¿Cómo comprender la tortura por una sociedad libre con una prensa libre? Durante el último año, la evidencia apabullante obligó a los medios a informar que personal militar norteamericano había torturado a prisioneros musulmanes. El 9 de mayo, Newsweek aseguró que un guardia de prisión había echado por el inodoro un ejemplar del Corán. Aparentemente […]
¿Cómo comprender la tortura por una sociedad libre con una prensa libre?
Durante el último año, la evidencia apabullante obligó a los medios a informar que personal militar norteamericano había torturado a prisioneros musulmanes. El 9 de mayo, Newsweek aseguró que un guardia de prisión había echado por el inodoro un ejemplar del Corán.
Aparentemente millones tomaron este insulto al Corán de manera más seria de lo que habían tomado la tortura de cientos, quizás miles, de musulmanes. En varias ciudades hubo motines.
Irónicamente la administración Bush criticó al mensajero. Newsweek se convirtió en blanco de la ira de Bush -por informar erróneamente. Y al aceptar la invención de la Casa Blanca, el resto de los medios se sumó, ignorando que fuentes confiables -incluyendo al FBI- ya habían demostrado la profanación del Corán por parte de militares norteamericanos y personal de la CIA. Importantes órganos de prensa enviaron reporteros en misión para examinar si el incidente de «echar por el inodoro» había ocurrido.
El hecho de que este incidente, no uno de miles, provocó los motines no pareció brindar un incentivo para investigar la tortura. En su lugar, Newsweek se convirtió en el sujeto de la pregunta: «¿Tenían o no suficientes pruebas para publicar la noticia?»
Newsweek se retractó de la noticia varios días más tarde. El resto de los medios no apoyó a la revista; ni examinó la desproporcionada respuesta que la profanación del Corán provocó, en comparación con la profanación de seres humanos.
Después de todo, la guerra de Viet Nam había producido a quemadores de banderas que algunos patriotas auto designados pensaron que merecían la pena de muerte por profanar un trozo de tela. Así que aparentemente quedaba entendido de forma implícita que los símbolos son mejores que las personas para inflamar a los públicos fanáticos: un libro «santo» que va a un inodoro significa más que la tortura a personas vivas. (Nadie preguntó qué le sucedió al inodoro.)
Newsweek no se benefició de las conclusiones del propio Pentágono, que el viernes 3 de junio por la tarde dio a la publicidad un informe, un típico acto para minimizar la lectoría. El informe citaba «otros dos casos de profanación», uno de los cuales trataba de «una obscenidad escrita en inglés en una página interior del Corán de un prisionero». En otro episodio «un soldado pateó deliberadamente el libro sagrado musulmán, otros guardias lo golpearon con globos llenos de agua y la orina de un soldado salpicó a un prisionero y a su Corán». (The Los Angeles Times, 4 de junio.)
The New York Times (4 de junio) publicó que «el guardia orinó cerca de un conducto de aire y el viento impulso la orina hacia la celda del detenido». El Times no preguntó si la orina del guardia se desvió porque la base de Guantánamo no tiene letrinas. Por supuesto, no hace falta ser Sherlock Holmes para deducir que el guardia estaba orinando al prisionero y sucede que el pobre tipo tenía el Corán en sus manos cuando la orina cayó en la celda.
Anteriormente, periódicos y programas de noticias publicaron fotos de personal norteamericano utilizando la tortura sexual y con animales. Informes de la Cruz roja, el FBI y otros observadores de primera mano agregaron la privación del sueño, el ruido incesante y otras formas de tortura prohibidas por las Convenciones de Ginebra y la Convención de la ONU Contra la Tortura. El ataque contra Newsweek y la subsiguiente retractación por haber publicado una noticia básicamente precisa señala la segunda ocasión durante el último año en que el público norteamericano ha presenciado de cómo noticias verdaderas han sido blanco de la ira oficial.
EL año pasado CBS se retractó públicamente de una noticia cierta, debido a que la ultra derecha y la administración Bush la acusaron agresivamente de periodismo mentiroso. Y el resto de los medios se sumó.
La noticia de Dan Rather en el programa 60 Minutes fue trasmitida el 8 de septiembre de 2004. Los bushistas pusieron el grito en el cielo de que CBS había utilizado documentos falsificados y que había hecho coincidir la noticia con las elecciones presidenciales. Un coro de programas radiales de derecha se sumó. «Prejuicios liberales», gritaron, habían motivado la transmisión por CBS de un programa que impugnaba el historial militar de Bush.
60 Minutes presentó cuatro documentos escritos. Rather dijo que habían sido redactados por el Tte. Cnel. Jerry Killian, ya difunto, quien había sido el jefe de Bush en la Guardia Aérea Nacional de Texas a principios de los años 70. Los documentos mostraban que Bush desobedeció las órdenes de presentarse para un examen físico, y que las amistades de la familia habían intervenido para «edulcorar» su servicio en la Guardia. Los memos mostraban a Bush como un vago que usó la influencia familiar para no ir a Viet Nam y luego reducir el tiempo de servicio en la Guardia. La entonces secretaria de Killian, cuando se presentó en el programa, atestiguó acerca del contenido de los documentos.
Los seguidores de Bush inmediatamente cuestionaron la validez de los documentos, pero incluso si los papeles en sí fueran falsos, CBS había acumulado suficiente material como para demostrar la esencia de la noticia. Las quejas de falsificación oscurecieron la esencia del hecho y cambiaron el tema a la «integridad en el periodismo». CBS se retractó de la noticia. Los medios, en vez de enfocar el hecho de cómo Bush no cumplió su servicio mientras su rival Kerry participaba en peligrosos combates, ayudó a los bushistas a convertir la noticia en su opuesto.
Los medios liberales estaban decididos a inculpar a Bush. Mientras tanto, los veteranos de las «Lanchas Rápidas» comenzaron una campaña de difamación contra Kerry, implicando que no se merecía las medallas que le fueron concedidas.
El 10 de enero de 2005, CBS continuó su ritual de capitulación al destituir a tres ejecutivos por su papel en la preparación y transmisión de la noticia acerca del servicio de Bush en la Guardia Nacional. Leslie Moonves, presidente de CBS, deploró profundamente «el mal servicio que el reportaje de 60 Minutes había hecho al público norteamericano, el cual tiene el derecho a confiar en que Noticias CBS trasmita noticias justas y certeras».
La productora principal Mary Mapes acusó a Moonves de convertirla en un «chivo expiatorio», Ella dijo correctamente que él había actuado por «consideraciones corporativas y políticas -por los índices de audiencia, no por periodismo».
Viacom, una corporación transnacional, es la propietaria de CBS. Las otras cadenas pertenecen a similares titanes transnacionales, todos los cuales tienen un interés básico en quedar bien con el gobierno de EE.UU. El resultado de esta propiedad corporativo transnacional es que los medios masivos temen deslegitimar al gobierno. En su lugar, atacan al «periodista investigativo» que pudiera cometer el más mínimo error al reportar acerca de la criminalidad o desviación gubernamentales.
El cambio ocurrió después de la era de Watergate, cuando los propietarios de The Washington Post, que también son los dueños de Newsweek, quedaron muy complacidos con el papel que los reporteros del Post habían desempeñado en obligar a Nixon a renunciar. ¡Qué diferencia tres décadas después! En el 2005 las denuncias de las fechorías del gobierno y de las corporaciones son contrarias a los intereses corporativos.
Durante décadas, el antiguo programa 60 Minutes había denunciado la corrupción gubernamental y corporativa. Pero en 1995 la relación de la corporación CBS y una denuncia de la industria tabacalera obligó a los productores del programa a un compromiso.
En 1995 CBS decidió no trasmitir un reporte de 60 Minutes producido por Lowell Bergman acerca de Jeffrey Wigand, un ex vicepresidente de la compañía tabacalera Brown & Williamson. Wigand dijo que los ejecutivos de la compañía «ocultaron la verdad al público norteamericano acerca de las propiedades adictivas y dañinas del tabaco. CBS y los principales productores y reporteros poseían acciones en compañías tabacaleras y suavizaron el ataque en contra de los gigantes tabacaleros» (Bergman, Columbia Journalism Review, mayo/junio de 2000). Un abogado de CBS dijo a Bergman que «la corporación no va a poner en peligro sus valores con esa noticia».
Irónicamente, la ultra derecha aún despotrica contra los medios liberales, pero en realidad, como muestran las retractaciones de Newsweek y CBS, las cadenas no pueden desempeñar una verdadera función noticiosa porque deben legitimar tanto sus propios intereses corporativos como los del gobierno, el cual los protege y ayuda en su búsqueda internacional de mayores riquezas. Por tanto, un editor que explícita o implícitamente entiende estos hechos de poder corporativo, será reacio a asignar reporteros o comprometer recursos en noticias que pudieran entrar en conflicto con intereses corporativos básicos -a pesar del hecho de que el público necesita conocerlos.
Abundan las noticias acerca de Michael Jackson, mientras que sólo hay raras noticias acerca de temas como los efectos adversos en la salud del uranio empobrecido, el memorando de la calle Downing en el 2000 que demostraba que Bush y Blair conspiraron para ir a la guerra contra Irak, y los miles de millones aparentemente estafados en Irak por las compañías amigas de la administración. Los medios importantes adoran las noticias acerca de los famosos, lo cual oculta las historias acerca del inexplicable poder corporativo y gubernamental.
Los que representan a los intereses corporativos transnacionales -ejecutivos de cadenas y de periódicos- comprenden que la función primaria de sus medios es validar el sistema que les ha dado vida, para lo cual es esencial el poder del gobierno. La ley no restringe a la prensa norteamericana, pero obviamente sus propietarios sí. Por ahora, acudan a Internet y a fuentes no norteamericanas en busca de noticias confiables y del contexto apropiado para los hechos que definen nuestra historia. De esa forma, ustedes también pueden participar en el proceso de su propia historia con los hechos y los antecedentes apropiados.
Profanar el Corán es parte integral del régimen de tortura, la encarcelación de prisioneros sin acusación. Es lo que hace el imperialismo en su fase moderna y preocupada. Pero no esperen que los medios masivos le digan esto.
Landau es miembro del Instituto para Estudios de Política y profesor de Universidad Cal Poly Pomona.