El silencio envuelve la guerra de Irak y lo hace sin levantar escándalo. Poco a poco, los medios de comunicación americanos han ido retirando información y corresponsales del escenario bélico para reducir costes. La interminable carrera hacia la Casa Blanca permitió ir comiendo tiempo de los informativos, circunstancia que las grandes cadenas de televisión de […]
El silencio envuelve la guerra de Irak y lo hace sin levantar escándalo. Poco a poco, los medios de comunicación americanos han ido retirando información y corresponsales del escenario bélico para reducir costes.
La interminable carrera hacia la Casa Blanca permitió ir comiendo tiempo de los informativos, circunstancia que las grandes cadenas de televisión de Estados Unidos han aprovechado para una retirada estratégica de sus corresponsales. Según The New York Times, ABC, CBS y NBC ya no cuentan con profesionales a tiempo completo en Irak.
Otra circunstancia que explica la nueva situación es que la violencia parece haberse relajado en el país mesopotámico mientras crece en Afganistán. Los 30.000 soldados americanos desplegados en este territorio contrataban hasta hace poco con la inexistencia de corresponsalías permanentes de las televisiones. Ahora los medios han repartido sus recursos entre ambas regiones.
Los disparos despiertan interés
Para los ejecutivos de las cadenas, Irak ha evolucionado hacia una historia de política y reconstrucción, más que el violento relato al que estábamos acostumbrados hasta ahora. Por eso mantienen sus estructuras a un nivel mínimo y turnos de enviados especiales en lugar de corresponsales estables. La mayor parte de los empleados encargados de cubrir la última es ahora abrumadoramente iraquí. Incluso se plantea la posibilidad de que las televisiones compartan sus recursos.
Más que la valoración de la información, el centro del problema se encuentra en los costes. Muchos ejecutivos consideran que la guerra de Irak ha sido la más cara para los servicios informativos de Estados Unidos. La principal partida correspondería a los gastos de seguridad para los equipos desplazados sobre el terreno. Sin embargo, las estadísticas siguen señalando el conflicto como el que más vidas de periodistas ha costado.
Los medios escritos tampoco encuentran beneficios a mantener su cobertura de una guerra estancada y la información al respecto comienza a desvanecerse de la escena pública. El siguiente paso es desaparecer de la consciencia y la preocupación de los americanos.