«Agitadores violentos». La acusación emitida sin anestesia por Alicia Kirchner a los vecinos inundados de la ciudad de La Plata, secundada por el gobernador Scioli y el intendente Bruera, saca de la profundidad de sus propios pensamientos el costado más reaccionario de estos recientes conversos al «progresismo» y su apego al discurso de los dos […]
«Agitadores violentos». La acusación emitida sin anestesia por Alicia Kirchner a los vecinos inundados de la ciudad de La Plata, secundada por el gobernador Scioli y el intendente Bruera, saca de la profundidad de sus propios pensamientos el costado más reaccionario de estos recientes conversos al «progresismo» y su apego al discurso de los dos demonios. «Infiltrados» en los barrios que seguramente «no quieren que se los ayude»; el travestismo de parte de estos funcionarios kirchneristas no resistió un temporal y la natural secuela de reclamos de los vecinos que lo perdieron todo. Tan tranquila que estaba de vacaciones cortas en París.
Pero la indignación de los kirchneristas no se agota en acusar a los vecinos platenses, que luchan por su supervivencia en medio de una catástrofe planificada y evitable, sino que asume una dimensión superior, dirigida a la propia naturaleza, a la que acusa de no tener un comportamiento acorde a sus necesidades electorales y discursivas sobre el supuesto «modelo de bienestar, nacional y popular».
Copiando el discurso, que el derechista Macri da cada vez que se inunda la Capital Federal; el gobernador Scioli excusó su responsabilidad en semejante tragedia, porque la lluvia del martes 2 de abril no tuvo una conducta normal y esperable. Para Scioli, entonces, todo se explica por un comportamiento de la naturaleza desviada en relación a la media, una ruptura normativa excepcional y por lo tanto no ajustada a sus presupuestos políticos y económicos.
La verdad es que si toda esta situación no fuera tan desoladora y angustiante, la reacción de los funcionarios frente a la catástrofe daría risa.
Scioli, la ministra Kirchner y el intendente Bruera exigen de la naturaleza la misma mesura y disciplinamiento que se les exigen a los vecinos en sus reclamos. La idea de los funcionarios, es que la naturaleza se adapte a los presupuestos políticos y económicos y que no les complique sus aspiraciones electorales.
Como se ve, aun en condiciones de extrema emergencia el funcionario no rinde su discurso, se indigna y exige que el clima encaje en el ajuste y a la subejecución de los presupuestos para la urbanización y la falta de obras necesarias para evitar las inundaciones. Intentan reducir los acontecimientos naturales a una normalidad dictada por decreto, resolución o proyecto de ley. La indignación en contra del fenómeno natural se da por violar el acuerdo político. La naturaleza tiene un comportamiento «violento y agitado», alejado del deseo votado por las mayorías. «Nadie está preparado para esto» se justifican: CFK, el gobernador, Alicia Kirchner y el intendente Bruera.
¿Será así?
Instantáneas de una jornada trágica
El centro
El aguacero del martes trágico comenzó aproximadamente a las 16.30 hs. Si tenemos en cuenta la información oficial, y de algún estudio de último momento de la no menos oficialista Universidad de La Plata, cayeron 300 mm. de agua en aproximadamente cinco horas, lo que da, a razón 60 mm. por hora.
A las 17 hs la avenida 7 desde 72 hasta plaza Rocha ya estaba cubierta de cordón a cordón, 7 y 44 tenía a esa misma hora 30 cm de agua, en 1 y 60 ya flotaban los autos, lo mismo en 13 a la altura de Parque Saavedra. Ni hablar de la zona norte y la cosa no hacía mas que empezar. Media hora de lluvias y las bocas de tormentas y sumideros escupían agua lodosa y todo tipo de desperdicios que inundaban las calles y apenas habían caído, de acuerdo a los cálculos oficialistas, 30 mm de lluvia.
18 hs. Una hora después el panorama ya apuntaba para tragedia. Con 90 mm de lluvia, plaza Italia estaba cubierta con mas de 80 cm de agua, plaza Rocha intransitable (por lo menos 60 cm) igual que plaza Moreno y el resto del centro platense. Los centenares de funcionarios precarizados de «control urbano» que el intendente Bruera tiene como eje de su recaudación propia, mediante la aplicación de multas y estacionamientos medidos, estaban invisibles. Ni un solo patrullero o algún funcionario del estado a la vista para indicar un corredor seguro para autos y peatones.
Fueron los propios vecinos, descalzos y en el mejor de los casos con alguna capa de lluvia los que irían armando retenes en las calles mas inundadas, cumpliendo con la función de indicar e informar que esas calles no se podían tomar por el riego de vida que involucraban.
18.30 hs. La mayor parte de los automovilistas giraban sin destino tratando de buscar alguna salida a esa trampa mortal en que se habían convertido las calles. Radio Provincia, pasaba música y no daba información alguna: el intendente Bruera se bañaba de sol en Brasil.
A las 18, 30 hs, 7 y 32 (acceso norte al centro de la ciudad) ya era un río con mas de 1,20 metros de agua, la situación era igual de dramática en 32 a la altura de 25 (estadio único).
19 hs. Tolosa sucumbía, La Fabela, el Mercadito, El Churrasco, La loma, La cumbre y en el resto de los barrios de norte y el oeste platense la lluvia empezaba a cobrarse victimas fatales, hasta concluir en una suma incierta, 51 personas muertas de acuerdo a datos oficiales, aunque extraoficialmente algunos arriesgan algunas decenas mas, muchos de ellos niños.
19.30 hs. En el centro la cosa iba para peor: en 13 y 38 tres personas intentaron pasar una soga que permitiera cruzar la calle, los arrasó la corriente. Lo mismo en 12 y 41; 68 y 13, 8 y 34 solamente para citar algunas esquinas. El panorama era desolador, los autos flotaban o se hundían, con sus balizas prendidas, en medio de lo que antes había sido una calle y ahora se convertía en una trampa mortal.
El centro de la ciudad de La Plata viene siendo desde hace años una burbuja inmobiliaria. El intendente Bruera hizo aprobar una ordenanza municipal que consistió en autorizar a las constructoras la realización de edificios de mayor altura a lo estipulado antes que él gobernara el municipio.
Las torres de 15 a 20 pisos ensombrecieron la «Ciudad de los tilos», en contraposición de todas las recomendaciones de ambientalistas y urbanistas independientes.
Las nuevas torres de la era bruerista, no fueron acompañadas de las obras necesarias que permitieran el desalojo de aguas y cloacas. Todas se conectaron a los mismos caños, todas se surtieron de las mismas tomas de agua y del tendido eléctrico. Los desagües pluviales, tienen en el centro de la ciudad la misma antigüedad que su fundación, ninguna obra a acompañado la construcción de las torres nuevas, colocando al centro de la ciudad frente al inminente colapso de todos los servicios.
El negocio para las constructoras es redondo los perjuicios para los vecinos masivo.
Cuando la gente de La Plata dice «esto nunca lo vi», refiriéndose al nivel alcanzado por el agua, no debe desconocer la cantidad de nuevos desagües incorporados a las cañerías de pluviales, con mas de cien años, que antes recibían desagües de casas bajas y ahora de torres de mas de 15 pisos. Donde antes habitaba una familia o dos… ahora habitan cientos.
La falta de mantenimiento en los desagües pluviales es otra de las razones de la inundación. El barro y los desperdicios escupidos por las bocas de tormentas y sumideros que deberían conducir el agua, son los que explican que a menos de una hora de comenzada la lluvia el centro ya hubiera colapsado. Lo demás viene por consecuencia.
El bruerismo y el Concejo Deliberante de la ciudad, aceptaron el negociado inmobiliario con las constructoras conspirando contra las vidas y los bienes de los vecinos.
Los barrios
La Plata está surcada por varios arroyos y multitud de zanjones a cielo abierto: El gato, Carnaval, Maldonado, El pescado, arroyo Pérez, etc. a la vera de los cuales se asientan miles de familias.
En la mayoría de los casos los lotes y terrenos de estos asentamientos poblacionales están en las cuencas mismas de los arroyos e inclusive a la orilla de los mismos. El negocio inmobiliario hizo la venta de estos predios en forma legal ya que los vecinos cuentan con títulos de propiedad de sus lotes, pese a estar en terrenos inundables, lo que da cuenta de una complicidad histórica de la municipalidad y la provincia para que las inmobiliarias vendan tierras indiscriminadamente en zonas inundables. Ya son 26 años de diferentes gobiernos peronistas en la provincia y en el municipio.
El problema de la vivienda y de la falta de trabajo hace que muchas familias construyan sus viviendas en las mismas laderas de los arroyos, riachos y zanjones. También, han sido recuperados terrenos extensos a basurales y bañados para asentar barrios enormes en condiciones de precariedad absoluta. Las lluvias del martes trágico han hecho visible lo invisible, lo negado en una ciudad que aspiraba a ser considerada patrimonio universal. El centro de La Plata alberga a un tercio de los 650 mil habitantes del municipio, otro tercio se nucléa en los barrios periféricos y en las localidades de los Hornos, Tolosa, Gonet, Ringelet, City Bell y Villa Elisa; el último tercio en la periferia de la periferia. Son barrios en crecimiento dinámico, populosos y cargados de carencias y asimetrias.
Solamente en Villa Elvira, uno de los sectores mas afectados por la inundación y las muertes, habitan cerca de 100 mil personas.
Los arroyos de la Plata están en un total abandono, no hay drenajes ni recolección de residuos lo cual complica el curso natural del agua.
Los escurrimientos naturales tapados, para evitar gastos o por corrupción al autorizar el final de obra a la altura de las autopistas BS AS La Plata, sobre los arroyos Carnaval y El gato dieron lugar a las catastróficas inundaciones en el norte de la ciudad en 2007.
Lo mismo vale para las actuales inundaciones en las zonas de Villa Elvira a Tolosa, de Barrio Jardín a La Loma o de Melchor Romero a ruta 11.
La falta de drenaje en arroyos y zanjones, hace que estos funcionen como una canaleta tapada que, primero, desborda atacando las zonas aledañas y luego una vez que la presión del agua remueve el tapón o lo supera, el agua busca su curso natural de golpe, arrasando con lo que tiene enfrente.
Las familias obligadas a radicarse en zonas inundables por falta de vivienda y trabajo, no son parte de una catástrofe natural, son producto de una política planificada por el poder, que permite proveer de mano de obra barata a los capitalistas e inflar el negociado inmobiliario.
La actualidad
Las inundaciones han dado lugar al piquete y el piquete ha dado lugar a la represión y la represión al acuerdo político. El abroquelamiento de camarillas que se mostraban hostiles entre si, hasta ayer nomás, tiene un significado único: el desbordamiento de los controles sociales de punteros e instituciones sociales han colocado a los vecinos damnificados por la perdida de familiares, compañeros y amigos y bienes, en un estado de deliberación y movilización.
El repudio recibido por los funcionarios que se acercaron «a ayudar» en la desgracia que los tiene como responsables, es el toque de alerta que llevó a la movilización de todas las fuerzas represivas. La gendarmería, el ejercito, la policía y una muchedumbre de punteros sciolibrueristas están dispuestos a acallar las voces del pueblo inundado, para constituirse como el único discurso valido.
En la noche del jueves 4 de abril se produjeron conatos de represiones en Berisso, camino Centenario y Villa Elvira en contra de los piquetes de vecinos que reclaman ayuda alimenticia, agua y luz. Los punteros sciolibrueristas y los «chicos» con remeras de la cámpora corren de centro en centro de evacuados buscando el rédito político que les puede otorgar la miserable condición en que han quedado los damnificados. Sin embrago, encuentran repudio y criticas a su gobierno.
La ruptura que implica la salida represiva contra el pueblo, el ocultamiento de información sobre las victimas y el intento de coptación de la ayuda humanitaria por parte de los punteros «progresistas gubernamentales», no tiene vuelta atrás. Es una ruptura definitiva que marca una crisis entre «ellos y nosotros» como se escucha decir a los vecinos organizados en los barrios.
Pacto para reprimir las luchas
La primera ofrenda a este pacto conspirativo fue el levantamiento del paro docente.
Baradel declaró que las razones para solidarizarse con Scioli «son mas que obvias», encontrando de esta manera, en medio de esta situación excepcional, una excusa gigante para entregar la lucha.
Pero ¿cuántos son los docentes que lo perdieron todo en estas inundaciones y cuantos de ellos tendrán que reconstruir su vida en medio de descuentos y salarios congelados?
Baradel ha decidido que los docentes resignen su lucha en función de una calamidad cuyos responsables son los mismos que ajustan los sueldos de los trabajadores de la educación. ¿Acaso los reclamos docentes, para Baradel, no son parte de los reclamos que hoy realiza el pueblo platense?
El Frente Gremial ha acordado con el sciolismo que los maestros deben estar exceptuados del reclamo popular y que es necesario «suspender» las medidas de fuerza (no en La Plata donde de hecho la mayoría de las escuelas no funcionan) sino en toda la provincia para no colocarse al margen de la sociedad.
Baradel y Petroccini han decidido que los trabajadores del magisterio abandonen su posición de huelguistas, que reclaman por un mejor nivel de vida, para volverse servidores de los responsables de esta desolación.
El docente que se inundó, que perdió todo, que falleció, según Baradel, debe volverse un servidor público al servicio de un gobierno que confisca su salario. Puede verse que el «más que obvio» de la burocracia celeste, demuestra de la misma forma (obvia) que la política de los sindicatos gira sobre si misma, al no tener en cuenta la situación de las bases, de lo profundo, de lo calamitoso por lo que pasan los propios trabajadores.
La ideología de la burocracia se enrolla con la del poder, actuando como punteros de los responsables de las calamidades que sacuden al pueblo. Eso es lo único «más que obvio».
Nota: sospechosamente el servicio de Internet en amplias zonas de La Plata está cortado desde el mismo martes trágico.
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