café algunos periodistas entusiastas con la idea y miembros de la ACVC. Recuerdo que durante la reunión surgieron varios pareceres sobre el inicio y el quehacer de la agencia. La reunión, a la que Bárbara, la fantasma, tuvo la prudencia de no asomarse a espantar a los invitados, terminó con un pequeño grupo de voluntarios del proyecto, la página de noticias en internet como inicio y unas primeras tareas.

El portal de internet salió al ciberespacio el 21 de julio de 2003, fecha que servirá en adelante para conmemorar el nacimiento de este proyecto. Desde la aparición pública de Prensa Rural han pasado cinco años y han ocurrido muchas cosas. Se ha iniciado un proceso de formación de corresponsales rurales y de construcción de medios en algunas regiones del país. Siete organizaciones campesinas hacen parte del proyecto. La agencia cuenta con un importante número de voluntarios y una estructura organizativa que hace posible su funcionamiento de manera autogestionada. Prensa Rural contribuye a hacer posible la publicación de dos revistas, documentales, un boletín y un programa de radio. La agencia ha promovido la realización de tres foros nacionales de comunicación alternativa como mecanismo para llegar a una instancia de coordinación de esas numerosas iniciativas de comunicación que luchan por la libertad de expresión y por romper la censura en Colombia.

La www.prensarural.org tiene un promedio de 700 visitas diarias, 21 mil lectores al mes. El servicio de noticias tiene 2.200 suscriptores de todo el mundo. La agencia es fuente de información para importantes organizaciones políticas, sociales y de derechos humanos. Nuestra página es leída también cada día, pero con diferentes interpretaciones y consideraciones, por funcionarios de la Unión Europea, por los pupilos de José Obdulio Gaviria y por los comandantes militares de las regiones que cubrimos.

Se sabe que el actual montaje y la persecución judicial que llevó a seis dirigentes de la ACVC a la cárcel y a otros tantos al exilio está motivada en parte por el malestar que en las instituciones militares ha generado la labor informativa desempeñada por Prensa Rural. Los informantes pagados con dinero público se refieren en sus versiones a nuestro trabajo como a una labor desarrollada por la guerrilla para «calumniar, injuriar, desprestigiar y desacreditar al ejército».

Los «injuriados» están haciendo todo lo posible para que no se pueda contar más la realidad real de la enmudecida, por el miedo, sociedad rural de nuestro país. Han optado por las construcciones mediáticas donde se nos hace ver dentro de un entramado de medios de comunicación de las FARC, para lo cual se ponen a la misma altura medios como la Revista Semana de la familia Santos, un informante a sueldo como Olivo Saldaña y el asesor presidencial, primo del narcotraficante Pablo Escobar, a quien, según él, le quedaría un único enemigo por vencer, el supuesto «bloque de internet de las Farc».

Durante estos años han sido reiterativos los insultos y las amenazas electrónicas contra APR. En un país donde la élite del poder optó por resolver todos los problemas a plomo, la amenaza es un pésimo prolegómeno. Por el camino nos hemos ido encontrando gente que se ha conmovido ante las dificultades con que se enfrenta el proyecto. El servidor de la web se encuentra en Copenhague porque así se le solicitó al sindicato danés de trabajadores no cualificados, que financia el hospedaje en la red y respalda políticamente nuestra iniciativa, como una medida de protección frente a eventuales ataques en Colombia. En adelante, y también como medida de protección, la junta directiva de Prensa Rural estará conformada por personalidades y periodistas internacionales conocedores de la realidad colombiana. La mayoría de ellos gozan al menos de la seguridad que brinda el no ser colombianos y vivir la mayor parte del tiempo fuera del país.

Sea esta la oportunidad para agradecer el gran esfuerzo y aporte desinteresado que han hecho tantas personas para que esto funcione. Dentro de pocos días será llevado a juicio un joven dirigente de la ACVC y uno de los fundadores de la Agencia, Andrés Gil, encarcelado desde hace casi ya un año. El hecho de que se asesine a dirigentes campesinos o se les encarcele con base en amañados informes de inteligencia y versiones de informantes a sueldo y luego pretender que esto no se relate, no se comente, no se publique, es un reflejo de la crisis moral del país. El horizonte de nuestro país no puede ser el de un grupo de victimarios y mafiosos.

En la agencia estamos convencidos de que el relato de sus vivencias y la publicación de la dramática realidad colombiana desde las organizaciones rurales es importante para la recuperación de la verdad, para el establecimiento de la justicia y para la construcción futura de un nuevo país.

http://prensarural.org/spip/spip.php?article1443