El 13 de noviembre, dos días después de que un joven antifascista fuera asesinado por un militar ultraderechista que se dirigía a una manifestación xenófoba, los diarios El Mundo y El País dedicaron sendos editoriales al asunto. Bajo el título «Una manifestación que debería prohibirse», El Mundo aborda otra manifestación de ultraderecha convocada para cuatro […]
El 13 de noviembre, dos días después de que un joven antifascista fuera asesinado por un militar ultraderechista que se dirigía a una manifestación xenófoba, los diarios El Mundo y El País dedicaron sendos editoriales al asunto.
Bajo el título «Una manifestación que debería prohibirse», El Mundo aborda otra manifestación de ultraderecha convocada para cuatro días después en homenaje al fundador de la Falange. Según este diario «el derecho de manifestación, como cualquier otro recogido en la Constitución, debe restringirse con muchísimas cautelas, pero no es absoluto», y por ello «hay una razón fundada para limitarlo y es el riesgo de alteración del orden público, extremadamente alto tras los sucesos violentos del fin de semana».
En cambio, el periódico El País, supuestamente el progresista global del panorama español, considera que «existe suficiente jurisprudencia en el sentido de que no se puede utilizar la autorización administrativa para limitar de manera indirecta el derecho de manifestación». Lo asombroso es que su editorial se acompaña con un antetítulo que dice «La ley debe regir igualmente para quienes se proclaman neonazis o antifascistas», situando en el mismo rango a quienes defiende el nazismo y a quienes luchan contra el fascismo. Afirma en referencias a los antifascistas que «hay algo inquietante en que, para hacer frente a los anteriores (neonazis), otros adolescentes puedan corear el grito de ‘A por ellos, como en Paracuellos’, convirtiendo en ejemplar un episodio siniestro de nuestra historia», lo que parece sugerir que el joven de 16 años desarmado que murió apuñalado iba provocando.
Para terminar el editorial El País expresa su preocupación con que «la manera de hacerles frente (a los grupos de neonazis) no puede ser, en ningún caso, que un grupo de jóvenes se proponga reventar el acto». Según el diario «el riesgo mayor al que se pueden enfrentar los sistemas democráticos no es que una minoría de ideología neonazi o similar se manifieste dentro de la ley, sino que el enfrentamiento entre minorías acabe arrastrando a sectores cada vez más amplios de la ciudadanía». O dicho de otra manera, el problema para El País no es que se manifiestan neonazis con total impunidad, sino que cada vez haya más ciudadanos dispuesto a enfrentarse al nazismo. Espectacular.