Ser periodista es simplemente eso: tener la verdad delante de uno mismo, o buscarla en las sombras de la confabulación, para que todos la conozcan, aunque ello entrañe riesgos o innombrables sacrificios. No importa el tiempo que dediquemos a hallarla, a desnudarla en su verdadera dimensión, y a hacer que llegue a cada hombre y […]
Ser periodista es simplemente eso: tener la verdad delante de uno mismo, o buscarla en las sombras de la confabulación, para que todos la conozcan, aunque ello entrañe riesgos o innombrables sacrificios. No importa el tiempo que dediquemos a hallarla, a desnudarla en su verdadera dimensión, y a hacer que llegue a cada hombre y lo conmueva.
Ser periodista es también ser plenamente responsable de lo que se dice, pues la mentira o la alteración de los hechos, constituye faltar a la ética y desmoralizarse uno mismo. Con la verdad por espada se ganan las más bellas batallas. Ser periodista es ser fiel a su tiempo, a la dinámica del cambio que piden los demás, pero no el oportunista aislado ni el aprovechado, tampoco el difamador ni el falaz, sino la gran masa de pueblo al que nos debemos por ser parte de él enteramente.
Ser periodista es no temerle a la vergüenza. Piénsese que es mejor aconsejar al que se equivoca, que hacer que hable el mudo y el temeroso. Así debemos decir las cosas, sabiendo encontrar su momento propicio, que es cuando se es más útil y justo.
Ser periodista es compromiso. Es tener sed de cambio y querer que todo mejore a nuestro alrededor. Es dejar atrás la apatía y lo insulso, para hacerse cargo de lo que verdaderamente enseña y mejora.
Ser periodista es tomar el valioso tesoro que nos legaron los que nos precedieron y hacerlo vigente, que es la mejor manera de mantener la utilidad de la virtud.
Ser periodista es ser sencillo. Comprender que se es parte de esa masa de gentes que construye, que suda a diario sus espaldas y encallece sus manos por el porvenir. Es ser parte de la apuesta por el futuro, por el sueño franco y sincero que no tiene barreras para detenerlo. Es tocar las campanas del optimismo sobre el desencanto, es reverdecer la tierra en cada momento.
Ser periodista es ser el relator de la crónica de la vida que nos rodea y se teje a nuestro alrededor, el constructor de la historia que dejamos para los que vienen después de nosotros, los que heredarán lo mejor de nosotros y nos juzgarán a su debido momento. Es transmitirles la historia del hombre que vivimos para que ellos la hagan más promisoria y hermosa.
Ser periodista cubano es llevar en el pecho, a Martí, estallándole a uno en el corazón.