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Democracia y medios públicos mexicanos

Fuentes: El Universal

Durante la semana del 20 al 25 de setiembre, la Red Nacional de Radiodifusoras y Televisoras Educativas y Culturales, con el auspicio de la UNESCO y la Fundación Konrad Adenauer, celebró un congreso internacional sobre democracia y medios públicos en la ciudad de México. No es la primera iniciativa que ha existido para tratar ese […]

Durante la semana del 20 al 25 de setiembre, la Red Nacional de Radiodifusoras y Televisoras Educativas y Culturales, con el auspicio de la UNESCO y la Fundación Konrad Adenauer, celebró un congreso internacional sobre democracia y medios públicos en la ciudad de México. No es la primera iniciativa que ha existido para tratar ese tema. Antes lo había hecho el Congreso de la Unión en una de sus conferencias internacionales que tuvo como título el de Medios públicos en la reforma del Estado. No obstante, la convocatoria de la Red es pertinente y oportuna por varias razones:

Primero. Durante mucho tiempo diversos medios gubernamentales se han autonombrado «medios de Estado», al asimilar la idea de Estado con el concepto de gobierno para justificar su existencia dentro del presupuesto, pero sin ningún desarrollo teórico que diera al menos una coartada de su papel en una sociedad democrática. Hoy, el discurso ha cambiado. Los organizadores de este evento reconocen públicamente que «los medios de radiodifusión de servicio público cuyas características y propósitos legales en México difieren, en forma notable, de los parámetros democráticos internacionales». Este discurso da cuenta de que las cosas no pueden mantenerse como están y que hay que iniciar un proceso de reforma de esos medios para ajustarse a las expectativas crecientes sobre lo que deben realizar o no en una democracia en construcción.

Segundo. El creciente poder de los medios electrónicos privados, como pone de relieve en su reportaje Jenaro Villamil en Proceso de esta semana, ha hecho que las posibilidades de una reforma legal a la Ley Federal de Radio y Televisión estén canceladas, por la renuncia de los integrantes de la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía de la Cámara de Diputados para legislar sobre la materia por los inconvenientes políticos que ello implicaría, sobre todo de cara a las elecciones presidenciales de 2006. En ese contexto, la reforma legal de los medios no comerciales es acaso el único camino que existe para avanzar en la materia con opciones de éxito, justificar la existencia de esa comisión legislativa en la Cámara Baja y generar un contrapeso sobre la apabullante oferta programática privada.

Tercero. En los últimos años ha ido ganando terreno la percepción del cambio democrático con aquella que reivindica de facto el uso patrimonial de los medios no comerciales. Y esa convicción ha ido desarrollándose particularmente desde la gestión de los medios. Existen evidencias que permiten sustentar esta afirmación. Uno de los principales antecedentes de este movimiento de reforma democrática se ubica en la asociación internacional sobre esta materia que fue dirigida por el ex director del Instituto Mexicano de la Radio, Carlos Lara Sumano, y que ha continuado Dolores Béistegui, quien es una de las promotoras de este congreso internacional. En esa misma dirección milita Lidia Camacho, directora de Radio Educación, tan sólo por citar dos ejemplos de la ciudad de México. En el interior del país hay dos casos exitosos; por un lado, Telemax, de Sonora, dirigido por Pano Salido, que ha transformado su marco normativo para dar un inédito impulso ciudadano a la gestión de esa televisora. En Michoacán, Alberto Rojas Zamorano le ha dado un giro al Sistema Michoacano de Radio y Televisión para hacer un medio plural. Y es que, como en muchas otras entidades con medios de comunicación, fue largamente la voz oficial del gobierno de ese estado. Recientemente, Luis Ernesto Pi Orozco, ex director de Radio Educación, fue nombrado titular del Sistema de Radio y Televisión Mexiquense. Y la referencia no es gratuita si se recuerda que Pi Orozco fue el primer directivo de un medio no comercial en hacer un acucioso estudio sobre esos medios en el país con dosis de autocrítica en 1997.

Cuarto. El congreso de democracia y medios públicos debe generar un mínimo común denominador sobre la importancia de este tipo de medios en una democracia. ¿Qué caracteriza a un medio público y qué lo distingue de un medio no comercial, gubernamental y de un medio privado? ¿Qué necesidades programáticas debe satisfacer un medio público? ¿El medio público debe contar con recursos del presupuesto solamente o debe acceder a publicidad comercial? ¿Se puede mantener la regla prevista en la Ley Federal de Radio y Televisión que divide a los medios entre concesionarios que pueden vender publicidad y permisionarios que tienen prohibido vender publicidad, o habría que hacer una nueva división no comercial? Estas son algunas de las preguntas que no admiten respuestas únicas, pero sí es posible arribar a ciertos consensos básicos que le den identidad a los medios no comerciales en aras de transformarse en públicos. Y, sobre todo, en estas definiciones estos medios se juegan no sólo su perfil sino su existencia para bien o mal del país.