Así como para Estados Unidos existe el mal terrorista y el buen terrorista: el primero es el que aparece diariamente en los medios de comunicación y que casi todo el mundo condena. El segundo es el que trabaja en la sombras para la CIA y otros servicios estatales, poniendo bombas, cometiendo asesinatos selectivos, etc., en […]
Así como para Estados Unidos existe el mal terrorista y el buen terrorista: el primero es el que aparece diariamente en los medios de comunicación y que casi todo el mundo condena. El segundo es el que trabaja en la sombras para la CIA y otros servicios estatales, poniendo bombas, cometiendo asesinatos selectivos, etc., en Argentina existe el buen cipayo y el mal cipayo.
La expresión cipayo la popularizó Arturo Jauretche en Argentina en los años 1930 para referirse a los ciudadanos que piensan y actúan al servicio del imperialismo contra los intereses nacionales.
Cuando se están revelando las cláusulas ultracolonialistas de los convenios YPF- Chevron celebrados en 2013 (casi todo el arco político antiimperialista guarda un estridente silencio seguramente para no herir la fina sensibilidad del kirchnerismo entonces gobernante) surge la figura del buen cipayo y del mal cipayo.
El diario Página 12, a la vanguardia de la denuncia de la política cipaya del actual Gobierno, que sería (y sin duda es) la figura del mal cipayo, acaba de descubrir al buen cipayo.
En efecto, en una nota publicada en su edición del 21 de setiembre (Claves de un contrato sin grandes sorpresas) se «explica» que los convenios de YPF con Chevron no tienen nada de objetables.
La razón es evidente: fueron celebrados por el Gobierno kirchnerista, el buen cipayo.
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