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Las elecciones en Iraq vistas por Falsimedia

Democracia flexible, desde cero hasta cero

Fuentes: Rebelión

El conjunto de los grandes medios de comunicación -Falsimedia- se ha incorporado a la estrategia bushiana de preparación publicitaria y lanzamiento del segundo mandato presidencial. En el Estado Español, El País, en el ámbito de los medios escritos, es uno de los ejemplos más eficientes(1). Pero su papel no es en absoluto excepcional. Este periódico […]

El conjunto de los grandes medios de comunicación -Falsimedia- se ha incorporado a la estrategia bushiana de preparación publicitaria y lanzamiento del segundo mandato presidencial.

En el Estado Español, El País, en el ámbito de los medios escritos, es uno de los ejemplos más eficientes(1). Pero su papel no es en absoluto excepcional. Este periódico y otros muchos medios similares en todo el mundo -escritos y audiovisuales- ocupan un lugar de máxima importancia en el proceso de adaptación de la parte más «progresista» de la llamada opinión pública a la nueva etapa del gobierno Bush. Se trata en primer lugar -en los medios no estadounidenses- de una aceptación entre resignada y complaciente del liderazgo mundial de los Estados Unidos en las condiciones precisas de presiones, fuerza, chantaje, coacción, ruptura del derecho internacional, y brutalidad militar y represiva extremas, en las que ese liderazgo ha sido definido en el primer mandato, prefascista o neofascista, del actual presidente de los Estados Unidos.

Que todo el mundo trague Imperio

La tarea sistémica de estas grandes empresas de comunicación, con etiqueta de progresistas en el campo de la fabricación de «opinión pública», es la de predigerir el plan imperialista de Bush y regurgitarlo para la alimentación de un sector estratégico fundamental de esa «opinión pública».

La función política es la de diluir, en el ámbito comunicativo de estos medios, la oposición internacional a Bush para facilitar los próximos cuatro años de jefatura en el mundo del sector político más militarista de los Estados Unidos. En realidad Bush es el poder supremo que durante un «período inevitable» -y como resultado de una mecánica electoral extremadamente corrupta que conduce a la elección de las élites políticas en casi todo el mundo- va a ejercer una presión coactiva y una amenaza militar sin límites para implantar el capitalismo neoliberal sobre la mayoría de los pueblos del planeta. Éste es el gran puntal de la «democracia modelo» que ha reforzado poderosamente durante su primer mandato.

El ejemplo más importante del ejercicio de una «libertad de información» al servicio del Imperio es, en estos momentos, el de la guerra y las elecciones en Iraq.

El análisis de un «editorial tipo», el del periódico español El País titulado «Elecciones a ciegas»(2), demuestra hasta que punto los órganos de Falsimedia comparten el discurso fundamental y la estrategia general del Imperio, y se han adaptado a su expresión dura que corresponde al triunfo de Bush y al inicio de su segundo mandato. Las ideas, proyectadas para crear matrices de opinión favorables a la ocupación militar y a la guerra contra el pueblo de Iraq que están manteniendo los Estados Unidos, han sido recogidas directamente de la administración Bush y sus agentes mediáticos locales, y repetidas con casi total uniformidad por los medios audiovisuales y escritos de todo el mundo.

El discurso reproduce la doctrina Bush de la «extensión de la Democracia y la Libertad» y la aplica a la situación «actual» de Iraq -desvinculándola de los orígenes de la invasión militar y de la propia guerra que ha estallado después como enfrentamiento armado de gran intensidad- en relación con las elecciones del 30 de enero.

El discurso básico. Las buenas intenciones

La estrategia informativa de los medios es la de dar vueltas en espiral -aproximándose o distanciándose según las posibilidades de engaño y de manipulación- alrededor de una idea básica que, presentada desde ángulos variables, va ocupando el lugar central en la opinión pública.

La idea es que en Iraq no se pueden celebrar unas elecciones democráticas en las mejores condiciones, ni siquiera en condiciones medianamente aceptables, tal vez tan sólo en condiciones extremadamente precarias, debido a la existencia de un ambiente de violencia en un país ocupado.

«Sin testigos, casi a ciegas, y en una situación de ocupación militar y terrorismo muy activo, se van a celebrar el 30 de enero las primeras elecciones democráticas en Irak.»

«Es evidente que estos comicios van a ser algo más que ‘imperfectos’… Definitivamente desechada la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, EEUU no tiene hoy otra justificación para la guerra, la ocupación y su presencia allí que el establecimiento de una democracia por imperfecta que sea… Sólo un éxito, por limitado que sea, de estas elecciones puede crear una situación por la que deje de ser un puro sarcasmo la afirmación del presidente George W. Bush de que la intervención ‘ha valido la pena’.

(…)

«Las elecciones se celebran casi sin testigos… la inseguridad ha expulsado a la prensa independiente… Tampoco habrá un sistema de observación internacional fiable… La ubicación de las urnas se dará a conocer días antes… En cuatro zonas suníes, incluida Bagdad, será difícil que se pueda siquiera votar. Por temor a atentados, los votantes no conocen aún los nombres de los candidatos. Se harán públicos después de las elecciones. Pese a todo, de las elecciones surgirá una asamblea constituyente y un gobierno en todo caso más legítimo que el precedente y todos los anteriores».

(…)

Las elecciones distan de ser genuinamente democráticas por las circunstancias reinantes en IraK.»

Anillando así la realidad, cubriendo de brumas la memoria inmediata, se margina la verdad fundamental: no hay, ni ha habido, la menor intención de celebrar «elecciones democráticas» en Iraq.

La intención fundamental que provocó la invasión, la guerra, y todo el desastre que está viviendo Iraq, fue la de ocupar y permanecer en el país controlando su economía y su petróleo y entregando sus riquezas a las multinacionales. Esa estrategia se concretó después en la realización de una transición desde el gobierno de un administrador colonial muy visible, Paul Bremer, con un gobierno provisional controlado por un exiliado vinculado al Departamento de Estado -Chalabi-; a una administración colonial invisible, Negroponte, con el gobierno títere de un exiliado ex agente de la CIA -Alaui-.

Esa verdad elemental, plenamente visible en los hechos y en las declaraciones oficiales en el momento de «la victoria» (fue proclamada sin tapujos por Paul Bremer en la primera rueda de prensa a su llegada a Bagdad), va desapareciendo en el fondo brumoso de la estrechísima memoria que caracteriza nuestra «opinión pública creación mediática», mientras se establece y va cristalizando una estructura básica en la que se acomoda la nueva información manipulada.

El discurso general, del que participan los medios más «progresistas» -o multilateralistas, como se dice ahora es que el terrorismo en Iraq frustró las mejores intenciones de los EEUU.

Los resultados según «ecuación» del Pentágono

Por eso mismo -para preservar las buenas intenciones de Bush- en la explicación de las «deficiencias» de esos «comicios algo más que imperfectos», no se mencionan otras imperfecciones mucho más definitorias que se derivan de la propia situación de colonización brutal por la fuerza y de la intención de mantenerla. Terrorismo militar y sometimiento brutal de la población, nombramiento directo de los «gobiernos provisionales» bajo la dirección obediente de antiguos exiliados, agentes de los EEUU -Ahmed Chalabi y Ayad Alaui-, establecimiento de las normas electorales, de las prohibiciones masivas de sufragio activo y pasivo, elecciones virtuales bajo secreto y control militar. Todo el proceso de votación, en más de la mitad del país, va a ser tan invisible como las armas de destrucción masiva. Lo rodarán, con extras enmascarados en la «zona verde», los periodistas empotrados que alimentan a la empotrada «Falsimedia», los que acompañan y obedecen a las fuerzas de combate de los ejércitos invasores.

En Iraq solo es seguro que se introducirán decenas de miles de votos en las «urnas» del exilio. Sin duda alguna, la simulación electoral va a responder a una «ecuación de situación más favorable» que ha fabricado -bajo dirección de Rumsfeld, y con los componentes neofascistas y toda la racionalidad militarista e imperialista del Secretario de Defensa- el Pentágono. La exigencia primera de esa ecuación es la propia simulación de elecciones: ¡Quiero que todo el mundo vote!, clamaba Bush en el discurso del 7 de enero.

Cortinas de humo para ocultar el pasado

Además de ese elemento básico: «la violencia frustra las buenas intenciones democratizadoras de los EEUU», el discurso de adaptación y servilismo de Falsimedia contiene otras partes fundamentales.

En los textos reproducidos en este artículo -que representan otra cosa que la divulgación a través de un «editorial tipo» del discurso universal del Imperio que se está distribuyendo en todas las latitudes- aparecen algunos de ellos.

La frase ya mencionada: «Definitivamente desechada la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, EEUU no tiene hoy otra justificación para la guerra, la ocupación y su presencia allí que el establecimiento de una democracia por imperfecta que sea…» es paradigmática del cinismo, la identificación con la política de los Estados Unidos; y la utilización del factor tiempo y del virtual monopolio de la información del que disfruta Falsimedia, para la manipulación extrema de la opinión pública.

La existencia de las armas de destrucción masiva «ha sido definitivamente desechada» -seguramente después y gracias a la minuciosa investigación in situ realizada por los expertos enviados por Bush-. De ninguna manera, para los medios ejemplarmente «democráticos», esa existencia ha sido una coartada inventada descaradamente por los EEUU, sino una sospecha que justificó suficientemente la guerra, la destrucción sistemática de Iraq, la invasión y colonización militar de un país soberano, y la terrible situación de hambre, marginación y muerte en la que vive los iraquíes.

De esa sospecha, finalmente aceptable para un genocidio de esas características, se pasa inmediatamente a la justificación de la ocupación militar masiva, el sometimiento brutal del país y la guerra, como instrumentos para «el establecimiento de una democracia por imperfecta que sea». La afirmación mencionada textualmente, con ese: «EE UU no tiene hoy otra justificación», es perfecta de cinismo y de hipocresía.

El terrorismo y el fin de la pesadilla

La resistencia en Iraq, un país invadido y en guerra abierta contra los ejércitos ocupantes se convierte, en la realidad que construye Falsimedia, en un fenómeno de «terrorismo muy activo» que hace «muy difícil creer en una situación postelectoral en la que los iraquíes vayan a poder gozar de mayor seguridad y protección de sus vidas y derechos». «Un aplazamiento de las elecciones sería considerado como un triunfo del terrorismo».

En ningún momento se habla de resistencia a la invasión y ocupación del país, de guerra de liberación, o de otros conceptos que encajarían mucho mejor en el análisis de la situación en Iraq.

El simulacro electoral organizado por los países invasores y garantizado –hasta el punto que hemos visto- por los ejércitos de ocupación, sus «contratistas civiles armados», la policía reclutada por el hambre y adiestrada bajo dirección de Negroponte, y su sistema concentracionario cuya punta de iceberg es la prisión de Abu Ghraib, es calificado de la siguiente manera:

«las elecciones… son la única vía de crear una situación que aleje la pesadilla de eternizar la presencia militar allí y permita perfilar una retirada que no sea una humillación y una catástrofe política, militar y geoestratégica de consecuencias imprevisibles».

La parte inicial de esa conclusión es absolutamente falsa, la ocupación militar de Iraq continuará en cualquier caso en gigantescas bases militares. La reducción de los efectivos depende únicamente del improbable éxito en los niveles de sumisión del país, de la consolidación de la estructura colonial que han planificado los EEUU.

La segunda parte traduce con exactitud los valores, objetivos y criterios de poder imperial del Consejo Nacional de Seguridad y del Pentágono.

La complicidad con el Imperio, que está estableciendo unas condiciones extremas de explotación y de muerte, insoportables para la inmensa mayoría de la población del mundo; que destruye cualquier rastro de convivencia solidaria, y que pone en alto riesgo las posibilidades de supervivencia de la vida en el planeta, tiene un instrumento privilegiado en Falsimedia.

Algo que debe tener muy en cuenta, en su estrategia de lucha, la organización que está surgiendo del Encuentro en Defensa de la Humanidad que tuvo lugar en hace unas semanas en Caracas.

(1). El País, símbolo de PRISA, no es más que la expresión en papel de todo un conjunto de medios de comunicación que incluyen canales de TV generales y locales, cadenas de radio, etc. con presencia en el Estado Español y en América Latina.

(2). 16 de enero de 2005