Un reportero independiente desafía la censura informativa del imperio con despachos cotidianos desde adentro de Iraq. Dahr Jamail es un periodista libre, «no incrustado». Tampoco es árabe sino un estadounidense de Houston, Texas, que vivió un tiempo en Anchorage, Alaska y ahora arriesga su vida en la Mesopotamia ocupada, desempeñándose como corresponsal «free lance» de […]
Un reportero independiente desafía la censura informativa del imperio con despachos cotidianos desde adentro de Iraq. Dahr Jamail es un periodista libre, «no incrustado». Tampoco es árabe sino un estadounidense de Houston, Texas, que vivió un tiempo en Anchorage, Alaska y ahora arriesga su vida en la Mesopotamia ocupada, desempeñándose como corresponsal «free lance» de medios alternativos interesados en información veraz, no en propaganda de guerra a favor del país invasor.
Jamail despacha a diario temas que ilustran la vida cotidiana del pueblo sometido por la fuerza en nombre de la «democracia» y la baja moral de las tropas de ocupación. Sus notas ofrecen una óptica opuesta a la publicidad bélica que presentan como «noticias» los «periodistas incrustados» de las mega corporaciones que controlan el negocio mundial de la información periodística, entre otras CNN, Fox News, ABC y CBS. El esfuerzo del reportero por la información de verdad sirve a las redes anti-guerra y a numerosos medios independientes (en inglés).
Cualquier interesado puede utilizar sus reportajes de libre disposición desde su sitio web [http://dahrjamailiraq.com/index.php], agredido varias veces por hackers. Numeroros medios utilizan su trabajo como fuente de información, como la agencia de noticias Inter Press Service o el diario The New Standard, que se auto define «Independiente, Anti-comercial y Sin Compromisos».
Jamail publica también en The Nation, The Sunday Herald e Islam OnLine, entre muchos otros medios progresistas. Sus trabajos se traducen al castellano, polaco, alemán, japonés, portugués y árabe. Actúa como corresponsal especial de la radio FlashPoints, de California, y ha entregado informes a la BBC, ¡Democracy Now! y a muchas otras radioemisoras. La página http://www.antiwar.com/ ofrece el archivo de sus escritos.
Propaganda y desinformación
En la última Navidad, Dahr Jamail visitó el basural de Bagdad para reportear cómo viven los parias de la pobreza que azota al país invadido, en contraste con el consumismo delirante que inunda el planeta con un discurso mediático falso de paz, bondad y otras hipocresías. Su reportaje fotográfico al vertedero iraquí puede verse y leerse en http://dahrjamailiraq.com/weblog/archives/dispatches/000161.php#more.
Desde su propia trinchera en Iraq, Jamail concluyó que también existe una guerra de la información y des-información, donde el poder invasor transforma abiertamente la propaganda en «noticias». Los grandes medios se esfuerzan por presentar la brutal ocupación como una «gesta democrática contra el terrorismo», manteniendo en la ignorancia a millones de lectores y televidentes estadounidenses idiotizados por la propaganda que devoran sin ningún asco.
Jamail explicó en una entrevista que el pueblo iraquí siente orgullo por los luchadores de la Resistencia que actúa a diario contra las tropas estadounidenses. Los llama «combatientes de la libertad», «guerreros sagrados» o «patriotas», simplemente porque enfrentan al invasor e interpretan a más del 80% de la población. El «manual de estilo» de CNN y de las demás cadenas los estigmatiza como «terroristas», «insurgentes sunnitas» o «ex baathistas» [militantes del partido Baath, de Saddam Hussein], a la vez que agitan constantemente el fantasma Bin Laden, creado y financiado por Washington desde los tiempos de Ronald Reagan.
Convertido en mito por la propaganda mediática, los videos del saudita todavía provocan un miedo que le rinde buenos dividendos propagandísticos al bushismo dentro de EE.UU. Reaparecieron en Iraq para crear con anticipación al «culpable» del seguro fracaso de las elecciones de enero, aunque estos comicios no se realizarán en EE.UU. sino en el país ocupado. La guerra de ocupación es también un tema político doméstico en que todos los días mueren jóvenes soldados de las clases más pobres, pero los medios estadounidenses ignoran este aspecto de la guerra, a diferencia de lo que hicieron con la invasión a Vietnam de los años 60/70.
El trabajo de Jamail no es contra-propaganda. Es periodismo, de impecable factura profesional, destinado al público que desee información veraz en cualquier país, incluido EE.UU. Podría decirse que es «contra-información», por su punto de vista de vista diferente a la óptica de los grandes medios corporativos. Lo poco que se sabe sobre este reportero, cuyo trabajo lo convierte a él en noticia, se debe a una entrevista de Charles Shaw, editor de www.NewTopiaMagazine.Net, traducida al castellano por Rebelión y otros sitios en lengua española. ¿Quién es Dahr Jamail?
Nacido y criado en Houston, Jamail estudió comunicación en la Texas A&M University. Una vez graduado, vivió en Colorado, Utah y Washington, donde cursó una maestría en literatura inglesa. Trabajó en el laboratorio que supervisó el aire de Isla Johnston, territorio de EE.UU. en medio del Pacífico, cuando una planta química desmilitarizada incineró el 6% de las armas químicas que el Ejército consideró «obsoletas».
En sus vacaciones, Jamail viajó por el mundo para escapar del tedio y la rutina. «La perspectiva y la experiencia que gané en mis recorridos me abrieron la mente y el corazón al mundo», dijo. «Conociendo numerosos países subdesarrollados, como Indonesia y Palau, o el lejano Nepal, pude darme cuenta del inmerecido e injusto privilegio acumulado por EE.UU».
En 1996 subió al monte Denali, en Alaska, y se quedó cinco años en esa región del mundo, como guía de montaña y asistente de rescate del servicio de parques. Además, escaló cumbres en México, Paquistán, Chile y Argentina pero su vida cambió cuando trabajó como asistente personal de su amigo Duane French, que sufre cuadriplegia. «Viendo sus esfuerzos por vivir y cómo la política del gobierno afectó directamente su vida, se me despertó el político», aseguró. «Nuestras discusiones diarias sobre la política y los partidos consiguieron hacer girar mis ruedas, sacándome de la clásica zona estadounidense de la comodidad, la apatía y la ignorancia».
Observar cómo George Bush se apropió de la Presidencia en 2000 fue una nueva sacudida que acentuó su compromiso con la acción periodística, fortalecido más tarde con la respuesta militar al 11 de septiembre y la posterior invasión de Iraq. «En mi trabajo con los grandes medios no pude ir más lejos y supe que ésta es una guerra de la información», explicó. «Había hecho ciertos trabajos de escritura independiente [free lance] para varios magazines y continué escribiendo en nuestro semanario alternativo de Anchorage, Alaska».
«Hicimos un buen trabajo para exhibir una visión alternativa después de los acontecimientos del 11 de septiembre, demostrando el apoyo de EE.UU. a Bin Laden, a quien financió y entrenó el gobierno de Ronald Reagan. Después, nuestro editor fue tiroteado, provocando protestas de todo el personal de izquierda durante un mes. Comencé a ahorrar dinero y me vine a las líneas del frente para comenzar a relatar la verdad de Iraq en noviembre de 2003», explicó.
100 ataques «insurgentes» diarios
Jamail trabaja tenazmente en Iraq por la información veraz. «Me trajo aquí la incapacidad casi total de los grandes medios de EE.UU. para demostrar la verdad de esta invasión y ocupación ilegales, explicar cómo afectó a los iraquíes, así como a los soldados de EE.UU. Los medios no hacían su trabajo y esto incluso ha empeorado», dijo.
El periodista concluyó «que las mentes del público estadounidense fueron engañadas por los medios corporativos que apoyaron sin análisis los objetivos del régimen de Bush». Entonces, «lo que necesité hacer fue divulgar los verdaderos efectos de la invasion/ocupación sobre la gente iraquí y los soldados de EE.UU.». Sin embargo, ahora procura hablar al mínimo con las tropas estadounidenses… porque constituyen un blanco seguro. Afirma que hoy se están produciendo más de 100 ataques diarios contra las fuerzas de ocupación.
Su seguridad personal y la de sus colaboradores es la preocupación esencial del único periodista «no incrustado» de Iraq, pero no le teme tanto a los secuestros y a los automóviles-bomba como a las fuerzas de inteligencia invasoras. «Mi mayor preocupación es la reacción de mi propio gobierno. Estoy divulgando la información que el régimen de Bush desea guardar bajo la mordaza. De lejos, temo más a la represalia del gobierno y de los militares que a un secuestro o a volar por un coche-bomba».
En el actual clima iraquí, cualquier occidental podría ser blanco de un secuestro, pero piensa que el asesinato de la británica Margaret Asan, de la Organización Care, fue obra de los servicios israelíes-estadounidenses. «Por supuesto, las decapitaciones y secuestros de gente como Margaret Hassan choquean y ultrajan a los iraquíes», dijo. «También muchos creen que hay un plan CIA/Mossad para sacar fuera de Iraq a periodistas y organizaciones de ayuda, a fin de dejar el terreno libre a los militares y a las corporaciones para continuar devastando y vendiendo el país sin obstáculos».
Volando bajo el radar de la censura
Jamail se dejó crecer la barba y se viste como iraquí para hablar con la gente de la calle. «Trabajando en este ambiente, la represión y el peligro de los medios es siempre una batalla ascendente», explicó. «Los cortes eléctricos, los coche-bomba y los secuestros forman parte del juego. Superviso constantemente mi seguridad y la de quienes trabajan conmigo. Me dejé la barba, me visto como los locales y sólo me desplazo discretamente con un intérprete en un vehículo destartalado. Reduzco al mínimo mi permanencia en la calle, pero a la vez consumo allí bastante tiempo para conseguir las reacciones que los iraquíes me revelan cada día».
Mientras «el gobierno interino, instalado en Iraq por EE.UU., detiene y amenaza cada vez a más periodistas», según escribió el mismo Jamail en noviembre, el trabajo cotidiano se hace cada día más difícil para un periodista «no incrustado» en la parafernalia de las fuerzas de ocupación. Los grandes medios ya no cubren directamente acontecimientos tan horribles como la destrucción de Fallujah.
«Yo mismo y la mayoría de los periodistas independientes árabes y occidentales conocimos aquí el precio de esta guerra. Divulgar masacres, carnicerías, niños muertos y heridos, muestra el desastre que -de verdad- constituye esta ocupación para la gente de Iraq. Informamos sobre la baja moral de la mayoría de los soldados estadounidenses, divulgamos cómo los médicos se sienten ahora peor que durante las sanciones y critican abiertamente la carencia de fondos y de ayuda del ministerio de Salud reorganizado por EE.UU».
Dahr Jamail siente que tiene más libertad precisamente porque no está «incrustado». Pero igual le tienden trampas, como una engañosa invitación para salir al aire por la cadena de propaganda Fox después que divulgara los tiroteos desde un escondite de francotiradores estadounidenses sobre trabajadores médicos, ambulancias y civiles de Fallujah. «Decliné la emboscada [de Fox] porque no deseo hacerme blanco de un asesinato», dijo.
«Estoy volando por debajo del radar de la censura de los grandes medios». Una tarea increíble que merece más que un premio para este cultor del periodismo que reclama este momento de la historia. La entrevista completa -una radiografía del lado oculto de la guerra de Iraq- puede leerse en http://www.aporrea.org/dameletra.php?docid=11259