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España. El director de El Mundo trata de hacer 'borrón y cuenta nueva del período franquista'

El franquismo fueron algunos

Fuentes: Rebelión

Esta vez la carta de Pedro Jota del dominical de El Mundo del día 20 (El franquismo fuimos todos) se aparta de la habitual exhibición de erudición a que nos tiene acostumbrados para interpretar algún momento actual del devenir político a través de otros momentos, bien de la historia, bien de la ficción literaria.  Esta […]

Esta vez la carta de Pedro Jota del dominical de El Mundo del día 20 (El franquismo fuimos todos) se aparta de la habitual exhibición de erudición a que nos tiene acostumbrados para interpretar algún momento actual del devenir político a través de otros momentos, bien de la historia, bien de la ficción literaria.  Esta vez va directo al grano en su afán de hacer el borrón y cuanta nueva del periodo franquista de nuestra historia.

Resulta que un amigo de Pedro Jota conversó al respecto hace un par de meses con Zapatero. Tras la primera repuesta abrupta de Zapatero afirmando que no podía sentir respeto por una «dictadura atroz» que sumió a España en una «noche oscura», el amigo de PJ «trató de poner los hechos en su contexto histórico» e inició una especie de interrogatorio, que comienza así: «Algo de positivo tuvo que tener aquel régimen para que durante tantos años lo apoyaran o al menos lo consintieran los españoles…». Como resultado, Zapatero acabó diciendo que durante el franquismo no había españoles, sino apátridas. Esta respuesta sumió en estupor a PJ, y parece ser que le motivó para elaborar su larga carta.

Y ¿qué dice en esencia Pedro Jota? En principio, para no involucrarse demasiado personalmente, echa mano de la encuesta que viene haciendo El Mundo desde hace algunas semanas para descubrir como ven los españoles ese período, especulando con la edad y las tendencias ideológicas, establecidas simplemente preguntando a que partido vota el encuestado. 

Hace unos días se realizó una encuesta entre los jóvenes para conocer sus preferencias. Si mal no recuerdo, la política estaba entre las últimas, y por la historia nadie les preguntó, aunque no se puede suponer cual habría sido la respuesta. Por ahí anda un libro estremecedor que recopila respuestas dadas en exámenes de grado medio. Añadamos a eso el lugar que las familias de hoy reservan a los abuelos, y el tiempo que se dedican a escucharles, y tendremos un perfil de los encuestados, del que naturalmente PJ nada tiene que decir, aún cuando tiene un gran peso específico en los resultados. PJ saborea la ensalada resultante sin importarle poco ni mucho los ingredientes.

Sus conclusiones se pueden resumir en este párrafo:

«Es imposible, por supuesto, que las nuevas generaciones sientan las urgencias, necesidades e ilusiones de sus padres y sus abuelos. Por eso resulta tan disparatado pretender reavivar en sus conciencias los viejos rescoldos de los odios fratricidas. Pero ha llegado el momento adecuado de hacer una completa auditoria de la distancia entre lo que muchos creen que sucedió y lo que realmente sucedió.» 

Vayamos por partes: Para empezar, PJ halla encomiable que su amigo  «trató de poner los hechos en su contexto histórico» y  que le responda  a Zapatero con un «Algo de positivo tuvo que tener aquel régimen para que durante tantos años lo apoyaran o al menos lo consintieran los españoles…»  ¿Qué tal si iniciamos de la misma manera un examen del régimen de Castro? Si solo se tiene en cuenta los años que hace que está instalado, como hace con el franquista, la pregunta tendría la misma validez, así como la «colocación de los hechos en un contexto histórico.» Pero para Cuba lo último que propondría PJ es el «borrón y cuenta nueva». Al menos, jamás le he leído una sola palabra contra los revanchistas de Miami que después de 50 años, siguen reclamando las casas, haciendas y fábricas que les expropiaron los revolucionarios. Y eso a pesar de que, según el corresponsal de El Mundo en Miami, (4 de agosto) la juventud cubana en Miami, solo quiere saber de bailar y divertirse. Para el gobierno norteamericano, nunca criticado por eso por PJ, esas propiedades deben ser devueltas a sus legítimos dueños y los perjuicios reparados. La juventud que piense como quiera. Aquella memoria histórica debe ser mantenida, la de España no. La de España se despacha como «viejos rescoldos de los odios fratricidas.»

Lo que no quiere ver ni en pintura es el trasfondo: la lucha de clases que despertó esos odios. El hecho de que aquella generación de obreros y campesinos se lanzó a dar la batalla al capitalismo. Y que si no existiese esa voluntad de lucha no habría durado tres años sino habría sido un golpe militar resuelto en pocos días. Ese es el «contexto histórico» que PJ aplaude como frase, pero no aplica como método. La victoria de Franco significó la victoria de las «doscientas familias» que mandaban entonces en España y siguen mandando hasta hoy, arropadas por una casta militar, menos agresiva por las circunstancias políticas europeas, (pero que sigue vigilante, como pudimos ver hace poco con lo del Estatuto de Cataluña) y por una jerarquía eclesiástica que poco tiene que envidiar a la de entonces. Que les pregunten a De la Rosa, al de la abeja, a los de la PSV o a Mario Conde, lo que sucede cuando esas doscientas familias se enfadan. Y que le pregunten al banquero Botín lo que sucede cuando esas familias se apiñan para protegerle.

La guerra civil española fue un episodio producido por una agudización de la lucha de clases. Una lucha que sigue abierta, que se mete por los ojos cada día en los centros de trabajo, por mucho que se haya reblandecido por la fiebre consumista y el consiguiente entrampamiento. Una lucha de clases hoy negada por todos los estamentos de esta sociedad, incluidos los corrompidos sindicatos que hacen una labor que nada tiene que envidiar a la del Sindicato Vertical franquista. Se le puede sugerir a PJ que pregunte  a los jóvenes cual es la diferencia entre estos sindicatos y los que había durante la República. Si no lo saben, que se lo pregunten a sus abuelos.

El franquismo no fuimos todos, el franquismo garantizó, a sangre y fuego, la continuidad en el país del amenazado capitalismo. El franquismo fue la mano larga de las doscientas familias.