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El diario que se negó a ahogarse

Fuentes: Etcétera

«La tarde del lunes, cuando se despejó el cielo y los últimos vientos de Katrina soplaban por Nueva Orleans, palomas muertas y lámparas de alumbrado estrelladas yacían regadas en la desolada autopista Pontchartrain Expressway. A la sombra del magullado Superdome, cuentas de Mardi Gras rotas ataban una pila de hojas y desechos…» Así comienza la […]

«La tarde del lunes, cuando se despejó el cielo y los últimos vientos de Katrina soplaban por Nueva Orleans, palomas muertas y lámparas de alumbrado estrelladas yacían regadas en la desolada autopista Pontchartrain Expressway. A la sombra del magullado Superdome, cuentas de Mardi Gras rotas ataban una pila de hojas y desechos…»

Así comienza la crónica del Times-Picayune de las primeras horas del desastre de Nueva Orleans, cuando los diques que protegían la ciudad todavía no habían sido rebasados del todo y los locales se convencían de que había pasado lo peor.

La plaza aún era de los reporteros del Times-Picayune, el diario que publicó las líneas que se transcriben arriba. Las hordas de periodistas que atestiguarían el peor desastre natural en la historia de Estados Unidos llegarían después, con la crecida del agua y los primeros latigazos de la violencia.

La mañana del martes 30 de agosto, la noticia llegó a las puertas del periódico. Unos 240 empleados y sus familias habían pasado la noche en el edificio del Times-Picayune, en el 3800 de la avenida Howard, a unos dos kilómetros del Superdome. El agua había inundado el área de estacionamiento y seguía subiendo. Fue cuando el editor del diario, Jim Amoss, supo que sería necesario evacuar el inmueble. «Debemos irnos cuando aún es posible hacerlo», dijo a su equipo.

Nada similar había ocurrido en sus 168 años de existencia. Ni siquiera durante la Guerra Civil, cuando Nueva Orleans se convirtió en la primera ciudad del sur secesionista en ser capturada por las fuerzas de la Unión, luego de una intensa batalla naval. Ni siquiera durante la Gran Depresión, cuando Huey P. Long, el cacique de la política local, amenazó con destruir la rotativa del diario si publicaba información sobre la quiebra de bancos.

El Picayune fue fundado en enero de 1837 por Francis Lumsden y George Kendall, quienes habían ganado 700 dólares en apuestas. El nombre lo tomó de una moneda española que circulaba entonces en la ciudad y cuyo valor cubría el precio de un ejemplar del periódico. En 1846, cuando Nueva Orleans se volvió puerto de embarque de soldados que iban a la guerra con México, el diario creó una red de corresponsales y dio cobertura cotidiana al conflicto. Kendall fue uno de los primeros corresponsales de guerra del periodismo estadounidense.

El periódico también se convirtió en el primero del país en ser dirigido por una mujer, Eliza Holbrook. Y llegó a contar entre sus plumas a figuras literarias como William Faulkner, quien vivió en el Barrio Francés de Nueva Orleans mientras escribía sus primeras noveles, y William Sidney Porter. En 1914, se fusionó con el Times-Democrat y adoptó su nombre actual.

Actualmente propiedad de la cadena Newhouse Newspapers, el Times-Picayune vivió su momento más célebre en 1997, cuando recibió dos premios Pulitzer, uno por servicio público y otro por caricatura. Ese año, Jim Amoss, quien estaba al frente del diario desde 1990, fue nombrado editor del año por la National Press Foundation.

El día que Katrina se abatió sobre la costa del Golfo de México, el Times-Picayune -que antes de la inundación tiraba un promedio de 269 mil ejemplares al día- trató de seguir operando normalmente. El huracán hizo añicos un ventanal de sus oficinas e interrumpió el servicio eléctrico de la ciudad. Hasta ese momento, los daños a su edificio fueron menores. Gracias a una planta generadora de luz, funcionaron algunas computadoras y el departamento de fotografía. Sin embargo, la energía eléctrica no alcanzó para echar a andar la rotativa e imprimir la edición del martes. Por primera vez en su historia, el diario no circularía.

Dos reporteros, que recorrieron la ciudad en bicicleta luego del paso de Katrina, volvieron a la redacción con la nota principal. «La rotura del dique de Lakeview amenaza inundar la ciudad», era el titular principal de la edición, que sólo pudo darse a conocer mediante la página Internet del periódico.

A las diez de la mañana del martes, el agua había subido más de un metro. Los empleados del Times-Picayune no tuvieron otro remedio que emigrar a tierras más altas, igual que miles de habitantes de Nueva Orleans. La evacuación se realizó a través de los muelles de carga del edificio, donde la gente se montó en los camiones de reparto. Sin tiempo de preocuparse por sus casas y sus familias, una parte de la redacción se lanzó a cronicar la devastación de su ciudad, mientras la otra buscaba una nueva sede.

Dos instituciones ofrecieron acoger al equipo: El diario The Courier, publicado en Houma, un suburbio de Nueva Orleans, desde donde el Times-Picayune seguiría publicando su versión electrónica, y la Escuela de Comunicaciones de la Louisiana State University, que prestó computadoras y teléfonos a los periodistas damnificados.

El trabajo ha tenido mucho de heroico. Por varios días, la esposa y el hijo de un fotógrafo estuvieron desaparecidos, lo mismo que el reportero veterano Leslie Williams, enviado a Mississippi para cubrir el paso del huracán. Una tercera parte de los reporteros perdió su casa en la inundación. Y dos de sus periodistas fueron encañonados por la policía cuando pretendían cubrir los disturbios en el Centro de Convenciones de la ciudad.

En el plano meramente informativo, el diario ha sabido captar, en texto y foto, la desesperación de los refugiados y la angustia de los familiares de los desaparecidos y los muertos, al tiempo que ha ofrecido investigaciones profundas sobre el retraso de la ayuda y la indolencia que condujo a la devastación de Nueva Orleans. Pero, sobre todo, ha sabido estar con su público.

Mediante su sitio Internet afiliado, Nola.com, el Times-Picayune ha hecho mucho más que informar sobre la catástrofe. La página electrónica, que recibía seis millones de visitas a la semana antes del huracán, alcanzó los 30 millones de visitas sólo el viernes 2 de septiembre, día en que regresó a la circulación la versión impresa del periódico.

Desde el comienzo de la crisis, Nola.com ofrece a los afectados por Katrina una base de datos de personas desaparecidas y localizadas, secciones sobre empleo y centros de ayuda, foros para hablar de vivienda y otros temas, blogs en los que los damnificados relatan sus experiencias y espacio para alojar fotografías digitales tomadas por sus lectores.

Hay medios de comunicación que realizan esfuerzos institucionales extraordinarios para poder seguir informando a su público, al tiempo que conviven con él en la desgracia. Algunos lo han hecho en tiempos de guerra, como Oslobodenje, el diario bosnio publicado en Sarajevo, que, pese a haber sido bombardeado por extremistas serbios durante la guerra de los Balcanes, siguió circulando. «El periódico es el único vestigio de vida normal en Sarajevo», solía decir Kemal Kurspahic, el editor del periódico. «Cada vez que salimos, la gente lo vive como una victoria personal. Creo que aprecia que compartamos su destino».

Algo así han hecho el Times-Picayune y sus reporteros. Por eso, hay que celebrarlo. Como muchos otros negocios en Nueva Orleans, el futuro del diario es incierto. Sin embargo, hasta hoy, ha sabido cumplir con su deber.