Vale la pena hacer un repaso al informativo de la cadena de televisión española Antena 3 el domingo 25 de noviembre. En Nacional, con motivo de la represión de una manifestación antifascista en Madrid, afirman que «la marcha tuvo que ser disuelta en varias ocasiones por la policía». Obsérvese el «tuvo que ser» como necesidad, […]
Vale la pena hacer un repaso al informativo de la cadena de televisión española Antena 3 el domingo 25 de noviembre. En Nacional, con motivo de la represión de una manifestación antifascista en Madrid, afirman que «la marcha tuvo que ser disuelta en varias ocasiones por la policía». Obsérvese el «tuvo que ser» como necesidad, no como decisión política y policial. A continuación, califican de «radicales» y «antisistema» a los que se manifestaban frente a una librería donde se celebraba un acto con un líder del Ku-Klux-Klan en Barcelona. Movilizarse contra el KKK ahora es ser radical y antisistema, como hace siglo y medio en Estados Unidos.
En Internacional llega la noticia de la aprobación de la Constitución en Bolivia, donde hubo enfrentamientos entre fuerzas policiales y manifestantes armados. Por supuesto, allí la policía «no tuvo que disolver» por obligación, como en Madrid, sino por vocación represora. A diferencia de los enfrentamientos en España, en Bolivia se recogen testimonios de cuatro de los manifestantes contra el gobierno y la opinión de un político opositor. Ningún comentario de nadie del entorno gubernamental ni de los diputados del partido gobernante; tampoco se emitieron declaraciones del presidente Evo Morales, a pesar de que las hizo tras los disturbios. El presentador dice que los opositores acusan al presidente Evo Morales de querer perpetuarse en el poder mediante la nueva Constitución aprobada en la Asamblea, pero no ofrecen ninguna información sobre el contenido de esa ley.
A continuación, nos toca la noticia de Venezuela. Se recoge el testimonio de tres opositores que afirman que no quieren vivir en la dictadura de Chávez y, por supuesto, no se ofrece ninguna información sobre el contenido de la reforma constitucional.
Cuando termina el noticiero, el pobre ciudadano pensará que no existe nadie en Bolivia ni en Venezuela que apoye a sus presidentes, aunque éstos ganan en las elecciones con mayoría absoluta; no tendrá la menor idea de qué dicen las constituciones de esos países, cuyos presidentes tienen el atrevimiento y el despotismo de someter a referéndum; que los antifascistas españoles son mudos porque no hablan ante las cámaras y que si quienes se manifiestan contra el Ku-Klux-Klan son radicales y antisistema, es que los tipos de la caperucha son los moderados que están a favor del actual sistema.
Y así, así, hacemos ciudadanos estúpidos.