El cuatro de abril pasado cuando Alí Agca pidió desde su celda en Turquía asistir a los funerales de Juan Pablo II estaba tan esquizofrénico como el 13 de mayo de 1981 al disparar en El Vaticano tres balazos contra el Papa polaco dos de los cuales hicieron blanco en un brazo y el tórax […]
El cuatro de abril pasado cuando Alí Agca pidió desde su celda en Turquía asistir a los funerales de Juan Pablo II estaba tan esquizofrénico como el 13 de mayo de 1981 al disparar en El Vaticano tres balazos contra el Papa polaco dos de los cuales hicieron blanco en un brazo y el tórax del Pontífice con heridas que obligaron a una operación quirúrgica para extraer parte del estómago. Transcurridos 24 años, en nueva demostración de su demencia y al negársele su petición, el pistolero calificó a su víctima de «mi hermano espiritual».
En favor de Agca debe rememorarse, empero, que Karol Wojtyla lo visitó en la cárcel de Rebibbia (Roma) en diciembre de 1983 y luego hizo una insólita declaración: «Alí Agca tiene toda mi confianza». Parte de la prensa italiana dijo entonces que era un muy extraño confiar en un asesino confeso; otros comentarios señalaron que había aplicado el principio de poner la otra mejilla, absurda formulación que choca con el instinto de conservación de todos los seres vivientes.
Analistas de fuste observaron el gesto del Papa desde otro ángulo. En 1983 ya estaba en pleno desarrollo uno de los fraudes jurídicos e informativos más escandalosos del siglo XX consistente en atribuir la responsabilidad intelectual del atentado a un complot dirigido por servicios de inteligencia de los entonces países socialistas. Se le bautizó como la Conexión Búlgara en atención a que según la invención habían participado ciudadanos de esa nacionalidad. La declaración del Papa antes citada estaba destinada, al tenor de esa versión, a respaldar las acusaciones sobre una confabulación ya que sus palabras se interpretarían como que Agca no mentía pues éste ya se había incorporado a la farsa.
Cómo se pudo establecer después todo lo relacionado con la Conexión Búlgara fue una táctica fabricada principalmente por la Central Inteligence Agency (CIA) de Estados Unidos con la entusiasta colaboración de la policía y jueces italianos y que también contó con el respaldo masivo de los medios de comunicación occidentales. En este último rubro, la auto bautizada periodista estadounidense, Claire Sterling, «experta en terrorismo», pero en realidad agente solapada de la CIA, publicó en 1983 el libro «The Time of the Assassins»que rápidamente se editó en castellano con el titulo de «El Atentado del Siglo»(Barcelona, Planeta, 1984). El texto de Sterling, como asimismo un reportaje que publicó en Reader»s Digest pueden ser calificados como una obra maestra de cómo mentir, falsificar hechos o tergiversarlos.
El montaje
Mehmet Alí Agca, miembro de la organización terrorista musulmana «Lobos Grises» llegó a Italia escapado de una cárcel de su país donde cumplía condena de diez años por el asesinato del periodista Abdi Ipecki, director del periódico «Milliyet». Enjuiciado en Italia por el intento de asesinato del Vaticano fue sentenciado a cadena perpetua luego de afirmar que había actuado por cuenta propia, «impulsado por una visión que Dios me dio»…al mismo tiempo que afirmaba «Yo soy Jesucristo y anuncio el fin del mundo. Todos serán destruídos».
Agca, loco de atar, mas es asimismo un astuto, como suele ocurrir en enfermos de esa naturaleza. Fanático musulmán, puesto que ahora estaba en Italia y el crimen fue en el Vaticano, cambio aceleradamente de capilla y encontró terreno abonado cuando sostuvo que el atentado estaba relacionado con el tercer secreto de Fátima.(infra).
Ya encarcelado, Agca recibió extrañas visitas de italianos y de no identificados personajes que charlaban en inglés, preferentemente. Calificado hasta entonces por un psiquiatra turco de «esquizofrénico que se cree héroe musulmán», Agca decidió colaborar en el armado del complot cuya médula indicaba que él había recibido órdenes de búlgaros para matar al Papa. Acto seguido se buscó a búlgaros reales y el turno fue de Sergei Antonov, funcionario en Roma de la línea aérea de su país y quien jamás había visto al pistolero.
Es sugestivo que la primera información sobre la «Conexión Búlgara» haya aparecido en noviembre de 1981 en el «Daily American», periódico en inglés editado por la CIA en Roma. Como sea, los verdaderos confabulados, que fueron los aparatos de espionaje occidentales, lograron el apoyo de los tribunales italianos que en 1982 abrieron un nuevo juicio y ordenaron la detención de Antonov y de algunos turcos conocidos de Agca. Fracasado ese intento por carencia de pruebas, en 1 985 se incoó un tercer proceso a raíz de nuevas invenciones de Agca, pero tampoco hubo resoluciones judiciales debido a evidencias irrefutables presentadas por los defensores de Antonov. La única «prueba» aportada por los acusadores consistía en que Agca había estado en Bulgaria en 1980, mas fue solamente por horas, de paso a Yugoslavia.
El fracaso de la inexistente Conexión Búlgara constituyó una derrota sin precedentes para los colosales organismo de espionaje que manejan Estados Unidos y los principales países capitalistas europeos como Gran Bretaña, Francia o Alemania y la propia Italia donde se desarrollaron los hechos.
Agca fue extraditado a Turquía en 2002 y allí todavía cumple condenas por crímenes varios. En 2004 después fue enfático al declarar en una entrevista periodística que «jamás existió el complot búlgaro». En 2002, durante una visita a Bulgaria, Juan Pablo II expresó que nunca creyó en la conexión búlgara. No podía sostener otra cosa, pues en 1994 el gobierno capitalista de Bulgaria había manifestado que, revisados los archivos secretos de la policía durante el régimen socialista, «se demuestra que el gobierno de Bulgaria no estuvo implicado en el atentado de 1981».
Pero hoy, en 2005, la perturbada mente de Agca sigue produciendo disparates. A finales de marzo pasado, en una entrevista con el diario italiano «La Repubblica» lanzó sus dardos verbales en contra del….Vaticano. Muy serio dijo: «El Vaticano tiene la responsabilidad del ataque contra el Papa. Sin la ayuda de algunos sacerdotes y cardenales, no lo habría conseguido. El diablo también está al interior de aquellos muros».
Supersticiones
Lo que para algunos todavía vale una especulación es la coincidencia en la fecha del atentado del Vaticano con la supuesta «aparición» de una imagen virginal de María en el mismo día l3 de mayo pero en 1917.(Cuando lo tirotearon, el Papa portaba una imagen de la llamada Virgen de Fátima) Los testigos habrían sido unos niños de no más de diez años del poblado portugués de Fátima, curiosamente nombre de la hija de Mahoma.
El primero que aludió a ello fue el propio Agca, pero hubo asimismo derivaciones políticas del asunto al extremo de que cuando Juan Pablo II visitó a Fátima en 1991, las agencias AP y Reuters dijeron en coro que fue al lugar «para darle gracias (a la Virgen) por haber guiado a los pueblos de Europa Oriental a salir del comunismo». Wojtyla se basó en la difundida creencia de que la Virgen dijo a los niños campesinos una «advertencia sobre los peligros que se cernían si Rusia expandía a todo el mundo los errores de su forma de vida» (textual según despacho informativo).
Lamentablemente, la aparición habría clamado en mayo de 1917 y la Revolución de Octubre (noviembre en el calendario occidental ) estalló ocho meses después. He ahí un caso patético de la irracionalidad de los dogmas.