La noticia publicada el lunes en medios nacionales informan sobre el aumento de las ventas realizadas por los comercios instalados en los grandes centros de compra durante septiembre y se relaciona a un aumento del 10,9 % comparado con igual mes de 2011, según lo señalado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). […]
La noticia publicada el lunes en medios nacionales informan sobre el aumento de las ventas realizadas por los comercios instalados en los grandes centros de compra durante septiembre y se relaciona a un aumento del 10,9 % comparado con igual mes de 2011, según lo señalado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
El dato adicional es que durante ese mes las ventas estuvieron un 1,1 % por sobre las de agosto, medido a precios constantes y desestacionalizados.
En la medición hecha a precios corrientes, la facturación de estos grandes centros de compra alcanzó a 1.496,8 millones de pesos, un 29,8 % menos que en agosto, pero 27,5% por sobre la marca de septiembre del 2011.
La inflación interanual en estos grandes centros de compra alcanzó al 10,2 %, y en el último mes, el 1,3 %, dijo el INDEC.
Más allá de los indicadores de aumentos en las ventas de los centros comerciales , la reflexión que deseo compartir con los lectores es la siguiente: ¿a dónde van los consumos realizados por millones de personas en un país como Argentina?
Para más específico en el interrogante: ¿son las empresas monopólicas y oligopólicas quienes aumentan sus ganancias por la comercialización de alimentos, indumentaria, medicamentos, productos de aseo personal y limpieza, telecomunicación (celulares, internet), energía (consumo de luz, gas domiciliario, combustibles)?
La respuesta inmediata es SI
Los números que muestra una encuesta realizada a Grandes Empresas que elabora el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), determinan que de las 500 compañías que más producen en Argentina y que representan, nada menos, que un cuarto del PIB nacional, el 68 por ciento posee participación de capital extranjero. Son en total 338 compañías. La marcada extanjerización de la economía local representa un problema estructural de desarrollo del que el gobierno de la presidenta Cristina no puede salir y del que no es informada por sus asesores económicos.
Por otra parte pesa el pago de la deuda: Según afirmó el Ministro de Economía argentino, Hernán Lorenzino: «durante los últimos 10 años. Sólo por el Boden 2012, la cuenta que pagamos los argentinos demandó 19.600 millones de dólares.
El peso de la deuda sobre la economía representa sólo el 41,6% del Producto Bruto.
La deuda con privados es de menos del 10% del Producto Bruto Interno
Los servicios de pago de la deuda en moneda extranjera con privados representan anualmente sólo el 6% de las exportaciones.
Sin embargo, no hay suficientes dólares para continuar pagando los intereses anuales de la deuda externa que estaría ascendiendo actualmente a la módica suma de 200.000 millones de dólares (si 200.000). a pesar de la histórica quita del 67 % sobre el capital realizada por el entonces presidente Néstor Kirchner.
Sin dudas la extranjerización del capital se aceleró durante las gestiones neoliberales de la dictadura iniciada en 1976 y durante la década del 90, pero sus causas no han sido abordadas y sus efectos son percibidos por la economía popular que, producto de la brutal crisis capitalista de los países centrales, está afectando la espectacular etapa expansiva de la que experimentó la economía argentina.
A pesar de ello, la fuga de capitales registrada en los últimos años alcanza la nada despreciable suma de 90.000 millones de dólares
Las empresas alimentarias (Cargill, Monsanto, Syngenta, Dreyfus), farmacéuticas (Pfizer, Eli Lily, Astra Zéneca, Bayer, Merck, de aseo personal (Procter & Gamble), los supermercados ( Wall Mart, Carrefour, Jumbo), de combustibles ( Exxon, Shell, Petrobras), de comunicaciones ( Telefónica, Telecom, Claro), de energia eléctrica (Edesur, Edenor, Edelap), de gas (Metrogas), servicios bancarios (BBVA, Santander, City Grupe, HSBC, Deusch Bank, Bank of América), y muchas otras son las que se quedan con gran parte del salario de los argentinos y estas ganancias no son reinvertidas en Argentina producto de la sed capitalista de los monopolios transnacionales que compensan sus crisis con la expoliación del mercado nacional.
El capitalismo en serio -como frecuenta expresar- es una ficción económica: es la transferencia del salario y las asignaciones familiares, pensiones, jubilaciones y subsidos a las manos de los capitalistas salvajes que fugan sus ganancias pues responden a los intereses de las casas matrices radicadas en New York, Boston, Londres, París, Madrid, Roma, Zurich, Amsterdam o Tokio.
El salario de los trabajadores argentinos se lo llevan las empresas transnacionales y no hay inyección de capitakles que levante la econmía hasta que se nacionalicen los principales sectores productores de los bienes y servicios esenciales para el desarrollo de la vida en sociedad.
Antonio Sales es Economista