Los procesos de concentración y transnacionalización han convertido a la comunicación y la información en negocios seguros, por sus beneficios y por su capacidad de influir sobre la población mundial, en aras de preservar los intereses del poder, por supuesto del sistema capitalista y sus máximos exponentes. No es nada nuevo que una sociedad globalizada […]
Los procesos de concentración y transnacionalización han convertido a la comunicación y la información en negocios seguros, por sus beneficios y por su capacidad de influir sobre la población mundial, en aras de preservar los intereses del poder, por supuesto del sistema capitalista y sus máximos exponentes.
No es nada nuevo que una sociedad globalizada en términos económicos, sea una sociedad uniformada en términos culturales e informativo. La hegemonía de una elite de naciones sobre el resto no es sólo una cuestión económica, también origina desigualdades en el acceso y distribución de contenidos informativos.
Los medios de comunicación que responden a la dinámica capitalista y de hecho lo legitiman, imprimen su sello de presentar las cosas del modo que les conviene y así formar una visión distorsionada de la realidad y el pensamiento alternativo.
¿Cuán peligrosos resultan los mensajes de estos medios para el despertar de la conciencia de los pueblos? No hay nada dejado a la improvisación, la información está perfectamente estructurada de manera que plantea pocas dudas al sistema y lo presenta como una fórmula de verdadera democracia, igualdad de derechos y como vía de prosperidad en lo individual, fomenta su supervivencia a través del consumo y al mismo tiempo relaja las mentes sobre el cómodo diván del entretenimiento.
Los medios alaban el sistema capitalista y sus bondades, entre ellas la libertad de expresión sin posibilidad de censura y hacen apología al espejismo de las sociedades democráticas.
Tratan de hacer creer que la cantidad de canales para difundir abundante información aseguran la diversidad y el pensamiento alternativo, cuando en realidad ese enfoque es una forma esencial de manipulación, de los supuestos valores en los que se asientan las democracias del sistema capitalista.
Por supuesto no es interés de estos medios realizar análisis sobre los conflictos sociales y profundizar sobre las desigualdades existentes, en su lugar ofrecen abundantes contenidos informativos banales, acorde a los gustos entronizados en los diferentes públicos de las sociedades de consumo.
Las corporaciones mediáticas están directamente vinculadas a los intereses económicos y políticos del sistema al que responden, por ello en la globalización, cuando hablamos de información, es preciso identificar el poder mediático que la produce, como un tentáculo esencial del poder político económico dominante en el mundo, el capitalismo.
Grupos, poder y manipulación
En la actualidad, el escenario mediático constituye una telaraña de empresas de la comunicación al servicio del sistema de economía de mercado. Es por ello que amén de algunas manifestaciones de tendencias políticas, la verdadera ideología dominante en dichos medios se identifican con las bases sobre las que se asienta el capitalismo.
De lo anterior se desprende que la prioridad de los medios es responder a los intereses y las relaciones entre las grandes corporaciones del sector, y de otras industrias, es decir, están subordinados informativamente a la ideología neoliberal.
A fin de ejemplificar lo antes expuesto, veremos una serie de vínculos entre otros sectores, corporaciones, medios y países. Por ejemplo, Vivendi es, además de un grupo comunicativo, una empresa dedicada al suministro de agua. Además, en el campo de la información, llega hasta España gracias a Canal Plus, que adopta el nombre de CNN Plus, derivación española del canal estadounidense que, como hemos visto, está en manos de AOL-Time Warner. Y desde CNN Plus llegamos hasta el grupo Prisa, grupo español que, por ejemplo, también tiene intereses en México, donde llega con Santillana, El País Internacional y Radiópolis y otros muchos países de América Latina e incluso de Europa.
No es difícil comprender que unas pocas corporaciones dominan el mercado de los medios globales y son catalizadoras de unos mensajes preconcebidos y diseñados con fines propagandísticos para mantener la estructura de poder, a la que pertenecen y responden para lograr sobrevivir.
Como se ha señalado, «los medios de comunicación de masas actúan como sistema de transmisión de mensajes y símbolos para el ciudadano medio. Su función es la de divertir, entretener e informar, así como inculcar a los individuos los valores, creencias y códigos de comportamiento que les harán integrarse en las estructuras institucionales de la sociedad. En un mundo en el que la riqueza está concentrada y en el que existen grandes conflictos de intereses de clase, el cumplimiento de tal papel requiere una propaganda sistemática».
Es evidente que en la esfera de la información hay empresas que dominan el mundo. Los seis grandes grupos de comunicación son norteamericanos y europeos, y extienden su área de influencia más allá de sus fronteras, contribuyendo a difundir un flujo informativo en concordancia con sus intereses occidentales.
Existe una estrecha conexión entre los autores políticos, económicos y mediáticos que implica el intercambio de favores y el actuar mancomunadamente para evitar «el desorden social» o «garantizar la cacareada democracia». Su verdadero objetivo es manipular la información para desvirtuar la realidad, sobre todo cuando sus intereses se sienten amenazados.
De los resultados de estas prácticas hay sobrados ejemplos, bien en momentos de conflictos como los ocurridos en América latina, Medio Oriente o cualquier otro lugar del planeta, o contra países que soberanamente han decidido romper con la fórmula capitalista. La información publicada sobre Cuba es un ejemplo de cómo se tergiversan los hechos y las realidades mediante una guerra mediática que se ha prolongado por más de 50 años, y que incluye diversas variantes con el objetivo de desvirtuar lo que ocurre en el primer país Socialista de América Latina, a 90 millas del imperio norteamericano.
Resulta que los mercenarios que EE.UU. reclutan en Cuba, para ellos son «disidentes» y hasta se confabulan para otorgarles Premios, como por ejemplo los concedidos a la tristemente célebre bloguera Yoani Sánchez, por la corporación mediática PRISA, de conocidos vínculos con otros consorcios norteamericanos, algo que han hecho en otros momentos con algunos de los denominados presos políticos. Se encargan así de fabricar una «disidencia» y utilizarla mediáticamente para atacar a Cuba y tratar de lesionar su prestigio.
Esta es la verdadera esencia del Poder mediático, fabricar hechos o «personajes» y/o manipular información.
Fuente original: http://www.cubandemocracy.wordpress.com