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Análisis crítico de las noticias de El País sobre la matanza de Puente Llaguno (Caracas, Venezuela, abril del 2002)

¿De dónde vinieron los tiros?

Fuentes: Rebelión

INTRODUCCIÓN   El estado de indefensión en el que se encuentra el ciudadano medio ante los medios de comunicación en la actualidad es más que preocupante: razones varias1, como la sobreexplotación de los periodistas motivada por la progresiva reducción de plantillas, que hace que estos normalmente escojan la salida más fácil (el conformismo con el […]

INTRODUCCIÓN

 

El estado de indefensión en el que se encuentra el ciudadano medio ante los medios de comunicación en la actualidad es más que preocupante: razones varias1, como la sobreexplotación de los periodistas motivada por la progresiva reducción de plantillas, que hace que estos normalmente escojan la salida más fácil (el conformismo con el estado actual de las cosas); la dependencia de los medios de comunicación de las elites político-económicas (de las que, agrupados en grandes grupos de comunicación, forman parte)2; y el periodismo entendido como entretenimiento al servicio de la audiencia y la publicidad y no como información  lo determinan. Ramonet3 da unas claves sobre esta modificación de la producción periodística:

 

Cada vez más el discurso, el mensaje es sencillo. Un mensaje simple quiere decir que es un mensaje que va a utilizar muy pocas palabras, un número de palabras muy limitado. […] Hay una especie de voluntad de simplificación, y evidentemente la simplificación digamos más elemental es la concepción maniquea de las cosas. […]
La segunda características es la rapidez. La información debe ser consumida rápidamente es decir, sea cual sea el valor de la información va a tratar de darse en un espacio muy corto. Por ejemplo si es la prensa escrita, se va a expresar no solo con palabras muy sencillas, sino en frases muy cortas. Los títulos van a hacer casi un resumen, una síntesis, de lo que dice el texto. Las noticias, pocas noticias, tendrán más de dos o tres folios, muy pocas noticias y, evidentemente en dos o tres folios hay muy pocas cosas que se pueden explicar. […]

Por fin, tercera característica es el aspecto digamos en el que estas informaciones por consiguiente con palabras muy sencillas, descritas de manera muy maniquea, dichas muy rápidamente el objetivo también que se está buscando es un objetivo de tipo emocional, se está buscando a suscitar emociones; por ejemplo se está buscando o hacer reír o hacer llorar, se está buscando distraer en realidad, la información está hecha para distraer, es cada vez más una forma de la distracción.                  

y

 

La información es, antes que nada, una mercancía […] sometida a las leyes de la oferta y la demanda, y no a otras reglas como podrían ser las derivadas de criterios cívicos y éticos4

 

Sin embargo, es muy difícil sustraerse a la creencia, común y largamente aceptada, de que la prensa (sobre todo la prensa que elegimos, la prensa que habla en nuestro lenguaje y explica el mundo a nuestra manera) siempre dice la verdad. Parece que el público se resiste a aceptar la historia de manipulaciones mediáticas que se viene desarrollando en estos últimos tiempos. Y es que informarse cuesta5 y no todos están dispuestos a pagar.

 

Y si se trata de prensa considerada como de un alto nivel informativo, de exigencia, de calidad y sobriedad, mucho más: entonces, equivocarse es mucho más peligroso. Los sucesos de Puente Llaguno, enmarcados en la huelga general y el golpe de Estado que golpearon Venezuela el 12 de abril de 2002, son un ejemplo de lo dúctil que es a veces la realidad para la prensa: las imágenes de este suceso, donde alrededor de una quincena de personas resultaron muertas y más de un centenar heridas, tomadas por el canal privado venezolano Venevisión y que dieron la vuelta al mundo, fueron consideradas manipuladas en una sentencia de diciembre de 20036 de la Fiscalía General de Venezuela. En estas imágenes se basaron muchos medios informativos para transmitir su versión de los hechos, sin molestarse en buscar otras fuentes más imparciales o testigos directos.

 

En este análisis se pretende estudiar la cobertura informativa de este suceso por parte de uno de los medios españoles (quizá el primero) considerados más fiables y con más cobertura internacional: El País. El corpus de este análisis serán todas las piezas informativas o de opinión publicadas en el mencionado rotativo desde el día posterior al suceso tratado, el 12 de abril de 2002, hasta el día 14 de abril, a partir del cual el seguimiento de la noticia se enfría. Dado el reducido corpus de este trabajo, se analizarán todos los elementos de estas piezas informativa o de opinión.

 

Se trata de las siguientes:

 

-Un grupo de generales de Venezuela exige la renuncia de Chávez. Al menos 11 muertos y medio centenar de heridos en el  tercer día de huelga general (Ludmila Vinogradoff, El País, sección Internacional, 12-04-2002). (En adelante pieza 1).

 

-Golpe a un caudillo (Editorial, 13-4-2002). (En adelante pieza 2).

 

-Un hombre tranquilo tras el ‘huracán’  El nuevo presidente de Venezuela promete que desmontará el sistema del mandatario derrocado (Juan José Aznárez, El País, sección Internacional, 13-04-2002). (En adelante pieza 3).

 

-Chávez está arrestado en un centro militar de Caracas por la muerte de 15 civiles. Un general asegura que el mandatario ordenó disparar contra los manifestantes (Ludmila Vinogradoff, El País, sección Internacional, 14-04-2002). (En adelante pieza 4).

 

-Los tiroteos de grupos chavistas causaron hasta 24 muertos (EFE, El País, sección Internacional, 14-04-2002). (En adelante pieza 5).

 

Caracas despierta con saqueos. La salida de Chávez del poder provoca violentos enfrentamientos entre sus partidarios y los del nuevo Gobierno (Ludmila Vinogradoff, El País, sección Internacional, 14-04-2002). (En adelante pieza 6).

 

 

OBJETIVOS, HIPÓTESIS Y METODOLOGÍA

 

Este análisis se plantea averiguar si el tratamiento ofrecido por El País de la matanza de Puente Llaguno fue el más apropiado periodísticamente hablando. Este propósito se concreta en los siguientes objetivos:

 

-Objetivo 1: Estudiar la imparcialidad y veracidad de la información que ofrece El País de la matanza de Puente Llaguno.

 

-Objetivo 2: Observar si la información de El País abarca la complejidad del conflicto.

 

-Objetivo 3: Averiguar si el tipo de  periodismo de El País en relación a este conflicto es periodismo de paz o de guerra.

 

El punto de partida y las líneas conductoras de la investigación serán las siguientes hipótesis:

 

-Hipótesis 1: La información que El País ofrece sobre la matanza de Puente Llaguno no es veraz ni está lo suficientemente contrastada.

 

-Hipótesis 2: La información que El País ofrece sobre la matanza de Puente Llaguno no abarca la complejidad del conflicto.

 

-Hipótesis 3: La información que El País ofrece sobre la matanza de Puente Llaguno se encuadra en un periodismo de guerra.

 

La metodología será el análisis cualitativo a niveles micro y macro.

 

 

CONTEXTO HISTÓRICO

 

El 11 de abril de 2002 se produjo un golpe de Estado en Venezuela contra el presidente Hugo Chávez. Después de tres días de huelga general y en medio de un ambiente de fuerte contestación contra éste, una parte del ejército protagonizó un alzamiento contra Chávez y colocó en la presidencia al entonces jefe de la patronal Fedecámaras, Pedro Carmona, aprovechando los sucesos de Puente Llaguno de los que hablaremos a continuación y una supuesta renuncia del presidente venezolano.

 

Los antecedentes de este golpe fue la inquietud que las medidas políticas de Chávez habían causado entre la clase política tradicional de Venezuela y entre su empresariado7: esta inquietud alcanzó su más alto nivel de intensidad en febrero de 2002, cuando Chávez sustituyó la plana mayor de PDVSA, la empresa petrolera del Estado y la más importante del país, por gerentes leales al gobierno. Este acto fue percibido como una agresión por los directivos de PDVSA y por los sindicatos opositores (la Confederación de Trabajadores de Venezuela, CTV, vinculado al partido opositor Acción Democrática) y, junto a la crisis económica y social real o alegada, motivó a un grupo formado por los mencionados sindicatos y empresarios, al que se unió la iglesia católica, los partidos políticos que gobernaron en el pasado y las televisiones privadas de Venezuela, a llamar a una huelga general el 9 de abril de 2002 con el objetivo de forzar la renuncia de Chávez8.

 

El tercer día de huelga, 11 de abril de 2002, y respondiendo a un llamamiento de Fedecámaras y la CTV, en torno al medio millón de caraqueños sobre todo de clase media exigieron la renuncia inmediata del presidente en una marcha pacífica que se encaminó hacia la sede de PDVSA, en el sector este de Caracas. Pero después de escuchar los discursos de los dirigentes opositores, los manifestantes se dirigieron al Palacio de Miraflores, alrededor del cual se había dado cita una multitud de partidarios de Chávez. Allá se produjo un tiroteo con varias víctimas. La cadena de televisión Venevisión, caracterizada por una postura extremadamente antichavista, divulgó un vídeo, repetido hasta la saciedad en televisiones nacionales e internacionales, que ofrecía la siguiente versión de los hechos: ambas manifestaciones se habrían encontrado en Puente Llaguno, momento en el que los chavistas habrían disparado a sangre fría contra los opositores, a los cuales pertenecerían todos los fallecidos. Pero el documental Puente Llaguno: claves de una masacre ofrece otra lectura: aportando diferentes pruebas, sus autores mantienen que la noticia transmitida fue manipulada y que lo que realmente sucedió fue que las dos marchas nunca se encontraron y que, antes de que los opositores llegaran a Puente Llaguno, varias personas fueron heridas, algunas gravemente, por disparos que no se sabe aún desde dónde venían, pero que se sospecha que fueron efectuados por francotiradores desde los edificios que rodeaban la zona; al menos así lo afirman varios testigos. Por otra parte, la Policía Metropolitana abrió fuego sin razón aparente contra un grupo de manifestantes en Puente Llaguno, que respondieron a estos disparos, mucho después de que cayeran los opositores. Hay que destacar que la Policía Metropolitana es un cuerpo de seguridad a cargo de la alcaldía metropolitana de Caracas, cuyo alcalde en ese momento, Alfredo Peña, era parte de la oposición.

 

En la sección Biografías de líderes políticos de la web de la Fundació CIDOB se explican así los hechos9

Según las informaciones iniciales, los marchistas opositores fueron tiroteados indiscriminadamente por miembros de la policía nacional y francotiradores de paisano, aparentemente chavistas armados, que se encontraban apostados en los márgenes de la riada humana. Pero más tarde se acumularon testimonios que apuntaban a elementos de la Policía Metropolitana, cuerpo de orden público hostil al Gobierno, como los iniciadores del tiroteo. Como resultado del intercambio de disparos, entre 17 y 20 personas perdieron la vida y más de un centenar resultaron heridas; contrariamente a lo divulgado primeramente, varias de las víctimas resultaron ser partidarios chavistas, lo que alimentó las dudas sobre la verdadera autoría de estos crímenes, si fueron obra exclusiva de uno u otro bando, o si fueron perpetrados por los dos.

Con posterioridad a tan dramáticos hechos, en los medios oficialistas cundió la convicción de que la matanza fue planificada por aquellos que estaban interesados en crear una situación de caos, provocando víctimas en las dos manifestaciones, para desacreditar al Gobierno y justificar su derrocamiento. Para la oposición, en cambio, no cabían dudas de que su marcha se topó con una encerrona de elementos chavistas que dispararon a matar.

 

Gregorio Wilbert relata en el periódico mexicano La Jornada los acontecimientos que presenció como testigo10:

Yo llegué cuando la manifestación opositora y la Guardia Nacional comenzaron a enfrentarse. Quién empezó la pelea, que fue sobre todo a pedradas y gases lacrimógenos, es algo difícil de decir, como ocurre generalmente en tales situaciones. Poco después se hicieron disparos contra la multitud y vi con claridad que provenían de tres frentes: la policía nacional, los partidarios de Chávez y francotiradores ubicados en lo alto de los edificios.

Una vez más, quién disparó primero es un asunto muy debatible y prácticamente imposible de resolver. Por lo menos 10 personas murieron y unas 100 resultaron heridas, casi todas manifestantes.

Una de las estaciones de televisión logró filmar a uno de los tres grupos y transmitió una y otra vez esas escenas, con lo que daba la impresión de que los únicos que disparaban eran los partidarios de Chávez, que desde sus filas abrían fuego hacia personas situadas fuera de cuadro. Los medios siguieron mostrando estas imágenes, dando a entender que los chavistas disparaban sobre la multitud inerme. Sin embargo, la realidad que probablemente nunca mostrarán es que la mayoría de los muertos eran partidarios de Chávez. Además, y tal vez tampoco se diga nunca, los francotiradores eran miembros de un grupo opositor extremista conocido como Bandera Roja. […] Tal vez mi información es incorrecta, pero si algo es seguro es que los medios locales jamás se tomarán la molestia de investigarla. Y los medios internacionales sólo copiarán los reportes locales, como ya lo están haciendo.

 

Ramonet11, en el mismo sentido, afirma:

Chávez no había mandado disparar contra los manifestantes como lo clamaron mentirosamente algunos canales de televisión (me refiero al montaje trucado y falseado que Venevisión difundió mundialmente); las pruebas existen al contrario, que los primeros disparos partieron de francotiradores disimulados entre los manifestantes golpistas contra los partidarios de Chávez, entre los cuales se produjeron los primeros cuatro muertos.

 

Y en cuanto a la filiación política de los muertos, Pascual Serrano12 escribe:

Ningún medio ha dicho en España que de los dieciséis muertos, catorce eran militantes del movimiento bolivariano, simpatizantes por tanto del gobierno de Hugo Chávez.

 

Sea como fuere, la masacre fue la excusa para el golpe de estado, que comenzó el 12 de abril con la detención de Chávez y su traslado fuera de Caracas. Se supone que fue ese mismo día cuando Pedro Carmona juró el cargo de presidente interino. Pero medidas impopulares como la disolución del Parlamento y la Corte Suprema de Justicia, así como las masivas protestas de los partidarios de Chávez, consiguieron su renuncia y su huida del país, junto con sus partidarios. El 15 de abril de 2002 Chávez salió de su prisión militar y fue repuesto como jefe de estado. Sin embargo, la lluvia de acusaciones entre gubernamentalistas y opositores sobre de quién eran los muertos y qué vídeo fue manipulado no se resolvió, y sólo en cierta manera, hasta que en diciembre de 2003 la Fiscalía General de Venezuela dictó una sentencia absolutoria a favor de los oficialistas de Puente Llaguno que habían sido acusadas de disparar contra la oposición, y afirmó que el vídeo de Venevisión había sido manipulado. Pero algunos sectores de la oposición acusan a la Fiscalía y la Defensoría del Pueblo de no actuar con imparcialidad.

 

Este es el contexto histórico en el cual se enmarcan las piezas informativas y de opinión de El País. A continuación, se analizará cuál es la postura del diario al respecto.

 

 

SELECCIÓN DEL MATERIAL EXISTENTE Y DE LAS PERSONAS ENTREVISTADAS: ORDENACIÓN Y JERQUIZACIÓN

 

Hay un rasgo característico en las seis piezas: en sólo una ocasión se le da voz a un partidario de Chávez y no se trata de ninguna pieza clave en el desarrollo de los hechos, sino solamente de un representante del pueblo: se trata de la declaración de Germán Moreno, un hombre «de 28 años» e identificado como «vendedor ambulante», en la pieza 6. Las suya es la primera declaración de una serie de siete en la que sólo la suya muestra algo de simpatía con el presidente en esos momentos depuesto. El resto formulan duras acusaciones contra Chávez. «Vi tantos muertos» (en relación a Puente Llaguno). «El pueblo sabía que (Chávez) era un terrorista y dejarlo por más tiempo en Miraflores era un peligro».  «He visto a la gente llorar por los muertos de la democracia». «La caída de Chávez fue lo más conveniente para el país».  «Fue el pueblo el que sacó a Chávez por haber ordenado la matanza»  Al terminar la noticia, la impresión que la primera de es tas declaraciones ha producido en el lector queda sepultada bajo las otras seis.

 

En la pieza 1, las intervenciones son del general Guaicaipuro Lamela, que «responsabilizó a Hugo Chávez y a los militares (se sobreentiende que los militares que aún eran leales al presidente, dado que el declarante también es militar; el autor de la pieza no aclara quién son estos «otros» militares) de haber reprimido con fuego a los manifestantes». También el alcalde de Caracas, Alfredo Peña, que se expresó «en parecidos términos». El número de participantes en la marcha opositora, «unas 600.000 personas», fue tomado de los cálculos del «contralmirante disidente Carlos Molinas Tamayo», y nada más. También hay declaraciones de Pedro Carmona, Carlos Ortega y Manuel Cova, presidente y secretario general respectivamente de la CTV, y del inspector general de la Fuerza Armada nacional, el general golpista Lucas Rincón. En cuanto a la ordenación del material, el autor de la noticia relata en primer lugar los hechos de Puente Llaguno, con su saldo provisional de víctimas, para luego explicar todo el proceso golpista del 11 de abril, mostrando implícitamente que éste fue consecuencia de aquellos.

 

El editorial Golpe a un caudillo (pieza 2), que por otra parte justifica casi sin fisuras el golpe, hay una cita de Pedro Carmona (o Ricardo Carmona, como se le llama) que «se ha comprometido a nombrar un Gobierno de concentración ‘con gente intachable'». Analizaremos después este jugoso artículo. La pieza 3, con el título Un hombre tranquilo tras el ‘huracán’. El nuevo presidente de Venezuela promete que desmontará el sistema del mandatario derrocado, es prácticamente un panegírico del empresario golpista, que declara, en relación a la matanza «Venezuela llora a sus muertos y no perdona la forma alevosa en que esos sectores del oficialismo actúan». Por su parte, la pieza 4 es la única que reúne testimonios más imparciales, aunque sus declaraciones parezcan corroborar las tesis de los golpistas: se habla del doctor Ely Durán, médico forense del depósito de cadáveres de Caracas, que da la «cifra oficial» de la matanza: 15 muertos y 110 heridos. También de los periodistas que cubrían la información del palacio presidencial de Miraflores, y que «comentaron a sus colegas que […] los oficiales rebeldes impidieron que Chávez escapara en avión. Para ello tomaron el control del aeropuerto caraqueño de La Carlota y de otros aeropuertos cercanos a la capital», en lo que parece una asunción de culpabilidad por parte del primero y una disculpa hacia los actos de los segundos. De nuevo, sin embargo, la noticia vuelve a otorgar el máximo protagonismos a los militares golpistas: el general inspector de la Guardia nacional, Héctor Ramírez Pérez, que «declaró que él se opuso a la orden de Chávez de masacrar a la población civil». Por último, la pieza 5 es una de las más interesantes para los propósitos de este análisis: el titular señala que «los tiroteos de grupos chapistas causaron hasta 24 muertos». En el primer párrafo la noticia se hace eco de las declaraciones de «Antonio González, portavoz de la organización humanitaria Provea», que se expresa en ese sentido.  No será hasta el segundo párrafo en que el autor de la noticia informará que «las cifras más fiables que se han manejado hasta ahora, que provenían de fuentes sanitarias, señalaban que había 16 muertos y 110 heridos». Más adelante y con mayor voluntad de imparcialidad, se relatan, siempre según Provea, algunas «violaciones a las garantías constitucionales y al Estado de derecho» cometidas contra partidarios de Chávez.

 

 

CONTENIDO

 

Nivel micro

 

-Pieza 1:

1         Elecciones léxicas: «La protesta pacífica […] acabó de forma sangrienta«. «La marcha opositora […] se dirigió al palacio de Miraflores para pedir masivamente la dimisión de Chávez». «Carlos Ortega […] también se unió al clamor popular de la dimisión presidencial».

 

2         Utilización de verbos en forma impersonal: «Se esperaba el anuncio del estado de emergencia y el toque de queda, pero Chávez no pronunció ninguna noticia relevante».

 

3         Atribución a Chávez de acciones tales como: «El general Lamela, que fue destituido del cargo de presidente de PDVSA por criticar al Gobierno«.

 

-Pieza 2:

1         Atribución a Chávez de adjetivos tales como «caudillo errático«, «ex golpista«, «autócrata peligroso«; y a su gobierno «el régimen chavista ha sido tan peligroso«, «sus desmanes autoritarios y corruptos«. A los opositores se les califica como «la resistencia civil contra Chávez […] se había organizado en redes que constituyen una esperanzadora semilla de desarrollo de una sociedad civil» (en un alarde de paternalismo) que esperaba «una salida constitucional«; «Hay que elogiar al menos la decisión de la cúpula militar de ceder el poder a un civil, aunque resulte singular que el elegido sea el presidente de la patronal (esfuerzo de objetividad); «Ricardo Carmona se ha comprometido a nombrar un gobierno de concentración ‘con gente intachable’ y a convocar elecciones en el plazo de un año». Se sobreentiende que los depuestos no son gente intachable.

 

2         Atribución a Chávez de acciones como «hacer luego un uso abusivo de ese poder», «represión protagonizada por la policía y francotiradores adictos a Chávez, que causaron 15 muertos y un centenar de heridos», «atacó a los medios de comunicación», «el equilibrio de poderes que Chávez eliminó a su medida».

 

-Pieza 3: Atribución a Pedro Carmona de adjetivos tales como «raramente pierde el control o las buenas maneras«, «frugal, pausado«, «sin estridencias«, en contraposición a los «grupos incontrolados del oficialismo«.

 

-Pieza 4:

 

  1. Atribuciones a Chávez y a los suyos de acciones como «Los militares se opusieron y desobedecieron su orden de utilizar la fuerza armada para reprimir al pueblo», «interminables discursos«; grupos armados de los llamados Círculos Bolivarianos. […] Imágenes grabadas por el canal Venevisión muestran cómo disparaban a mansalva contra los indefensos manifestantes¨.

 

  1. Interpelaciones al receptor: «La marcha de los caraqueños descontentos […] se desvió hasta el palacio de Miraflores para pedir ante sus narices (las de Chávez) la salida rápida del cargo».

 

-Pieza 6: Atribuciones a Chávez y a los suyos de acciones como «el sector duro de los chavistas no acaba de aceptar que su líder haya renunciado a la presidencia».

 

Nivel macro

Sólo unos cuantos ejemplos de este nivel de análisis.

 

1         Superficialidad. Las seis piezas están basadas en declaraciones que, como ya se ha afirmado, pertenecen todas al mismo bando. Los periodistas autores de las piezas no se han molestado en corroborar afirmaciones o consultar fuentes distintas a las golpistas. El contexto del conflicto está insuficientemente explicado, exceptuando algunas pinceladas.

 

2         Simplificación. En la pieza 2 se compara a Chávez con Fujimori y se le equipara con Hussein, Castro, las FARC colombianas y la mano derecho de Fujimori, Montesinos. Además, en la pieza 1, durante la narración de los hechos, se mete en el mismo saco a «grupos oficialistas, policías y militares».

 

3         Demonización. «Fue necesario sacrificar varias vidas para que (Chávez) dejara el cargo, del cual sale con las manos manchadas de sangre. Ya no puede lucir la imagen glorificada de mártir o de víctima de la oposición, sino de ‘asesino‘, como se lo echaron en cara sus compañeros de armas» (pieza 4).

 

4         Difusión de mentiras y exageraciones. Toda la pieza 2, sin ir más lejos, es un buen ejemplo de este punto. Por otra parte, la culpabilidad que se atribuye a Chávez y a sus partidarios de la matanza, sin una prueba que unas imágenes que después no resultaron ser demasiado fiables, es continua en los seis documentos analizados. También se deberían destacar los «24 muertos» que, según la pieza 5, son el resultado de la matanza.

 

5         Asunción del lenguaje de los poderosos. «Chávez no parecía haberse percatado de cómo ha cambiado el mundo tras el 11-S» (pieza 2). «El luto de los caraqueños por los primeros 16 mártires13 de la democracia, muertos a balazos el pasado jueves por manifestarse en la calle contra el ex presidente Hugo Chávez» (pieza 6).

 

 

COMPLEJIDAD DEL CONFLICTO

 

Los actores de este conflicto serían, por una parte, Chávez y sus partidarios y, por la otra, los golpistas, encabezados por el fugaz presidente Pedro Carmona. Una vez dejado este punto claro, se debe reiterar la casi absoluta ausencia de la voz de los primeros es las seis piezas estudiadas. Exceptuando un testimonio del pueblo (véase apartado «Selección del material existente…) que se declara partidario de Chávez, la práctica totalidad de las declaraciones pertenecen a los opositores y sólo se contemplan dos fuentes teóricamente imparciales: el médico forense del depósito de cadáveres de Caracas, doctor Ely Durán (pieza 4) y el portavoz de la ONG Programa Venezolana de Educación-Acción (Provea), Antonio González que, sin embargo, da un cifra de muertes muy superior a la real.

 

Estas declaraciones se centran, sobre todo, en justificar el golpe de estado como necesario para el país y en acusar a Chávez de haberlo provocado con su mala gestión: «El presidente debería ahorrarnos tiempo y dificultades, y dimitir. Este pueblo lo apoyó para subirlo al poder, pero lo defraudó y dejó de apoyarlo. El único culpable de lo que está sucediendo es Chávez«, afirma Manuel Cova, secretario general de la CTV en la pieza uno. «Las fuerzas armadas ha obrado con celeridad» (pieza 2). También hay llamamientos a la emotividad del lector con frases del tipo «Venezuela llora a sus muertos y no perdona la forma alevosa en que esos sectores del oficialismo actuaban» (pieza 3, declaraciones de Pedro Carmona) e informaciones exageradas o incluso mentirosas como «Grupos armados de los llamados Círculos Bolivarianos emboscaron a la multitud de manifestantes. Escondidos en los puentes y ventanas de los edificios, se apostaron francotiradores identificados con el Movimiento Quinta República» (pieza 4). Mientras que las acciones que se atribuyen a los golpistas son prácticamente siempre positivas (véase más arriba, «Contenido»).

 

En cuanto al conflicto, apenas se identifica su génesis: sólo se alude a la mala gestión de Chávez como origen del problema y la huelga general como antecedente del conflicto. Todas las declaraciones apuntan al mismo tema. Falta información de contexto y las fuentes refrendan en la casi totalidad de los casos las tesis golpistas. La información es imprecisa y poco contrastada. No obstante, hay esfuerzos de objetividad como la afirmación en la pieza 6 de que la legitimidad del nuevo gobierno «aún está por aclararse ante la opinión pública», la duda expresada sobre la supuesta carta de renuncia en la pieza 5, o la opinión del editorial (pieza 2), «el ejército sigue siendo el árbitro de última instancia».

 

 

¿PERIODISMO DE GUERRA O DE PAZ?

 

Según el cuadrado ideológico de Van Dijk14, las piezas analizadas cumplen los siguientes requisitos:

 

-Enfatizan sólo los efectos visibles de la violencia (muertos, heridos y daños materiales). En ningún lugar se habla de otros efectos perniciosos de este conflicto, sino sólo de las cifras variables de muertos y heridos y del «desabastecimiento de combustible» que, según afirma la pieza uno, «se hará crítica en las próximas horas».

 

-Expone las falsedades de los ‘otros’. Más que sus falsedades, lo que expone son sus errores y su baja catadura moral. «Sería bueno que Chávez y algunos de sus colaboradores detenidos rindieran cuentas de sus desmanes autoritarios y corruptos ante los tribunales de su propio país» (pieza 2), para citar sólo uno de los numerosos ejemplos.

 

-Colabora en los engaños y les mentiras de los ‘nuestros’. Valga lo que se ha explicado hasta el momento.

 

-‘Nosotros-ellos’; propaganda; concede la palabra a los ‘nuestros’. Valga lo que se ha explicado hasta el momento.

 

 -Enfatizan el terreno de la confrontación. «Los enfrentamientos entre manifestantes y grupos armados oficialistas y miembros de la Guardia Nacional ocasionaron al menos 11 muertos y casi un centenar de heridos, muchos de ellos presentaban impactos de bala» (pieza 1).

 

-Ve a ‘ellos’ como problema.»(Chávez) ha sido incapaz de conducir por un camino cierto al país, de reunificar a los venezolanos. Por el contrario, los ha dividido» (declaraciones de Pedro Carmona, pieza 1); «El único culpable de lo que está ocurriendo es Chávez» (declaraciones de Manuel Cova, secretario general de CTV, pieza 1); «Los militares se opusieron y desobedecieron su orden de utilizar la fuerza armada para reprimir al pueblo» (pieza 4).

 

CONCLUSIÓN

 

La cobertura de El País de los sucesos de Puente Llaguno no es escandalosamente partidista; hay incluso algunos esfuerzos de objetividad. Pero hay varios puntos que merecen la atención.

 

La primera y la más sorprendente quizá sea, sobre todo, la ausencia no sólo de testimonios pertenecientes a uno de los bandos, sino el hecho de que los periodistas autores de las piezas nunca, o prácticamente nunca, dan voz a los partidarios de Chávez. Tras esto, una de las cosas que cabe preguntar es: ¿no se han consignado testimonios que absolvieran a Chávez y a sus partidarios de la matanza porque no los había o bien porque nadie se molestó en buscarlos? En las acciones y los adjetivos que se atribuyen respectivamente a golpistas y a oficialistas se observa también un desequilibrio: mientras que a los primeros se les acusa de asesinos, fanáticos, y al dirigente Chávez de haber conducido a su país al desastre, el empresario Carmona, sospechoso de connivencia con la clase política tradicional de Venezuela (hecho que apenas se señala), suscita unas esperanzas que no parecen suficientemente justificadas. El tono prácticamente insultante del editorial (pieza 2) parece exceder a lo habitual en estos casos, y la demasiado fácil asunción por parte del diario de la culpabilidad de Chávez y sus partidarios en la matanza, basándose en unas pruebas que se han considerado con posterioridad muy sospechosas, incrementando falsamente el número de bajas y sin buscar otras fuentes o testimonios directos, son otros aspectos a destacar en estas piezas. En resumen, las verdades a medias, la mezcla, aunque no muy evidente, de información y opinión, la falta de profundidad en la cobertura del conflicto se observan en estas noticias de El País. Tampoco sigue las reglas de un periodismo de paz, aunque la verdad es que es difícil encontrar un medio que lo haga.

 

Hay una razón para este posicionamiento de un diario supuestamente de izquierdas a favor de un indudable atentado a la democracia, esté o no justificado: Chávez, a pesar de su permanencia en el poder, representa un peligro para los intereses occidentales, y

 

En los medios de EEUU y Europa, se parte del principio de observar si los intereses occidentales se encuentran o no amenazados15

 

el sistema no le ha legitimado. Aparte de todas las críticas que su populismo algo mesiánico y su inusual forma de hacer política le puedan granjear, lo que realmente preocupa es su no acatamiento de las imposiciones de FMI y el al menos atisbo de planificación económica por la que aboga, algo ambigua aunque con críticas a la economía del mercado. Su manifiesta admiración por el sistema político cubano, su cercanía los líderes más izquierdistas de América Latina, y  su oposición a las intervenciones ya sean militares como económicas de la superpotencia son razones más que suficientes, aunque no las únicas. Y El País ha demostrado lo mismo que se hizo patente con sus editoriales en relación al 11-S: que cuando los intereses de EEUU están realmente amenazados, el mantenimiento del status quo y los tópicos vigentes pesan más que cualquier vocación izquierdista que, por otra parte, no parece referirse más que a la cercanía con un determinado partido político y, en todo caso, a cierto progresismo social16, más que a una real ideología antineoliberal.

 

Parece que la manipulación informativa no es ajena a ningún medio de comunicación no independiente cuando está en juego la preservación del sistema, y que el periodismo de guerra, mucho más efectista y efectivo a la hora de conseguir audiencia, predomina sobre el de paz. Dado este estado de cosas, quizá sea necesario que todos leamos la prensa, escuchemos los informativos radiofónicos y veamos los telenoticias con un espíritu mucho más crítico. El problema es si estaremos preparados para asumir ese reto.

 

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NOTAS

 

1 En todo este párrafo se han seguido las teorías de Xavier Giró (1999).

 

2 Véase Jarque.

 

3 «Ser periodista hoy», en Ramonet (2000).

 

4 «Comunicación contra información», en Ramonet (2000).

 

5 Ramonet (2002).

 

6 «Golpe de Estado de 20002 (Venezuela)» en www.es.wikipedia.org

 

6  Lo que sido está basado, además de en la lectura de diversos diarios, en «Golpe de Estado de 20002 (Venezuela)» en www.es.wikipedia.org y «Biografías de líderes políticos – Hugo Chávez» en www.cidob.org

 

8  «Biografías de líderes políticos» del CIDOB» en www.cidob.org

 

9 Enumerar los aciertos o desaciertos del gobierno de Chávez excede los propósitos de este análisis, pero los interesados pueden encontrar información en la bibliografía.

 

10 13-02-2002.

 

11 «La conspiración contra Chávez»,  de Ramonet, en Alegre (ed.) (2002).

 

12 «El día en que la UE y sus medios de comunicación fueron golpistas», de Pascual Serrano en Alegre (ed.) (2002).

 

13 Las comillas son del texto estudiado.

 

14 Van Dijk (1997).

 

15 «La batalla Norte-Sur en la información», en Ramonet (2000).

 

16 «El País de Madrid y su liderazgo», Juan Varela, Chasqui 88, Revista Latinoamericana de Comunicación, 2004.

 

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BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA

 

La premsa i el Sud: informació, reptes i esquerdes, Xavier Giró, SOLC, Barcelona, 1999.

 

Lògica de guerra o lògica de pau? Anàlisi crítica del discurs dels editorials d’El País sobre els atemptats de l’11-S, José Manuel Jarque, tesis doctoral.

 

La tiranía de la comunicación, Ignacio Ramonet, Debate, Madrid, 2000.

 

El elegido Hugo Chávez. Un nuevo sistema político, Medófilo Medina, Ediciones Aurora,  Bogotá, 2001.

 

Revolución y desilusión: la Venezuela de Hugo Chávez, Carlos Blanco, Los Libros de la Catarata, Madrid, 2002.

 

Racismo y análisis crítico de los medios, T. Van Dijk, Paidós, Paidós Comunicación 82, Barcelona, 1997.

 

«Golpe en Venezuela: relato de un testigo», Gregory Wilpert, artículo publicado en La Jornada, México, el  13-02-2002.

 

«El País de Madrid y su liderazgo», Juan Varela, publicado en Chasqui, Revista Latinoamericana de Comunicación, 2004.

 

«La conspiración contra Chávez», de Ignacio Ramonet en Periodismo y Crimen. El caso Venezuela 11-04-02, Luis Alegre (ed.), Hiru Argitaletxea, 2002.

 

«El día en que la UE y sus medios de comunicación fueron golpistas», de Pascual Serrano en Periodismo y Crimen. El caso Venezuela 11-04-02, Luis Alegre (ed.), Hiru Argitaletxea, 2002.

 

«El tratamiento de la información económica en el periodismo de hoy», Ignacio Ramonet, 2002, conferencia dada en Fogade, Caracas, Venezuela, 4-4-2002, Mimeo. Fuente: Venezuela Analítica, www.analitica.com/bitblioteca/ramonet/fogade.asp

 

 http://es.wikipedia.org/wiki/Golpe_de_estado_de_2002_(Venezuela)

 

http://www.cidob.org/bios/castellano/lideres/c-063.htm