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Cómo cambian las visitas, según quién va y a dónde

Cuba y el Sáhara: los dobles raseros de medios y políticos

Fuentes: Rebelión

Como un cáncer moral con efectos de demencia senil, los dobles raseros que impregnan a los políticos y sus medios de comunicación (sic) de esta supuesta «democracia» contaminan el espacio público (privatizado) con duras consecuencias para la verdad, la justicia y la suerte de la humanidad resistente. Dos campos de batalla en los que la […]

Como un cáncer moral con efectos de demencia senil, los dobles raseros que impregnan a los políticos y sus medios de comunicación (sic) de esta supuesta «democracia» contaminan el espacio público (privatizado) con duras consecuencias para la verdad, la justicia y la suerte de la humanidad resistente.

Dos campos de batalla en los que la lucha alcanza dimensiones heroicas están en el antiguo Sáhara español (y los campos de refugiados de Tindouf) y en la bendita isla de Cuba. No es en absoluto una casualidad el relato de unos buenos amigos que estuvieron no hace mucho en ambos lugares. Cuentan que, caminando por uno de los campamentos donde los saharauis luchan contra el desierto extremo (para luchar contra algo más extremo todavía: la ocupación de Marruecos) escucharon de pronto una música que les resultaba alegremente familiar. Se acercaron a la jaima de la que procedía el son y no tardaron nada en entablar una agradable conversación con un grupo de sanitarios cubanos, los únicos médicos y enfermeros destacados allí de manera permanente y por un gobierno (casi el único en todo el planeta) que practica la solidaridad desinteresada.

Un doble rasero criminal en el tratamiento informativo y político (propagandístico es la palabra precisa que resume estas dos imprecisiones forzosamente aceptadas como sentido común en los regímenes occidentales) de hechos parecidos ha afectado últimamente a Marruecos y a Cuba. En ambos casos, un grupo de extranjeros ha pretendido entrar a hacer política en un país sin la autorización de las autoridades vigentes.

En el caso de Cuba, una autoridad legítima, reconocida en todas las instancias del derecho internacional, y que se caracteriza por resistir una permanente agresión de intenciones coloniales por parte de las grandes potencias, neutralizó un acto de propaganda hostil por parte de políticos extranjeros que decían ser simplemente turistas y que querían apoyar un evento subvencionado por un estado extranjero (EEUU) y apadrinado por varios grupos terroristas. El Gobierno cubano, con sus leyes en la mano, expulsó de la isla a dos eurodiputados polacos, a un senador checo, a un parlamentario alemán, a un diputado de CiU y a dos ex senadoras españolas del PP. El escándalo que montaron nuestros políticos y medios de comunicación fue mayúsculo. El Partido Popular estuvo casi una semana poniendo el grito en el cielo, el gobierno del PSOE pidió explicaciones airadas al gobierno cubano y lamentó los hechos, los medios se cansaron de calificar en su propaganda informativa y en sus editoriales al régimen castrista (sic) de estado totalitario, cuestionando su legitimidad e incitando claramente al derrocamiento en los términos promovidos por EEUU. El Gobierno cubano no impidió de ninguna manera la escasa reunión de opositores cubanos, ni dificultó la, a todas luces exagerada, cobertura mediática que se le prestó al evento. Quizás un gobierno europeo, al tanto de un acto de esas características, que tuviera la intención de desestabilizar el orden constitucional con la financiación de un estado no amigo (pongamos, por ejemplo, el cubano o el venezolano o el iraní o incluso el chino o el norcoreano…) y que estuviera auspiciado por organizaciones consideradas terroristas por la UE no hubiera aplicado (¿o sí?) las leyes para impedir su celebración… Lo que sí que podemos tener por seguro es que no se habría enterado casi nadie, porque la libertad de reunión en los países occidentales es directamente proporcional a la capacidad de los medios privatizados de mermar, hasta hacer desaparecer si lo desean, cualquier cosa de la agenda informativa, simplemente con reducirla o ignorarla por completo. Así sucede con miles de eventos y luchas de todo tipo de movimientos sociales. Es también el caso de la significativa manifestación convocada por Batasuna en Bilbao el pasado cuatro de junio, absolutamente eclipsada por la del PP y sus víctimas celebrada el mismo día en Madrid. Proporcionalmente al tamaño de la ciudad, la de Bilbao fue mucho mayor, pero fuera del País Vasco apenas se le dio la importancia que merecía, quizás porque su propuesta era precisamente de paz… Pero eso ya es otra historia.

En el caso de Marruecos, una autoridad ilegítima en el antiguo Sáhara español ante todas las instancias del derecho internacional, porque ocupa ilegalmente un territorio del que se debería haber retirado hace ya mucho tiempo, de acuerdo con las resoluciones vigentes de la ONU y la OEA, impidió la entrada de dos grupos de representantes políticos procedentes del Estado Español que pretendían visitar, los días cinco y once de junio respectivamente, los territorios saharauis ocupados. Querían observar sobre el terreno las consecuencias de la durísima represión, llevada a cabo por el régimen del moderno (y amiguísimo de Juan Carlos I) Mohamed VI, contra el movimiento popular que se inició el 23 de mayo y que terminó con decenas de heridos, torturados y detenidos, así como con la destrucción de casas y haciendas de un buen número de familias saharauis. No pretendían reunirse con nadie, ni conspirar para derrocar al rey de Marruecos. Sólo querían ir a un territorio que no pertenece a Marruecos, al socaire de las protestas archilegítimas de un pueblo que sólo reclama que se apliquen las leyes internacionales a su propio país invadido. La respuesta de los medios ha sido la del apagamiento progresivo del asunto, quitándole relevancia a base de brevedad informativa. Para ello, la colaboración de los políticos del PSOE y del PP ha sido importantísima, ya que apenas han reaccionado ante las expulsiones de los grupos de observadores. El Gobierno español, por si fuera poco, le ha echado un cable al de Marruecos negociando una visita amañada de parlamentarios españoles a los territorios para dejar claro… ¡que Marruecos permitiría esas visitas si contaran con la correspondiente autorización! ¿A alguien le interesó, en el caso cubano, hacer ver que exactamente lo mismo sucedería en la isla revolucionaria? ¿Negoció el Gobierno español una visita compensatoria de parlamentarios españoles con la debida autorización? ¿Utilizó alguien la expresión régimen alauita o mohamedsextista? ¿Hablaron del carácter oligárquico y totalitario del régimen marroquí, dictadura cliente de EEUU y Francia que eterniza la injusticia social y la represión política?

Los dobles raseros, además de poner de manifiesto el carácter inicuo de la permanente defensa del statu quo que hacen los políticos y los medios de comunicación privatizados, hacen daño a los pueblos que luchan. Buscan el aislamiento internacional de los que resisten, minar los ánimos, encizañar los apoyos. Para ello es imprescindible que la dominación material de los espacios sociales del diálogo, lo que llamamos política y medios de comunicación, se traduzca en un dominio sobre las categorías básicas del sentido común. Los medios y la política privatizados tejen una alfombra de injusticias semánticas y reales sobre la que descansa toda una visión del mundo que pretende anular toda posibilidad de verdad… Tal es el grado de ignominia sobre el que todo este tinglado descansa que no les queda otro remedio, ante el temor de que algo haya en los seres humanos -¿incluidos, quizás, los occidentales?- que les pueda permitir indignarse gravemente cuando ciertas cosas se iluminan…