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El 11S: ¿modernidad tecnológica o discurso hegemónico?

Fuentes: Rebelión

Ningún acontecimiento social se produce, reproduce o crea de manera espontánea. Con la puesta en escena de la modernidad tecnológica, solo es necesaria la mediatización de una situación social particular, para que se transforme en referente histórico o referente simbólico de algún punto del tiempo. En estos primeros años del siglo XXI, cada acontecimiento social […]

Ningún acontecimiento social se produce, reproduce o crea de manera espontánea. Con la puesta en escena de la modernidad tecnológica, solo es necesaria la mediatización de una situación social particular, para que se transforme en referente histórico o referente simbólico de algún punto del tiempo.

En estos primeros años del siglo XXI, cada acontecimiento social se reproduce y difunde en tiempo real, de modo que emerge rápidamente en la cotidianidad social, hasta naturalizarse como referente simbólico. Cada relato, imagen o entramado discursivo se reproduce, repite o masifica, de manera transitoria o permanente, en distintos ámbitos y campos de la vida social, desde una conversación desprevenida en un café, hasta en un aviso publicitario, movilizando conceptos, nociones e imaginarios culturales hegemónicos, perspectivas de homogenización política y parámetros de subjetividad colectiva.

En el 2001 un aviso publicitario, creado para vender la adaptación al cine de un comic norteamericano, recreaba la imagen de un súper héroe» que pegado como una araña a un edificio de las calles de Nueva York, observaba la dantesca caída de las torres gemelas. En la pupila de este se reflejaba la imagen desconcertante del World Tardeé Center envuelto en llamas, formando un cuadro totalmente rojizo, entre el traje del dibujo animado y el semblante del alba en el fondo del plano. Toda la imagen orientaba la mirada del espectador en dirección hacia el acontecimiento, de manera que la pupila del cómic condicionaba lo que se debía observar.

Así, el artefacto publicitario establecía la mirada del observador, no solo por un asunto de propaganda y mercado, sino por la manera como generaba la sensación de ver a través de los ojos del dibujo animado. Este reciclaba una imagen recurrente, no solo para transformar un producto mediático, en producto de venta, sino para posicionar y reafirmar el tema prioritario de la opinión mundial en un contextolocal. Al final, la mirada del comic, implicaba la conducción de la opinión local y en suma la dirección de las conversaciones producidas en la cotidianidad.

La escena que se veía a través de los ojos del dibujo animado, no era desconocida para ningún observador, ni correspondía a un pasado lejano, por el contrario recordaba las imágenes vistas a través de la televisión y las emisiones de los noticieros internacionales. Todos los ojos recordaban el «Septiembre negro» porque los medios de comunicación habían difundido las noticias del atentado, imagen tras imagen, habían introducido previamente el siniestro desplome del centro internacional de comercio. Los medios de comunicación internacional norteamericanos, habían desplegado todos sus recursos tecnológicos y técnicos, para transmitir minuto a minuto cada una de las particularidades del hecho.

Ninguna imagen era extraña, era evidente que la imagen reciclada en el aviso publicitario, había estado durante horas paralizando la cotidianidad de todas las ciudades del mundo, cada situación se había incorporado en la cotidianidad urbana de distintos espectros e instituciones sociales. Por semanas la noticia de la desaparición del World Trade Center estuvo incorporada en la intimidad de distintas familias. Paradójicamente las agencias de noticias internacionales norteamericanas, hacían de unas calles de Nueva York, un escenario propicio para canalizar las preocupacio nes de la opinión y subjetividad colectiva , de manera que una convulsión en Manhattan, se convertía en desasosiego internacional.

La primera semana de Septiembre del 2001, puede catalogarse como un punto referencial de la modernidad tecnológica. En esta, el desplome dramático de las torres gemelas, se reproducía de manera simultanea al interior de la vida social de distintos puntos del mundo, y se ensamblaba en el espacio privado de los sujetos. Análogamente la información producida, se emitía en distintos formatos digitales y se difundía a través de las distintas redes virtuales. Una imagen, daba paso a otra imagen; así como una versión mediática, daba paso a otra; un discurso institucional, daba paso a otro; y la paranoia local, daba paso a otra internacional.

La intensidad informativa y la cantidad diversa de comunicaciones, fue estabilizando, durante los días próximo s, una suerte de opinión global y hegemónica . Al respecto, las versiones oficiales, transmitidas por los medios internacionales, difundían como «verdad», que el World Trade Center había sido sujeto de un » atentado del extremismo islámico » al » bastión de la democracia » . Ligado a esto se mediatizaba, como proveniente de relatos medievales, una guerra entre occidente y el mundo musulmán. Un nuevo enemigo amenazaba la seguridad nacional de los Estados Unidos, y simultáneamente se convertía en un conflicto de orden i nternacional. Una paranoia norteamericana , se convertía en problema mundial. Una expresión institucional, mediatizada desde la Casa Blanca , se convertía en opinión personal e imaginario local.

Con el paso de los días, se fue naturalizando la idea polarizada de una guerra del mundo islámico contra el mundo occidental. Después de la disolución de la guerra fría, reaparecía un conflicto entre aparentes opuestos, salvo porque el nuevo enemigo del medio oriente, había servido de aliado para una guerra preventiva y estratégica en contra del comunismo soviético. Los señalamientos fueron casi directos, y se inició una descarga mediática y polarizada en contra de la cultura islámica. La reorientación informativa fue abriendo paso a nuevas manifestaciones oficiales: Era necesario aplacar al enemigo y en consecuencia, habría que iniciar con una invasión al pueblo de Irak » en nombre de la democracia. »

Un nuevo acontecimiento se producía. Durante los meses del 2002, un posible despliegue de tropas norteamericanas sobre territorio iraquí era el tema recurrente de los medios internacionales. La opinión pública era introducida en una tensión política que procuraba allanar el terreno de una posible guerra en el medio oriente. La ciencia tomaba relevancia en el espacio mediático, y una cadena de expertos en aparatos militares de destrucción masiva, aparecían nombrados y citados en informes, que declaraban la existencia de ojivas y otros artefactos nucleares en territorio iraquí . Valga decir, que con posterioridad, no solo no se ha p odido comprobar la existencia del mencionado material nuclear, sino que han provenid o manifestaciones que desmienten la existencia del mismo.

Sin embargo, en su momento, Dist intas declaraciones se producían y construían desde L a Casa blanca, A gitando la idea de una invasi ón militar , bajo el argumento de desarmar un enemigo en posesión de armamento nuclear . Las divergencias políticas aparecían y desaparecían de los medios masivos, generando una incertidumbre en las opiniones locales. El consejo de seguridad de las Naciones Unidas, desaprobaba la intención militar, y con frecuencia en las noches del 2002, las intimidades familiares presenciaban una larga intriga a la mejor manera de una película producida en Hollywood. Reaparecía el mundo bipolar de un pasado lejano, que cimentó la producción cinematográfica de películas de espías, héroes salvadores del mundo y tramas existenciales.

Entre las tensiones políticas y las declaraciones institucionales, la subjetividad colectiva parecía naturalizar el «eje del mal» como su enemigo propio, de modo que una estigmatización contra el mundo islámico era el imaginario generalizado. Subjetividades locales eran orientadas por los medios masivos hacia un nuevo acontecimiento. La mañana del 20 de marzo del 2003 , el escenario de la atención y mirada mundial, se dirigía hacia el lugar de la pretérita civilización persa y el centro de l a antigua cultura mesopotámica, que estaba siendo bombardeada y ocupada por el despliegue militar más sofisticado.

Las nuevas imágenes superaban cualquier otra anteriormente vista. Durante el año 2003, las noticias de ataques y ocupaciones del ejército invasor, comandado por tropas de los estados unidos, eran las noticias diarias de los medios locales de comunicación. La guerra en Irak, tenía un momento de difusión en la vida social y en la intimidad familiar. La guerra del medio oriente, era como una suerte de film prolongado y extendido por distintos centros urbanos. Provendrían nuevas imágenes, que remplazarían las rojizas del d esplome del World Trade Center, por las de penumbra y destello bélico de la ocupación militar, y estas a su vez, serían remplazadas por otras nuevas. Cada una de estas se incorporaron en la cotidianidad local formando parte de conversaciones y discusiones sostenidas por distintos actores soc iales en las ciudades capitales. Y sin duda, aparecieron como l a primera experiencia mediática de los discursos hegemónicos y del neocolonialismo, en el que las prácticas de guerra no solo se masifica n, sino que se puede n vivir de manera virtual.

Durante estos primeros años del siglo XXI, escenas como estas y discurs os anuales que retornan a estas mismas , han venido ocupando un lugar de importancia transitoria entre los imaginarios y discursividades regio nales. A medida que ingresan en las cotidianidades sociales y en los espa cios privados, se van posicionando de manera disc reta, o mejor aún, se reafirma y toma forma la era de un mundo interconectado e hipervirtualizado. Escenas como estas, viajando en tiempo real a través de los medios masivos de comunicación y reproducidos por las redes virtuales, a distintos lugar es del planeta tierra, inician la referencia tangible y la existencia de un mundo globalizado.

La aparición diaria de una noticia precedida de otra, la presentación de un acontecimiento regional en el concierto mundial y el posicionamiento preconcebido de una situación local en el espectro de la comunicación internacional, son una constante naturalizada en stos tiempos . Producciones informativas, originadas por los medios masivos, como los que dieron a conocer el desplome de el centro internac ional de comercio o la invasión militar a Irak, no solo son la muestra de la puesta en marcha de los desarrollos y ejecuciones de la modernidad tecnológica, con la que hace aparición el siglo XXI. También, es la intensificación, de manera discreta y como práctica de la comunicación mediatizada, de las e xperiencias de la globalización, que se hacen visibles a través de la forma como se arman los relatos dominante s y en las estrategias que se ponen en juego para controlar y aconductar la s subjetividades colectiva s .

Un aviso publicitario que recicla la imagen de una noticia internacional; una pieza de vestir estampada con la imagen del aviso publicitario. Una noticia internacional que se vuelve objeto de decoración; un objeto del mercado que se vuelve noticia; y la imagen de un acontecimiento internacional que se vuelve una información transitoria y se cambia por otra; son el esc enario recurrente y cotidiano de estos primeros años del siglo XXI , creando las condiciones y sensaciones sociales de la globalización, y en consecuencia, el escenario de fenómenos y problemas socio-culturales más complejos.

En esta dirección, las preguntas que surgen son diversas y las formas de abordarse soportan discusiones divergentes y dejan emerger distintos repertorios discursivos. Preguntas por la noción de historia que se genera en la subjetividad colectiva, bajo condiciones de acontecimientos que surgen uno tras otro, haciendo del tiempo cercano un pasado lejano, es la inquietud que se manifiesta de forma relevante. ¿qué clase de imágenes locales se ven desplazadas por las imágenes mediatizadas de la globalización? ¿Qué versión de los acontecimientos históricos y qué clase de discursos, que la soporta, son los que generan y permiten la reproducción de imágenes en el espectro local y global? Y en suma, ¿Qué clase de discursos institucionales y relatos mediáticos , se están insertand o constantemente en nuestros pensamientos, para modelar nuestras opiniones?

Vicente E. Villa estudio literatura en la Pontificia Un iversidad Javeriana de Bogotá. Es Magister en estudios latinoamericanos y ma g íster en literaturas hispánicas De la Universidad Autónoma de Madrid. Igualmente, es magíster en literatura hispanoamericana de la Universidad Complutense. Es Investigador cultural y social , y , coordina el grupo de investigación sobre genealogías de la colombianidad.

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