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Entrevista al periodista y crítico cultural Miguel Roig

«Considerar a Belén Esteban una bazofia es un prejuicio de clase porque desde su lugar ella está representando lo que podríamos llamar lumpen»

Fuentes: Madrid Sindical/Rebelión

El periodista y critico cultural, Miguel Roig, es autor del libro Belén Esteban y la fábrica de porcelana. Las múltiples vidas de un personaje en la hiperrealidad (Península). Con un material así expuesto, no cabe duda de que estamos ante un osado, pelín provocador, y con una mente tan curiosa como afilada. Roig es, desde […]

El periodista y critico cultural, Miguel Roig, es autor del libro Belén Esteban y la fábrica de porcelana. Las múltiples vidas de un personaje en la hiperrealidad (Península). Con un material así expuesto, no cabe duda de que estamos ante un osado, pelín provocador, y con una mente tan curiosa como afilada. Roig es, desde 2005, director creativo ejecutivo de la agencia Saatchi & Saatchi, y socio fundador del espacio cultural Hotel Kafka. «El libro -nos dice su autor- está escrito desde una perspectiva de tratar de entender, no de juzgar.»

P-. ¿Confesar no conocer a Belén Esteban (en lo sucesivo BE) sería un síntoma de arrogancia?

R.- Confesar no conocer a BE es ir en contra del ciclo de este tiempo, más que un síntoma de arrogancia. El espacio mediático está cubierto entre otros significantes por BE y, como la relación del cuerpo social se produce a través de un espectro mediático, sería estar fuera de contexto, desconectado; a lo sumo sería estar al abrigo en un refugio, con todo lo que ello implica…

P-. ¿Cómo se ha llegado hasta aquí? ¿Estamos hablando de una nueva religión?

R.- Estamos inmersos en una especie de religión catódica. El escenario es laico, pero la relación está organizada en un enclave o dentro de un código propio de las religiones, con una feligresía y con un grupo de sacerdotes que, día a día, están emitiendo mensajes que son asumidos. El antecedente de este formato es la telenovela, que pertenecía a una época donde el cuerpo social estaba organizado a través de unos relatos que le daban solidez, por ejemplo, el relato del trabajo, que era el relato principal, el eje alrededor del cual giraban todos los demás relatos. Una persona que hoy está en su cuarentena ha vivido la experiencia -el relato- que le aseguraba, a través de una carrera universitaria, un futuro mejor que el de su progenitor. A su vez, esa seguridad estaba sustentada en el hecho concreto de que sus progenitores mantendrían una estabilidad laboral. A este relato se corresponde la telenovela, conocida vulgarmente como culebrón; donde están los buenos, que son pobres y los ricos, que son malos. Este relato terminaba con un final feliz en el que se conciliaban las clases; el pobre era redimido y el rico asumía su condición redentora al ceder un espacio donde se podía converger. Cuando esto se disuelve, este relato no se puede seguir contando porque ha perdido su significado como espejo y, por tanto, ya no puede ser un referente de reafirmación. Y así llegamos a dónde estamos hoy: la flexibilización laboral, el trabajo basura, la deslocalización, el paro estructural y un escenario donde, quien tiene trabajo vive al borde del pánico pensando que lo puede perder, y quien lo ha perdido vive desolado pensando que no hay salida. Esto no tiene guión ni tiene futuro…

P-. ¿Y que pinta en esto BE?

R.- En este contexto el único relato posible es el de un Realty Show de alguien a quien le pasa exactamente lo mismo; el relato de alguien que vive sin guión porque éste se escribe todos los días. Ese papel, de alguna manera, es el que está ejerciendo BE. Es decir, el papel de una persona que todos los días se planta a las cuatro de la tarde frente a una cámara y cuenta su vida en directo; una vida sin guión, que no se sabe a dónde va. Es, por otra parte, una vida que se significa a través de un vínculo con el espectador que la está viendo, ese vínculo es el trabajo. BE proclama: estoy trabajando, estoy ganándome un salario, yo no estoy aquí contando mi vida, que sí, pero… De hecho, no hay programa donde BE no se reafirme como trabajadora. En ningún momento reafirma su dignidad con el argumento de mujer sufriente, de mujer a la que le ha pasado de todo en la vida, no. Ella dice, yo soy una persona que me he ganado un lugar trabajando, y aquí estoy. Esta silla la estoy ocupando porque soy una trabajadora…

P.- Una parte del público considera a BE como ejemplo de que el sistema de consumo está erosionando los valores cívicos, otra parte la erige como una heroína…

R.- Las dos visiones son sesgadas. El libro está escrito desde una perspectiva de tratar de entender, no de juzgar. Considerar a BE una bazofia es un prejuicio de clase porque, de alguna manera, desde su lugar ella está representando lo que podríamos llamar lumpen. No obstante, ella está ahí porque está ocupando un espacio vacío que se lo ha dado el cuerpo social. De hecho ese espacio, el hábitat natural de BE, el Reality show, es un lugar al que los políticos están acudiendo para poder emitir sus mensajes. Tampoco es una heroína, porque es una persona que trabaja en una televisión representando un rol, o sea es un producto de marketing televisivo, de marketing mediático; Tele 5 es una empresa privada con un intereses concretos que se satisfacen a través de la obtención de audiencia; pero sí es cierto que desde una perspectiva de la audiencia se la puede ver como alguien que ha logrado lo que muchos no tienen, que es la solidez de un trabajo.

P.- ¿Sálvame es una especie de corrala verdulera?

R. – Sálvame es una corrala, y así es como está concebido el programa. Imagínate un patio de vecinos donde uno de ellos está exponiendo sus circunstancias, y el resto es un coro que acompaña e interviene…

P.-… «fase sólida», «fase líquida»…

R.- Según Bauman, dentro de la etapa sólida incluiríamos todo el periodo que en economía se explica como de modelo fordista, y que podríamos concluir con la crisis del petróleo de 1973, pero que se hace aún más evidente con la caída del muro en 1989. En la etapa sólida, había unos relatos constituidos y unas convenciones con las que nos manejábamos. Finalmente eso se desborda, y el cuerpo social deja de estructurarse y se convierte en algo líquido. Bauman habla de «conexiones» y «desconexiones» como algo propio de la etapa líquida, y su correlato en la cotidianidad de cualquier ciudadano sería: hoy tengo trabajo por tres semanas, dejo de tenerlo, vuelvo al paro. Es decir, no hay guión. En Sálvame se pasa de un problema sentimental de BE o alguna desavenencia con el padre de su hija, al portal de la casa de un famoso y, de nuevo, regresamos al estudio. Y todo esto se hace en directo, sin ningún tipo de guión, pues son el presentador y un regidor los que desde el plató van decidiendo a dónde vamos. No se trata de llevar un hilo argumental, sino de mantener la atención en todo momento, que no es lo mismo.

P.- Imagina que BE se presentara a unas elecciones y que yo la votase, ¿qué pensarías tú de mí?

R.- De entrada, yo creo que BE no se va a presentar a ninguna elección por tanto esto es una ucronía, ¿qué ocurriría si…? Estaríamos ante un acto contestatario ilícito, al vacío de poder y a la dejación de la clase política en general. ¡La viva imagen de un pueblo no representado! Nunca pensaría que estuvieras apoyando a BE porque te parezca una candidata idónea, sino que en lugar de votar en blanco o dejar de hacerlo, es tal tu crispación y tú bronca que manifiestas tu protesta con un voto de esta guisa. Pero, no creo que esta mujer vaya a salir del que es su espacio natural, que es un plató de televisión, porque no hay BE cuando la cámara se apaga.

P.- En televisión, dices, «no hay realismo». «Hay una interpretación de la realidad en los telediarios y en los documentales» ¿Es mentira, entonces, que el cocodrilo se coma al ñu?

R.- En los primeros tiempos de la televisión, cuando ésta era deudora de la radio, los noticieros se leían. Con el tiempo se empiezan a editar las noticias según las imágenes de que se dispone. Esto nos conduce a una representación de la realidad en televisión. Un telespectador que está mirando la imagen hace una dejación del pensamiento y se deja llevar por lo que está viendo. Esa es la tesis de Sartori, que él llama del Homo videns, y se trataría de alguien que, en realidad, no comprende cómo está funcionando ese mecanismo; entonces, no comprende tampoco que para poder salir del lugar en el que se encuentra estancado, necesita recurrir a otros roles y a otras herramientas; para lograr hacerse un sitio o, simplemente, para sobrevivir.

P.- «No hay final feliz para esa trama», concluyes…

R.- Al final de la novela Palmeras Salvajes de Faulkner, un preso mira a través de la ventana de la celda y dice, «entre la pena y la nada, me quedo con la pena». Yo también prefiero la pena. El relato de BE no tiene guión y no sabemos cual será el final. He intentado cerrarlo de una manera optimista, pero en la versión optimista que planteaba Gramsci, del «optimismo de la voluntad». Empezaríamos a ver relatos mucho más próximos. Eso sería volver a lo sólido. En el libro especulo que ella, BE, en un impás entre un bloque de anuncios pueda llegar a recuperar el sentido, y regrese a su casa y a su barrio a trabajar poniendo cañas en un bar. Sería coherente con el personaje y, por supuesto, sería muy digno.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.