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¿De veras tenemos libertad de expresión?

Fuentes: Rebelión

¿Existe la libertad de expresión en la Unión Europea? Seguro que la inmensa mayoría de los lectores ha respondido que sí. Técnicamente se puede reconocer que tienen razón, al fin y al cabo nadie es detenido o fusilado en Europa por decir lo que piensa. No obstante, estamos en gran medida simplificando la cuestión. También […]

¿Existe la libertad de expresión en la Unión Europea? Seguro que la inmensa mayoría de los lectores ha respondido que sí. Técnicamente se puede reconocer que tienen razón, al fin y al cabo nadie es detenido o fusilado en Europa por decir lo que piensa. No obstante, estamos en gran medida simplificando la cuestión. También se reconoce que se vive en una democracia, «poder del pueblo». Si introducimos este último concepto («poder») a la pregunta anterior quizás nos sorprendan los resultados.

Es evidente que el citado «poder» varía sustancialmente si tu discurso es escuchado por unos pocos interlocutores o, por el contrario, llega a millones de telespectadores sentados frente al televisor. Sólo los dueños de grandes medios de comunicación pueden enviar su mensaje a millones de personas; son los bautizados por Luismi Uharte (2008) como latifundistas mediáticos. Acaparan todo el poder.

Carlos Fernández Liria (2002) decía que la única manera de democratizar los medios de comunicación, y por tanto la comunicación, es haciéndolos públicos. La comunicación es fundamental para la democracia, y al igual que otros derechos básicos como el agua, la sanidad, la educación, etc. son públicos, la comunicación también debe serlo para un correcto desarrollo de la democracia. Por supuesto, esto no ha de llevar a entender la comunicación como mera propaganda de un estado todopoderoso, al estilo de Stalin.

El modelo comunicacional debería asemejarse al actual sistema universitario público en donde la libertad de cátedra existe. Las universidades privadas, al igual que sucede con los medios de comunicación privados, pueden despedir al profesor por no seguir los principios de la corporación. Es decir, una posible solución es que todos medios de comunicación sean públicos y en los que cada persona tenga total libertad para comunicar; esto es, una libertad de comunicación, similar a la de cátedra. Por supuesto, tendrían cabida en estos medios todas las personas, también Berlusconi, Polanco y compañía, pero, obviamente, con el mismo poder de difusión que el resto. Entonces, quizás no les interesaría dedicarse a la comunicación…

 

Citas bibliográficas:

-Fernández Liria, Carlos. 2002. Periodismo y crimen. El caso Venezuela 11-04-2002. Editorial: Hiru. Hondarribia (Guipúzcoa).

-Uharte Pozas, Luismi. 2008. El Sur en revolución. Una mirada a la Venezuela Bolivariana. Editorial: Txalaparta. Tafalla (Navarra).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.