Como definió el nuevo vice Amado Boudou, «Cristina marcó el camino del próximo período» con el discurso en la Conferencia de la Unión Industrial Argentina. Cristina Fernández ha tomado opciones estratégicas que significan una reversión de dos elementos claves del ciclo kirchnerista, más allá de los ritmos en que tarden en expresarse sus consecuencias políticas […]
Como definió el nuevo vice Amado Boudou, «Cristina marcó el camino del próximo período» con el discurso en la Conferencia de la Unión Industrial Argentina.
Cristina Fernández ha tomado opciones estratégicas que significan una reversión de dos elementos claves del ciclo kirchnerista, más allá de los ritmos en que tarden en expresarse sus consecuencias políticas y sociales. En este sentido, no se trata de «sintonía fina» sino más bien de «un cambio de canal». Por un lado, el enfrentamiento con Moyano y la cúpula de la CGT que han sido un sostén determinante de la gobernabilidad del «modelo» durante ocho años. Por otro, el recorte del gasto público con la poda de subsidios, por primera vez en la era K, con que el gobierno vino sosteniendo la baja inversión de la clase empresaria y, a la vez, conteniendo el precio de las tarifas de los transportes y los servicios públicos que pagan millones. Ambas decisiones significan preparativos para un ataque al salario de la clase trabajadora, la mayoría nacional, por vía directa o indirecta. Más allá de los malabares discursivos del oficialismo para ocultarlo, se puso en marcha la procesión hacia el entierro del principal lema de la pasada campaña electoral, el «Nunca Menos», tan caro al flanco izquierdo de la coalición gobernante.
Se sinceró el ministro De Vido: «El recorte en los subsidios de luz, gas y agua es una señal a los mercados». El aumento de tarifas -que se presenta por partes, como las malas noticias- así como los que vienen en el transporte, se hace sobre la base de hacer pagar a la población la continuidad de las privatizaciones menemistas de los servicios públicos y las ganancias de los grupos empresarios privatizadores. Ahora, dice CFK, con menos subsidios del Estado los empresarios deberán invertir más. Pero la baja inversión capitalista no es una cuestión meramente «argentina» sino la sustancia que está en el fondo de la crisis mundial, por lo que no se puede arreglar con subsidios estatales más que muy temporalmente, ni con discursos de «burgueses del mundo, invertid en el país» como viene haciendo la presidenta desde el atril. Del ranking de las 10 empresas que más ganaron en el 2011 tenemos en primer lugar a Alpargatas del grupo brasileño Camargo Correa que, sin embargo, lejos de reinvertir, es una empresa de avanzada en las suspensiones de obreros en la industria textil. Los que invierten parcialmente -algunas filiales de multinacionales automotrices que necesitan producir aquí para el Mercosur- lo hacen a costa de ajustar los planes de aumento salariales como muestra el pre-acuerdo a la baja entre Volkswagen de Córdoba y la directiva del SMATA, rechazado por una masiva asamblea de trabajadores. Nuevo signo de los tiempos, en la conferencia de la UIA en el Hilton, no sólo estaban los industriales sino también los principales jinetes de la Mesa de Enlace del campo, como Hugo Biolcatti. En cambio, preguntó CFK: «¿Está el secretario de la CGT? Se fue?».
En el viejo ciclo kirchnerista, a Moyano le dieron un tratamiento preferencial para contener los aumentos salariales por debajo de la inflación y, al mismo tiempo, mantener las herencias de los ’90 que se preservaron bajo la alianza de los K y la CGT como el empleo en negro, precarizado y tercerizado de más de la mitad de la clase trabajadora, cuyas condiciones de explotación quedaron por fuera de toda discusión en las negociaciones paritarias en años de enorme crecimiento económico y superganancias empresarias. Ahora, la impugnación que hizo la presidenta al proyecto de Ley del diputado Recalde de la CGT de «reparto de las ganancias» para los trabajadores en blanco, fue acompañada de la ‘contrapropuesta’ oficial de que eso se haga, en todo caso, no por la ley ni la fuerza del Estado, sino en las paritarias que se cocinan con topes salariales. Es decir, que el lema pos electoral de «producir más» significa atar los aumentos de salarios que vayan más allá de las pautas dictadas por el poder Ejecutivo, a la «competitividad» capitalista ya que, como dijo Cristina, de esa manera «los trabajadores se ponen la camiseta de la empresa». Moyano respondió al día siguiente: «Nosotros vamos a seguir insistiendo» con el proyecto de ley que, de todas formas, se presumía como un amague «de máxima» de la CGT para obtener, de mínima, que se acepte el viejo statu quo en la alianza de gobierno. A sabiendas de que ahora el proyecto está liquidado con la nueva mayoría K en las Cámaras, redobló la apuesta con una frase antigubernamental: «La justicia social es un trabajo digno, un salario digno y una vivienda digna. Y todavía no la hay». ¿Se prepara Moyano para iniciar un camino hacia la confrontación más abierta con el gobierno? «No pondremos palos en la rueda» se encargó de aclarar. No hay ruptura declarada, ni se puede depositar ninguna confianza en ello, pero se han abierto brechas entre el gobierno y la CGT que las comisiones internas antiburocráticas del sindicalismo de base necesitan aprovechar. Sin ninguna ilusión y concientes que la burocracia sindical, aunque el gobierno le esté pisando la cabeza, va a preferir la subordinación a los capitalistas y liquidar las tendencias clasistas del movimiento obrero, hay que impulsar resueltamente el frente único obrero para defender las demandas de los trabajadores y acelerar su experiencia política con el gobierno, empezando por exigir en el ámbito de los sindicatos acciones concretas de oposición a todo aumento de tarifas y topes al salario que se quiera imponer en las paritarias.
Por primera vez durante los gobiernos K, se realizó una importante marcha unificada a Plaza de Mayo contra los procesamientos, las detenciones y los asesinatos a los luchadores obreros, estudiantiles y populares. Es un gran primer paso que hay que profundizar. Insistimos; los discursos de CFK contra la desprestigiada dirección de la CGT encubren el intento de debilitar todas las acciones de protesta que se acrecentarán ante el giro cristinista de mayor compenetración con los intereses empresarios y el «ya no más» concesiones a la clase trabajadora. La persecución y represión a los luchadores aumentará. Los asesinatos como el del militante del Mocase en Santiago del Estero hallarán cobertura en el discurso de Estado que condena abiertamente la acción directa. Las primeras respuestas ante la crisis internacional de la presidenta reelecta han sido a la derecha, y esto será procesado por los trabajadores que con su voto vienen de depositar confianza en el gobierno pero no dieron un cheque en blanco. Hay que estar preparados para cambios en el estado de ánimo de la base obrera y popular ante la dinámica de la crisis internacional y las consecuencias del giro cristinista, fortaleciendo las posiciones clasistas en el movimiento obrero, promoviendo nuevos delegados de base al frente de las comisiones internas contra la burocracia sindical y ampliando la influencia y organización de la corriente nacional del periódico Nuestra Lucha en las empresas y gremios estratégicos.
El PTS y su juventud revolucionaria apuesta a desarrollarse en el siguiente período con el orgullo no sólo de ser la izquierda con más dirigentes procesados por luchar en el país, sino de pertenecer a una misma corriente militante internacional que hoy es parte del combate junto a los estudiantes chilenos por la educación gratuita, junto a los universitarios brasileros de San Pablo que pelean por expulsar a la Policía Militar, y que está presente en las calles con los jóvenes indignados del Estado Español, en la perspectiva de construir, ante esta crisis histórica del capitalismo que está en curso, una palanca para una solución histórica de la clase trabajadora y los explotados: un partido de la revolución socialista.
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