Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Juan Vivanco
Demasiado peligrosos. Ya se habían encargado de controlar los reportajes de los medios tradicionales, creando la figura del periodista «atraillado» (embedded) por sus tropas en Irak. Pero el alto mando norteamericano no había previsto la proliferación en la Red de informaciones sobre el terreno proporcionadas por los propios soldados, a quienes les bastaba con abrir un blog para contar sus experiencias. Han aparecido cientos de sitios personales de este tipo; algunos son críticos con esta guerra, otros muy patrióticos. Pero al Pentágono no le hacen ninguna gracia y ha impuesto nuevas formas de control a los soldados demasiado parlanchines. Lo ha denunciado Jason Hartley, soldado especialista de la Guardia Nacional, uno de los primeros militares sancionados por irse de la lengua en su bitácora Just Another Soldier. «Hoy, en cuanto se abre un blog militar» dice «lo cierran».
Un blog incómodo. Hartley, que ahora está en Estados Unidos, aunque en cualquier momento podrían mandarle de nuevo e Irak, hace un año fue multado con mil dólares y degradado de sargento a soldado raso. El ejército le acusó de haber revelado en su página la ruta del avión militar que transportaba a su unidad en Irak, y también que los tres últimos proyectiles del cargador de cada soldado eran siempre trazadores. Informaciones sensibles, según el alto mando, que podían poner en peligro la vida de los soldados si llegaban a oídos del enemigo. En realidad Hartley cree que lo que molestó a sus superiores fue, sobre todo, el tono sarcástico de sus escritos. Jason era corrosivo: publicaba fotos de los «niños iraquíes tan monos a los que quiero disparar» y de cadáveres en la cuneta con este comentario: «I love dead civilians«. No todos lo entendían. Pero una vez que un lector le escribió: «¿Es una broma o qué? Este blog me deja un sabor amargo», Hartley le contestó: «Eso es lo que quería». El antiguo sargento ha escrito un libro basado en su experiencia y lo ha titulado como su blog.
Un mundo variopinto. A pesar de la denuncia contra Hartley, sigue habiendo muchas bitácoras de militares estadounidenses en Irak. El sitio Milblogging.com, una guía muy útil para los que quieran aventurarse en este campo, recoge 304 de Irak y 26 de Afganistán. Otras 700 son de soldados que se encuentran en Estados Unidos. El sitio Mudville Gazette tuvo más de 700.000 visitas en 2005 y el blog de Michael Yon ocupa el lugar 81 entre las más visitadas del mundo. De modo que sigue siendo un sector vital, hasta el punto de que Milblogging.com acaba de crear unos premios para los mejores. El problema, acusa Hartley, es que los military blogs más incómodos han desaparecido de la Red. «Sólo quedan los que son completamente inocuos o los patrióticos. Si quieres tener la impresión de que en Irak todo va sobre ruedas, son los apropiados», explica.
La boca cerrada. El verano pasado el Pentágono mandó que todos los blogs militares se registraran en un comando especial, que las examina cada trimestre, lo que explicaría esta depuración. Además, unas «unidades móviles de adiestramiento» tienen la misión de explicar a los soldados movilizados que una palabra de más en la Red puede poner el peligro la vida de sus compañeros de armas. En noviembre el ejército puso en circulación un vídeo de Peter Schoomaker, el jefe del Estado Mayor, en el que el general advertía: «Loose blogs may blow up your BCTs«, los blogs demasiado abiertos pueden hacer que vuestra brigada salte por los aires. Unas palabras elegidas a propósito, pues parafraseaban el simbólico Loose lips sink ships, «la boca abierta hunde los barcos», de la segunda guerra mundial. «Estamos en guerra y los insurgentes leen las páginas web», dice el coronel Bill Bucher, un vocero de la «coalición» en Irak.
Autocensura. Mark Miner, que lleva el blog Boots in Baghdad, confirma la preocupación del alto mando pero dice que nunca ha tenido problemas. «Si han intervenido con algún otro soldado, lo habrán hecho porque era absolutamente necesario para la seguridad», explica. Otros, como el que llevaba el sitio A Day in Iraq (parado desde septiembre), prácticamente se han censurado a sí mismos. «Lo he dejado» cuenta Michael «porque me he dado cuenta de que la mayoría de las cosas que quería escribir incluían datos delicados. Sin recibir ninguna presión del Pentágono». Pero Michael no cree que el alto mando tenga miedo de los blogs críticos con la guerra. Al contrario, en su opinión el Pentágono debería animar a los soldados para que escribieran blogs: «Así el mundo vería que en Irak también suceden muchas cosas positivas que no cuentan los medios».
Fuente: http://www.peacereporter.net/dettaglio_articolo.php?idc=0&idart=4476
Juan Vivanco es miembro del colectivo de traductores de Rebelión y asimismo de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística ([email protected]). Esta traducción es copyleft.