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Discovery Salud contra la ciencia

Fuentes: El escéptico digital

La revista Discovery Salud o D Salud se ha convertido en la gran difusora y defensora de cualquier práctica que pretenda ser capaz de curar al margen de la demostración de su eficacia. Ello la convierte, en mi opinión, no en la mejor revista del mundo de salud, como anuncia en su cabecera, sino debido […]

La revista Discovery Salud o D Salud se ha convertido en la gran difusora y defensora de cualquier práctica que pretenda ser capaz de curar al margen de la demostración de su eficacia. Ello la convierte, en mi opinión, no en la mejor revista del mundo de salud, como anuncia en su cabecera, sino debido precisamente a esa actitud, en el peor enemigo de la salud.

En esa revista se encuentra todo, desde técnicas de dudosa base empírica a aquello directamente supersticioso. Se escuda para ello en varios «principios». Uno de ellos es aquél que dice que «lo primero, no hacer daño». Con este principio aplicado de manera literal, tenemos que quien venda agua del grifo embotellada pretendiendo que puede curar se encuentra protegido, pues el agua no hace daño. Del mismo modo, quizá la aromaterapia no cure, pero como no hace daño, se convierte en una terapia respetable para D-Salud. Ese viejo principio era aplicable en aquellos tiempos en que no se sabía prácticamente nada sobre el cuerpo y los agentes patógenos y se actuaba sobre la base de intuiciones, supersticiones y creencias sin base. En esas condiciones, si, el principio más responsable es no hacer aquello que no se sabe que puede ocasionar. Pero es irresponsable contradecir lo que ahora sabemos pretendiendo actuar como si nada se hubiera adelantado, como si la medicina no hubiera descubierto nada y resultara que todo lo que se ofrece en el terreno médico tuviera una misma base de incertidumbre e ignorancia. La revista debería ejercer su responsabilidad pensando que por muy inocua que pueda ser una terapia, se está produciendo un engaño al lector cuando no se le avisa acerca de la nula comprobación de la efectividad de las mismas. Existe un daño a las expectativas del lector y la revista participa en él con su actitud.

De esta manera, la revista no cuida por la salud a pesar de su pretensión, sino que la descuida al fomentar el desconcierto y la desinformación. Porque D-Salud no se pregunta por la eficacia de las terapias, todas le parecen igualmente respetables siempre que no causen un daño directo al enfermo. Así el lector encontrará listas de terapias y definiciones de las mismas, así como los fundamentos filosóficos, especulativos e incluso religiosos de las mismas, pero nunca cuestionará esos fundamentos ni ofrecerá a sus lectores una orientación realmente útil acerca de aquello que funciona y lo que no lo hace. D-Salud no puede, y lo que es más importante, ni siquiera quiere ofrecer a sus lectores un veredicto sobre eficacias basado en estándares de control con una eficacia probada, Todo lo más, ofrecerá evidencia anecdótica en forma de testimonios de personas que declaran haber sido curadas por esta o aquella terapia sin ofrecer un balance entre el total de personas que la han probado y aquellas que declaran que les ha funcionado ni en estudios clínicos independientes y repetidos. En el mejor de los casos hablan de estudios que no han podido ser repetidos o que resultan dudosos debido al hecho de que pretenden mostrar efectos que contradicen lo que si sabemos acerca del funcionamiento del cuerpo humano y de las causas de las enfermedades y ha sido repetidamente probado.

Los antecedentes de su director, José Antonio Campoy, ya dan cuenta de esa tendencia a tragar con todo y de falta de exigencia de rigor. Antiguo director de la revista de misterios esotéricos y pseudocientíficos para adolescentes «Más Allá de la Ciencia», fue el responsable de que en ella se incluyera un consultorio supuestamente atendido por un extraterrestre genuino. Además se permitió publicar un libro en el que supuestamente entrevistaba al alien, Geenom. Todo este asunto, relacionado con el grupo contactista Aztlan, al que dio amplia cancha en la revista, acabó por costarle el cargo.

En su trayectoria a cargo de D-Salud se ha lucido con cosas como su campaña para pedir el premio Nóbel para el detenido por la justicia doctor alemán RYKE GEERD HAMER, el cual asegura que las teorías médicas convencionales no se pueden comprobar, mientras que las suyas sí. Hamer sostiene en sus «Cinco leyes de la Naturaleza» que el cáncer- y en realidad, cualquier patología- se explica mediante el recurso a un choque emocional vivido en soledad, no comunicado. Mucho se puede oponer a esa hipótesis, pero dado que no es este el momento basta con preguntar por qué tipo de choque emocional puede sufrir un gato, un perro, un tiburón o cualquiera de los animales que pueden padecer cáncer u otras docenas de patologías que cursan como las humanas. Y cual es la terapia adecuada para que una rana saque afuera su fustración y consiga curarse. En cambio las teorías científicas integran en una misma explicación, con los matices adecuados a cada especie, todas ellas.

Campoy sigue en su nueva etapa en D-Salud enfrentado a la ciencia y pretende, como siempre hizo, que esto se debe a conspiraciones inspiradas en intereses bastardos o en cegueras que nunca le afectan a él. Como si la revista o la publicidad que la satura fuera gratis y él no cobrara un buen sueldo.

Así no es de extrañar que en su revista, a pesar de declaraciones en sentido contrario, se persiga a la ciencia con manipulaciones, inexactitudes y medias verdades.

Un ejemplo es el artículo titulado «¿Existe la Medicina Científica?», cuyo autor es Ponciano Ramírez Muñoz y que fue publicado en la revista en el número 47 correspondiente a febrero de 2003.

Resumiré las ideas inexactas o falsas del artículo acompañadas de un comentario mío :

«La medicina alopática es más bien farmacológica»

El uso del término alopática solo tiene sentido como contraposición a homeopática, lo cual solo la opone a esa seudo medicina y no al resto de pretendidas terapias. Por otra parte, el calificativo de farmacológica es tendencioso. Se recoge el temor, a veces justificado y otras desmesurado, al uso de fármacos entre la población. Sin embargo, todo el mundo sabe que es desde la misma medicina de base científica desde la que se advierte en contra del mal uso y abuso de los fármacos por parte de médicos y pacientes, que esa advertencia se basa, precisamente, en los peligros que se conocen gracias a la aplicación del método científico y que aumenta la insistencia, ya de siempre existente, en la práctica de una medicina preventiva y en los hábitos de vida saludables.

 

«La medicina científica se basa en el racionalismo lineal y cartesiano.»

Falso. Al racionalismo, que es una corriente filosófica, se le opone el empirismo, que es otra corriente filosófica. La medicina con base científica no tiene nada que ver con ninguna de estas corrientes, apela a la racionalidad del pensamiento, y su opuesto es la irracionalidad, defendida por quienes propugnan o no enfrentan terapias basadas en evidencias anecdóticas, en apreciaciones subjetivas, en especulaciones injustificadas y en creencias de origen religioso. Los mismos que siempre han estado al lado de la oscuridad enfrente del conocimiento. La medicina se basa pues en la racionalidad frente a la irracionalidad.

 

«La ciencia no representa la verdad» «Sus afirmaciones cambian» «Es como un mapa de la realidad» «No se debe confundir el mapa con lo que representa»

Lo mismo cabe decir de toda pretensión de conocimiento, no es exclusiva de la ciencia, sino una característica de nuestra capacidad de conocer. Ciertamente, nuestra idea de la realidad ha cambiado con el tiempo, pero sin duda para mejorar, para ser un mapa más fiel de la realidad. Esos otros «mapas», al prescindir de las herramientas y métodos mejorados, no han cambiado, siguen fieles a ideas antiguas y reflejan el mundo conforme se concibe con herramientas y métodos más toscos e ineficaces. Por ejemplo, la ciencia ha desterrado la idea de la forma de la Tierra como un circulo plano y «representa» la realidad como un globo aproximadamente esférico. El ser humano no dispone de nada que no sean esos mapas, pero podemos tener mejores mapas si actuamos con rigor y método. Los defensores de esas supuestas terapias rechazan esos mapas y prefieren otros más toscos, menos fieles.

 

«La ciencia está basada en el concepto del error, está basada en el error»

Falso. La ciencia reconoce la falibilidad humana y los límites del conocimiento, por eso considera el conocimiento como perfectible y no da nada como definitivo. En cambio, otros pretenden saber verdades definitivas a pesar de no ponerlas a prueba o negar el veredicto de esas pruebas. Temen el error.

 

«Es absurdo fragmentar la realidad para ver como funciona» «No se puede reproducir la realidad en un laboratorio»

Falso. Para estudiar el mecanismo de la fotosíntesis sería absurdo estudiar el Universo en su conjunto o todo el proceso natural de nuestro planeta. Del mismo modo, es absurdo pretender conocer al ser humano como «un todo» para obtener conocimiento del proceso de la absorción de determinadas substancias por las células. Muchos aspectos de la realidad no pueden observarse de manera espontánea en la naturaleza, pueden ser raros o inaccesibles sin determinadas condiciones que pueden forzarse en un laboratorio.

 

«En un estudio de laboratorio se puede demostrar cualquier cosa que uno se proponga» «Muchos aceptan de manera dogmática todo lo que haya sido demostrado en un laboratorio, estos son los «cientófilos»»

Empezando por el final, no se puede culpar a la ciencia como método por lo que algunos hagan en su nombre. No es cierto que en un laboratorio se pueda demostrar cualquier cosa, de hecho, a pesar de sus esfuerzos, ninguna de estas terapias ha conseguido demostrar nada en los laboratorios. No se explica como, si piensan así, dedican tantos esfuerzos a solicitar estudios de laboratorio para sus terapias e invocan estudios de este tipo aislados y poco representativos en su defensa y de manera, por cierto, bastante dogmática a favor de ese supuesto apoyo en un laboratorio. Los homeópatas y el mismo doctor Hamer hablan de estudios de laboratorio que los apoyan. ¿En qué quedamos?

 

«Los cientólatras siempre argumentan que algo «lo dice la ciencia», lo cual prueba que uno no tiene argumentos a favor y lo que dice no tiene valor»

Ciertas cuestiones no pueden decidirse a base de argumentos retóricos. Por mucho que se discuta con brillantes argumentos, la única manera de saber si un producto tiene determinado efecto en el organismo es comprobarlo o apelar a conocimientos previos ya comprobados. El veredicto de la comprobación científica de algo así es un argumento completamente legítimo en un debate. Ignorarlo y pretender resolverlo a base de retórica es, en cambio, irracional.

 

«El empirismo puro es también científico» «La investigación de fármacos es de ese tipo, combinaciones al azar hasta que se obtiene un resultado» «Las explicaciones de los efectos son posteriores o incluso no existen» «Las terapias holísticas hacen lo mismo»

No es cierto que toda o la mayor parte de la investigación sobre fármacos se corresponda con ese tipo de empirismo puro basado en series de ensayo-error a ciegas. La investigación sobre fármacos para una determinada enfermedad parte del estudio de la misma, de sus causas y efectos y se basa en hipótesis sobre ello. Existe otro tipo de investigación acerca del efecto de nuevas sustancias y de combinaciones de las mismas, es cierto. Sin embargo, no se trata de experimentar hasta que se «se obtiene un resultado» útil, sino de registrar los resultados de todas esas combinaciones para un posible uso futuro. Y en ello se puede constatar que el método de ensayo-error, que constituye la base del conocimiento ordinario, no puede definir por sí mismo el método científico y explica la diferencia con esas otras «terapias». En efecto, la obtención de un resultado o la consideración subjetiva por parte del experimentador de que efectivamente ha sido así no es suficiente para su aprobación. Los resultados deben probarse en ensayos repetidos. El autor del artículo nombra esta fase de pasada, como si careciera de importancia, cuando es la parte fundamental del método científico, la contrastación independiente y repetible.

«La medicina científica rechaza que se escoja un grupo de pacientes diagnosticados de una enfermedad y se les apliquen las diferentes terapias holísticas para verificar su validez a la vista de los resultados debido a un concepto lineal del término comprobación»

En primer lugar, que el concepto sea lineal o no, no tiene mayor relevancia. Lo que importa a estos efectos es su efectividad, y la crítica del autor se refiere simplemente al supuesto carácter lineal del concepto, concediendo una importancia injustificada- filosófica en todo caso- a otros planteamientos al margen de sus resultados.

En segundo lugar, lo que se rechazaría sería el conjunto de criterios que juzgan la verificación del resultado, no se puede creer ingenuamente que el mero hecho de la realización de una experiencia proporciona por sí misma el resultado. El rigor afecta a todos los aspectos de la misma.

Y en tercer lugar y más importante, ese tipo de experiencias que involucran a seres humanos y sus dolencias se realizan cuando ya existe una expectativa razonable de éxito constatada por experiencias previas de distinto tipo. Realizar una experiencia de la que nada se sabe al amparo de creencias en un asunto en el que la salud de las personas está en juego parece muy irresponsable.

 

«Bach comprobó empíricamente el efecto de ciertos preparados contra la desesperanza y miles de terapeutas en todo el mundo lo comprobaron posteriormente de manera empírica y, por tanto, científica»

Una dolencia muy vaga, la desesperanza. En cualquier caso, la comprobación empírica de Bach y sus seguidores consiste en la recolección de casos de personas que juzgaron por sí mismas haberse «curado». No hay el menor criterio objetivo implicado y cada uno de ellos se basa en el juicio personal acerca de la experiencia de cada uno de los terapeutas. Esto no es científico ni de lejos y no lo cambia el hecho de que se vean implicadas «experiencias».

 

«En algunos países se tiene todo esto más claro y se estudian las terapias holísticas en las universidades»

Las decisiones políticas y económicas que deciden qué cosas se incorporan al estudio universitario no es garantía de nada en el ámbito de su contenido de conocimiento. En algunas universidades se estudia el creacionismo bíblico, por ejemplo. Una Universidad, en determinados países, crea cátedras subvencionadas por particulares con contenidos que responden a criterios personales del benefactor. Del mismo modo se podría decidir dejar de ofrecer estudios de Física, por ejemplo, lo cual no significa que la física haya dejado de ser científicamente respetable.

 

En resumen, Discovery Salud (D-Salud) parece hacer más por la desinformación que por la salud y se encuentra comprometida en una lucha contra la racionalidad.

 

ACTUALIZACIÓN. 03-08-2007

El artículo original de D-Salud ya no está disponible en la red. Puede consultarse en el caché de Google:

http://209.85.135.104/search?q=cache:xkB2gLV3hKkJ:www.dsalud.com/numero47_5.htm+%C2%BFEXISTE+LA+MEDICINA+%22CIENT%C3%8DFICA%22%3F&hl=de&ct=clnk&cd=1&gl=de

URL: http://paranormalidades.blogspot.com/2005/07/discovery-salud-contra-la-ciencia.html


(Artículo publicado originalmente en la bitácora Paranormalidades)

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