En julio pasado el reportero del Canal 41 Juan Manuel Cao tuvo su cuarto de hora de fama cuando intentó acosar a Fidel en Argentina. Entonces, el Comandante le preguntó quién le estaba pagando. Ahora ya se sabe: los documentos federales revelan que Cao recibió este año 11 400 dólares.
En una salida repentina, que de lejos huele a gato encerrado, fueron cesanteados de El Nuevo Herald Pablo Alfonso y Wilfredo Cancio, voceros estrellas de la mafia anticubana de Miami.
La lavativa se desencadenó tras la publicación en The Miami Herald de un artículo, resultado del estudio de cientos de páginas de documentos federales obtenidos bajo la Ley de Libertad de Información, donde entre otras «sorpresas» se devela que Alfonso ha recibido del gobierno norteamericano al menos 175 000 dólares, y Cancio otros 15 000 como recompensa por su mercenarismo en la mal llamada Radio Martí o en la dos veces mal llamada Tele Martí (dos veces mal llamada porque primero, ofende a los cubanos al intentar usar el nombre del apóstol de la independencia de Cuba para fines anexionistas, y segundo porque no debiera llamarse televisión a una televisión que nadie ha visto jamás).
Según reconoce el propio Herald, ambos medios tienen un solo fin: «socavar el gobierno comunista de Fidel Castro». Martin Schram, columnista de Scripps Howard, refiriéndose también a Radio Martí lo dice más claramente: «tiene como propósito final sacar a Castro, y son muy ideológicos y ellos lo han reconocido. Nunca trabajaría para ellos».
El despido repentino fue explicado por Jesús Díaz Jr. -presidente y editor de The Miami Herald Media Co. – con una larga cantinflada: «Ni siquiera la apariencia de que la objetividad o integridad de alguien pueda haberse visto comprometida se puede tolerar en nuestro trabajo». Eso lo está diciendo el editor en jefe de un medio de prensa que ha inventado e impuesto el calificativo de «combatiente anticastrista» para presentar al autoconfesado terrorista Posada Carriles, autor de la voladura en pleno vuelo de un avión de Cubana de Aviación que segó la vida de 73 civiles.
¿De qué rayos habla Díaz Jr. cuando habla de objetividad? Su hipocresía es comparable a la de Humberto Castelló, director ejecutivo de El Nuevo Herald, quien declaró: «Para mí fue primera noticia que ambos tuvieran una relación contractual con la emisora gubernamental». A otro perro con ese hueso, pues hasta el gato sabe quién paga desde hace muchos años la campaña mediática orquestada contra Cuba, y todo ello es información pública, que se puede obtener fácilmente de las paginas web de la National Endowment for Democracy y de la USAID. Si no, que le pregunten a Carlos Alberto Montaner, el agente de la CIA que ahora se alquila como «periodista» -y cuyo nombre también apareció entre los asalariados del imperio en esos documentos-, o a los editores de la revista Encuentro.
Hasta ahora, ni Cancio ni Alfonso se han atrevido a abrir la boca. Para ellos lo mejor sería no menear mucho el asunto, pues «esa gaveta tiene cucarachas». Sin embargo, quien no se pudo contener fue el congresista republicano Lincoln Díaz-Balart, que de inmediato echó a rodar la bola de la conspiración comunista en los pasillos de El Nuevo Herald: «existe la duda sobre si esto fue una petición del régimen cubano a la nueva empresa matriz del Herald». Él, decididamente, es un caso clínico.
Cuando se sabe que solo en este año ya la radio y la televisora anticubana han recibido fondos del gobierno norteamericano por un monto de 37 millones de dólares, se puede suponer que los móviles de esos despidos muy bien pudieran ser otros y muy distintos de la tan cacareada «objetividad» de El Nuevo Herald, un medio que en cuanto a Cuba ha apostado a todo menos a la verdad.
Por lo pronto, algo ha quedado en claro. En julio pasado el reportero del Canal 41 Juan Manuel Cao tuvo su cuarto de hora de fama cuando intentó acosar a Fidel en Argentina. Entonces, el Comandante le preguntó quién le estaba pagando. Ahora ya se sabe: los documentos federales revelan que Cao recibió este año 11 400 dólares.