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Campaña contra el alcalde de Londres por seudo-antisemitismo

Dime para quién escribes y te diré quién eres

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Ken Livingstone, el «rojo Ken», alcalde de Londres, tiene la reputación de decir lo que piensa sin pelos en la lengua. En 2003, calificó a Bush de » el presidente norteamericano más corrupto desde (Warren) Harding en los años veinte. No es un presidente legítimo». Atacó a Blair por su política interior y extranjera y derrotó todas las maniobras de este último por impedir su candidatura a alcalde, obteniendo una considerable mayoría en elecciones municipales que fueron marcadas por pérdidas de votos del partido laborista en todo el país. Livingstone se ha destacado como enemigo de toda manifestación de racismo y defensor de los derechos civiles.

El Daily Mail de Associated Newspapers Limited [ANL], por su parte, ha estado a la vanguardia de la campaña racista contra inmigrantes y solicitantes de asilo político. Los periodistas que trabajan en ambos periódicos manipulan y alientan ataques racistas al atacar a los sectores más vulnerables de la sociedad.

No podía ser de otra manera, Livingstone se convirtió en uno de los objetivos preferidos de la prensa derechista del país, sobre todo de los periódicos de ANL, el Daily Mail y su vástago, el único vespertino de la capital, el Evening Standard. Su actitud se hizo aún más virulenta, cuando Ken Livingstone hizo sentir su opinión de que el ferrocarril subterráneo de Londres – por el que es responsable como presidente del organismo de la infraestructura del transporte Transport for London – había sido «totalmente sableado» por ANL en el contrato para el periódico gratuito Metro. El alcalde desea un nuevo periódico vespertino en el subterráneo y quiere extraer más dinero de ANL por el contrato de Metro, que permite que el diario sea obtenido en las estaciones del subterráneo.

Como parte de su prolongada campaña por desprestigiar a Livingstone, el Evening Standard decidió recientemente acosar a los participantes en un evento en el que se celebraba el 20 aniversario de la fecha en que Chris Smith fue el primer parlamentario británico en declarar abiertamente que era gay. Fotografiaban de cerca a todos los participantes, en gran parte lesbianas y gays. Cuando el reportero de Standard, Oliver Finegold, se abalanzó sobre Ken Livingstone, que participaba en el homenaje al parlamentario laborista, se desarrolló el siguiente diálogo:

Finegold: – Mr Livingstone, Evening Standard. ¿Cómo anduvieron las cosas?

Livingstone: – Lo siento. ¿Ha pensado en buscar tratamiento?

Finegold: – ¿Cómo anduvieron las cosas?

Livingstone: – ¿Ha pensado en buscar tratamiento?

Finegold: ¿Lo pasó bien? ¿Qué significado tiene esto para usted?

Livingstone: ¿Qué hacía antes? ¿Era un criminal de guerra alemán?

Finegold: No, soy judío. No fui un criminal de guerra alemán y en realidad me ofende eso. Así que, ¿cómo estuvo la cosa?

Livingstone: Ah, bien, puede ser que usted sea (judío), pero en realidad, usted se porta como un guardia de campo de concentración, sólo hace lo que le pagan por hacer, ¿no es así?

Finegold: Excelente, dejo constancia de eso. Así que, ¿como anduvieron las cosas?

Livingstone: No tiene nada que ver con ustedes porque su periódico es un montón de puercos y reaccionarios intolerantes.

Finegold: Soy periodista y estoy haciendo mi trabajo. Sólo le pido un comentario.

Livingstone: Bueno, trabaje para un periódico que no tenga antecedentes de apoyo al fascismo.

La referencia de Livingstone al fascismo se basa en los vínculos entre la familia Rothermere – fundadora del Daily Mail, cuya compañía adquirió el Evening Standard hace 25 años – y los dirigentes fascistas en los años treinta.

En los años treinta Lord Rothermere [el primer vizconde, y bisabuelo del actual Lord Rothermere, que es presidente de Associated Newspapers] y el Daily Mail fueron partidarios de Oswald Mosley y de la Unión de Fascistas Británicos.

Rothermere escribió un artículo, ‘¡Hurra! por los camisas negras’, en enero de 1934, en el que elogió a Mosley por su ‘sana doctrina conservadora, llena de sentido común’, y el periódico publicó artículos lamentando la cantidad de judíos alemanes que entraban a Gran Bretaña como refugiados después del ascenso del nazismo.

Rothermere tuvo varias reuniones con Adolf Hitler, y se dirigía a él como ‘Mi querido Führer’ en cartas y telegramas. Argumentó que el líder nazi quería la paz, y en 1934 hizo campaña para que se devolvieran a Alemania las tierras africanas confiscadas en el Tratado de Versalles.

Rothermere y el Mail apoyaron la política de apaciguamiento de Neville Chamberlain [primer ministro británico], que condujo al Acuerdo de Munich.

Rothermere tampoco fue reacio a la variante italiana del fascismo, cuando escribió en 1928: «En su propio país (Mussolini) fue el antídoto contra un veneno letal. Para el resto de Europa ha sido un tónico, que ha hecho un bien incalculable a todos. Puedo afirmar con sincera satisfacción que he sido el primer hombre en una posición de influencia pública que ha mostrado el espléndido logro de Mussolini en la perspectiva correcta… Es el personaje más sobresaliente de nuestra época».

El Mail también consideró que las quejas de maltratos de los judíos alemanes eran «exageradas» y se opuso a que se establecieran más personas de «esta raza extranjera» en Gran Bretaña» que «huyen de una persecución imaginaria».

Una trascripción filtrada de la discusión fue entregada a MediaGuardian.co.uk* y el día siguiente el Standard reveló que tenía una grabación, y la historia llegó a los titulares en la BBC y en la televisión.

Resultado: Livingstone, el político antifascista y defensor de las minorías, se ve acusado de antisemitismo por líderes de la comunidad judía y por supervivientes del Holocausto. El Consejo de Representantes de los Judíos Británicos, exige una investigación del Consejo de Estándares de Inglaterra.

Nadie habla del periodista que «sólo hace su trabajo». Los periodistas que trabajan para el Standard Mail no firman sus contribuciones al «Diario». Lo que su periódico hace con ellas y los fines que persigue no es cosa suya. «Sólo hacen su trabajo». Tal como otros «sólo obedecen órdenes».

* http://www.media.guardian.co.uk/site/story/0,14173,1409315,00.html·