El silencio es, paradójicamente, uno de los principales mecanismos adoptados por los medios de comunicación para manipular los hechos. Si una historia no interesa a los dueños de los medios – y, consecuentemente, a los dueños del mundo – ella simplemente no es publicada o transmitida. Esta denuncia es hecha por el periodista español Pascual […]
El silencio es, paradójicamente, uno de los principales mecanismos adoptados por los medios de comunicación para manipular los hechos. Si una historia no interesa a los dueños de los medios – y, consecuentemente, a los dueños del mundo – ella simplemente no es publicada o transmitida. Esta denuncia es hecha por el periodista español Pascual Serrano, fundador de la página alternativa Rebelión y autor del libro «Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo «, lanzado a mediados del año pasado.
«Si contaran muchas mentiras, perderán su credibilidad, perderían su eficacia como mecanismo de formación de opinión», dice, en un diálogo en la Escuela Nacional Florestan Fernandes, en Guararema (SP-Brasil). Por tanto, según él, los medios, además de ignorar selectivamente ciertos hechos, echan mano de otros expedientes, como la descontextualización y el lenguaje sesgado. Para Serrano, sólo hay un modo de que la izquierda pueda defenderse de tamañas manipulaciones. Crear sus propios medios, en lugar de quedarse esperando por pequeños espacios en los grandes medios de comunicación.
Brasil de Fato – Usted tiene un libro llamado «Desinformación. Como los medios ocultan el mundo«. ¿Cuáles son los principales mecanismos que los medios utilizan para ocultar el mundo?
Yo dividiría en dos mecanismos. Por un lado, los estructurales, es decir, los mecanismos cotidianos de funcionamiento de la prensa que, por su modelo de trabajo son incompatibles con la explicación del mundo. Fundamentalmente, sería la falta de antecedentes sobre un contexto para entender una situación compleja, la dinámica de la televisión – que, con su ritmo trepidante, impide comprender, sobre todo cuestiones complejas – y el culto al sensacionalismo de la imagen – que sucede mucho en la televisión. Esto impide profundizar las cuestiones y enviar un mensaje complejo. Por ejemplo, cuando usted quiere dar un sentido simple – de que Irán tiene la bomba atómica o que Chávez es un dictador – eso se puede decir en pocas palabras. Pero si usted quiere explicar que la política de EE.UU. está causando un genocidio en Afganistán, esto requiere una explicación más compleja.
Otra situación es cuando hay un consenso y un plan premeditado por parte de los grandes medios de comunicación para enviar un mensaje específico. Eso incluye el estigmatizar o criminalizar a los líderes políticos que no son del gusto del establishment mundial, hasta criminalizar a los movimientos sociales, colectivos o causas. Atentan para el hecho de que el mecanismo no es sólo una mentira, que esa existe, pero no es la más común. Porque ellos saben que su carta principal es la credibilidad. Si contaran muchas mentiras, perderían su credibilidad, perderían su eficacia como mecanismo de formación de la opinión. Es decir, el plan es más refinado: se utiliza el silenciamiento de las noticias que no les gusta. Por ejemplo, la Misión Milagro, que se celebró en una alianza entre Venezuela y Cuba, que hizo que un millón de personas de orígenes humildes en América Latina y el Caribe consiguiesen recuperar su vista, es noticia, parece obviamente relevante, pero eso es silenciado. Por otra parte, también juegan con el marco, con el enfoque de la noticia, en busca de elementos dentro de un contexto que lleven a una tesis, y no a otra. Y lo que queda claro en el libro es que el modelo cambia de una región a otra, de un tema a otro. Por ejemplo, en el conflicto palestino-israelí, el problema es la falta de contexto. Nadie en este momento parece saber decir el origen de este conflicto, aunque este tema estaba presente cada día en las noticias. Utilizan el lenguaje como un método de manipulación, de manera que sistemáticamente llaman de terroristas a los palestinos. Llaman secuestrados a los soldados israelíes capturados. Llaman de detenidos a los civiles palestinos que son secuestrados por el ejército israelí.
En África, por ejemplo, se aplica el silenciamiento, o se presenta los conflictos como cuestiones tribales, en lugar de mostrar los intereses de las empresas y poderes coloniales como Francia y EE.UU. Y en América Latina, utilizan la estigmatización y criminalización constante de líderes como Hugo Chávez, Evo Morales o Fidel Castro. En el caso de Venezuela, es curioso, porque presentan como escándalos noticias que se presentan como normales en otros países. Reivindican como escándalo la no renovación de una concesión de televisión cuyo plazo terminó y el cambio de la zona horaria. Hay otra pauta habitual en relación con América Latina, a través de la cual el presidente o líder político siempre se presentan en medio de una imagen de crisis, desestabilización y caos. Esto hace que, en Europa, todo el mundo conozca los nombres de los presidentes de Bolivia y Venezuela, pero no sabe el nombre del Presidente de Perú o México. Incluso si usted le pregunta quien habría sido otro presidente de Bolivia y Venezuela no puede decir. Y en los últimos años, Evo Morales y Hugo Chávez, todo el mundo sabe quién es.
¿Cuáles fueron los métodos utilizados para hacer el libro, cómo fue la investigación?
El libro nació un poco de mi experiencia como director editorial de Telesur, donde me di cuenta que todo lo que proviene de agencias de noticias, e incluso los hábitos de los jóvenes periodistas, impiden explicar en profundidad lo que está ocurriendo en el mundo. Entonces, reflexioné sobre cómo explicar el mundo con suficiente complejidad en la televisión. Todo lo que quise hacer en Telesur, a menudo no es posible hacer en una televisión por imperativos técnicos, económicos, logísticos o de imagen. Así que empecé a entrevistar a expertos y periodistas que considero autores de confianza y que conocen a profundidad diferentes regiones – por ejemplo, sobre Afganistán, Congo, Cuba, China. En fin, pregunté a estos expertos sobre la zona que conocían. Pregunté si lo que está en la prensa se ajusta a lo que sucede. Ellos, por supuesto, opinaron y mostraron cómo ciertas situaciones no se ajustan a lo que se cuenta en los medios de comunicación. He hablado con las organizaciones de derechos humanos que están en algunos lugares. He buscado a los analistas que trabajan con los medios de comunicación, observatorios de los medios de comunicación, expertos en el seguimiento de noticias en la comunidad académica. He hablado con los medios alternativos no están tan influenciados por intereses publicitarios o de grupos económicos empresariales.
¿Crees que hay una especie de plan establecido entre los distintos medios para desinformar o las cosas suceden de forma más natural y automática, como una especie de acción de la prensa que se va estableciéndose?
No es un plan elaborado, pero parte de la evolución espontánea de los mecanismos de funcionamiento de los medios de comunicación. Siguiendo la idea: los medios de comunicación son propiedad de grandes grupos empresariales. Los intereses económicos de grandes empresas multinacionales piden grandes inversiones en publicidad. Políticos liberales que no gustan de políticas progresistas reaccionan en conjunto con estos actores. Es decir, así se forma un consenso para satanizar a Hugo Chávez o para satanizar o criminalizar a la Revolución Cubana. La gran prensa no se reúne para decir «¿cómo vamos aatacar a Cuba o a Chávez?». Los intereses de estos grupos económicos es que van actuar en consenso, sin necesidad de coordinarse entre sí.
Un claro ejemplo son los países de América Latina que pasan por reformas en las leyes de la comunicación. La reacción de los grandes medios de comunicación en Venezuela, Argentina y Ecuador fue el mismo. Gobiernos que inician procesos de democratización de los medios de comunicación, dando paso a los movimientos sociales, medios de comunicación independientes y la prensa libre, encuentran una sistemática oposición de grupos mediáticos españoles, bolivianos, argentinos y ecuatorianos. Y si mañana hubiera una iniciativa como ésta en Brasil, será igual. Pero si por un lado no hay un plan, por el otro existe una articulación de los medios, por ejemplo, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) o la ONG Reporteros sin fronteras.
¿Cómo es esta articulación?
Sí, ellos tienen mecanismos de combate común. Y es bueno descifrar cómo funcionan y cómo ellos no tienen ninguna legitimidad o representatividad. Por ejemplo, cuando se habla de la Sociedad Interamericana de Prensa, no debemos cansarnos de explicar que se trata de una asociación patronal. Que defiende a las empresas y no representa ninguna libertad de expresión. Es como si las empresas que construyen carreteras hablasen de la falta de libertad de movimiento porque están impedidas de construir una carretera en la Amazonía. No, la libertad de movimiento es diferente de la construir carreteras. Por otra parte, tenemos que aclarar que cuando las empresas hablan de la libertad de expresión, están reivindicando su derecho a la censura. En otras palabras, quieren continuar con su derecho a mantener el oligopolio y el control de la información. Decir lo que puede ir o no a la pantalla y llegar al público. Reporteros Sin Fronteras es algo similar. Ha denunciado sobre los periodistas muertos en Irak, pero cambia de reacción cuando se habla de Colombia. Hace poco hice una entrevista con un periodista colombiano que dijo que una vez le preguntó a un representante de Reporteros sin Fronteras cómo él consideraba la libertad de expresión en Colombia. Él respondió: «Sí, es cierto que nos matan, pero en Colombia hay libertad de expresión»!
¿Cuáles son los países donde la desinformación es más grande? ¿En qué país los medios de comunicación está más concentrada?
Creo que el país más desinformado es los EE.UU., teniendo en cuenta la cantidad de recursos que el gobierno de EE.UU. tiene para infiltrar analistas, comprar periodistas, presionar la línea informativa a sus intereses. Además, los lobbies de las empresas, como las de armas, sobre contenidos periodísticos, se hicieron evidentes en la guerra de Irak. En algunos países, las denuncias de que no había armas de destrucción masiva o que se trataba de una invasión ilegal al país del Oriente Medio tuvieron una cierta aceptación. En los EE.UU., datos de analistas e informaciones mostraron que la desinformación publicada acerca de la invasión estaba totalmente a favor de la intervención. Al punto en que el 51% de los americanos creía que Saddam Hussein estuvo personalmente implicado en los atentados del 11 de septiembre. Esto muestra claramente que fueron engañados. Pero creo que el país donde la desinformación llevó al enloquecimiento manipulador de una forma más violenta y radical es Venezuela. El libro cuenta ejemplos impresionantes. No sólo cómo los medios de comunicación venezolanos trataban a Chávez, sino cómo las informaciones llegaban a otros países. Recuerdo una manifestación en favor de Chávez, cómo la televisión, en vivo, para mostrar que había pocas personas filmaron a dos kilómetros de donde estaba aconteciendo el acto. O mostraban y volvían a pasar a otros países imágenes de oposición a Chávez con imágenes grabadas hace años!
¿Cómo es posible para contrarrestar este poder?
En la actualidad, el principal mecanismo de combate que el capital y la burguesía poseen contra los gobiernos progresistas ni siquiera es la amenaza de un golpe militar, son los medios de comunicación. Ya lograron cosas que ninguna empresa y ningún gobierno consiguieron. Mayor impunidad, menos control por parte de la legislación. Creo que los gobiernos progresistas han reaccionado demasiado tarde. Evo Morales o Lula pasaron años reclamando que los medios de comunicación no dejaban de atacarle y agredirlos. Sólo reclamar me parece una política ineficaz. Si un gobierno progresista es atacado, lo que tiene que hacer es desarrollar políticas públicas para evitar esto. Es como en la educación: si no hay escuelas para todos los niños, los gobiernos no deben venir a quejarse, deberían construir escuelas. Y estos gobiernos deben crear políticas públicas para la democratización de la comunicación. Pero estos medios de comunicación públicos y comunitarios no pueden convertirse en medios de gobierno, presidentes y partidos. Deben ser participativos, democráticos y deben estar bajo el control de los ciudadanos. Estos puntos son esenciales y están desarrollándose lentamente, pero con pasos firmes. Venezuela está a la vanguardia del desarrollo de medios comunitarios y públicos, por delante de Europa.
¿Cree usted que la izquierda, en general, se ha dado cuenta de la importancia de los medios de comunicación como un mecanismo de resistencia a la dominación de las elites?
La izquierda se ha dado cuenta, ella es consciente de que tiene grandes enemigos en los medios de comunicación, pero no saben qué hacer. Durante muchos años, la izquierda pensaba que debía pactar con los grandes medios de comunicación. Organizando entrevistas colectivas, pasando las informaciones, dando subsidio fiscal. Así pues, creían en un acuerdo con el capital, pensando que él lo podría dejar gobernar. La izquierda tradicional, ya sea en los gobiernos progresistas o de los partidos políticos necesita comprender que no hay acuerdo posible. Los grandes medios de comunicación sólo hipotecan espacios, pero no dejan que nada se mueva. Lo que debemos buscar es una revolución mediática. Pues el dilema de los medios de comunicación es el mismo dilema que hay en otros sectores. Entonces no hay un acuerdo con el latifundista, porque él nunca va a querer perder el latifundio, ni de la tierra, ni de los medios de comunicación. ¿Porqué son empresas de comunicación y por detrás de ellas hay grupos de empresarios y un modelo económico.
¿Cómo es el panorama de la prensa de izquierda en España?
Es deprimente. México tiene un excelente periódico, que es La Jornada. En Brasil, ustedes tienen Brasil de Fato, que es una hermosa experiencia de coordinación de los movimientos sociales para tener una publicación, lo que es muy difícil. En Italia, todavía existe Il Manifiesto y otros relacionados a la izquierda. Pero no en España.
* De la revista Caros Amigos
¿Quién es Pascual Serrano?
Nacido en Valencia (España) en 1964, Pascual Serrano, fundó en 1996, junto con un grupo de periodistas, la página Rebelión (www.rebelion.org). De 2006 a 2007, Serrano fue asesor editorial de Telesur. Hoy en día, trabaja con publicaciones españolas y de América Latina y mensualmente, con Le Monde Diplomatique. Entre sus libros sobre política y comunicación, se destacan: «Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo», 2009; «Perlas 2. Patrañas, disparates y trapacerías en los medios de comunicación«, de 2007, y «Medios violentos. Palabras e imágenes para el odio y la guerra«.
Versión castellana: http://muticom.org/es/blog/
Versión original en portugués http://www.brasildefato.com.