El mundo actual se encuentra secuestrado por los Medios de Comunicación en manos de los representantes ideológicos del gran capital internacional y nacional. La evolución de las sociedades ha devenido desde las más remotas comunidades en donde la comunicación era gestual hasta las más modernas en las cuales esa comunicación es virtual e incluso de […]
El mundo actual se encuentra secuestrado por los Medios de Comunicación en manos de los representantes ideológicos del gran capital internacional y nacional.
La evolución de las sociedades ha devenido desde las más remotas comunidades en donde la comunicación era gestual hasta las más modernas en las cuales esa comunicación es virtual e incluso de ficción. La comunicación masiva, desde esas antiguas comunidades, se genera en quienes poseen el poder o la autoridad; el cacique, el brujo y el jefe militar eran la voz de la comunidad, de la Tribu o del clan. En similar forma se ha venido dando a través de los grandes imperios antiguos como los de los grandes khanes chinos, faraones, emperadores, reyes, y demás personajes que han definido el curso de sus pueblos en tantos y tan bárbaros ciclos históricos de la Humanidad. Quienes dominaban eran quienes hablaban y ordenaban; el resto de la población oía y obedecía. Más aún, quien no oyera o no obedeciera enfrentaba no solamente las torturas sino la muerte misma. Que lo digan las innumerables víctimas de tanto personaje criminal en el poder.
Con el desarrollo de la tecnología, la comunicación se va haciendo más amplia e intensa; la impresión de la palabra en signos legibles hace que la comunicación llegue a espacios sociales más amplios sin embargo de lo cual era selectiva; muy pocas personas leían cuando se inventó la imprenta, primero en China y luego en Europa.
En el momento que vivimos, la comunicación se ha masificado en tal forma que no hay rincón del mundo en donde no se halle mínimamente un aparato de radio. Y esto marca un nuevo fenómeno ideológico: la inmensa mayoría, por no decir, toda la Humanidad, se encuentra bajo el influjo de quienes ‘hablan’ y ‘pontifican’ desde la sede radial, televisiva o internáutica. Y quienes ‘hablan’ y ‘pontifican’ desde esas sedes, son los que poseen el poder, de la misma manera que lo poseía el cacique, el brujo y el líder militar de la tribu o del clan, del kalifato, del imperio o del reino de las civilizaciones antiguas.
Primero la radio, luego la televisión, ahora el internet y la telefónica, son los medios a través de los cuales la población se ‘informa’ de lo que sucede y de cómo y porqué sucede. La ‘información’ la manejan quien representan los intereses del gran poder económico mundial y quienes no tienen poder ‘creen’ lo que esos medios ‘informan’.
La formación del individuo ya no se encuentra en su hogar, en la escuela, el colegio y ni siquiera la Universidad; la formación de los asociados se encuentra en los medios radiales, televisivos e internáuticos. Lo que hay que hacer, lo que hay que vestir, lo que hay que leer, lo que se ha de pensar, lo indican los habladores o escritores en los medios de comunicación cuya propiedad se encuentra en cabeza de los mismos que poseen la inmensa riqueza que la Humanidad ha acumulado en toda su Historia.
Se ha sintetizado hoy la radio y la televisión y el internet en los teléfonos llamados ‘móviles’; en esa forma la conducción del individuo va con él a todas partes; ya ni siquiera la intimidad de quienes se encuentran es respetada porque dentro de una conversación, que puede ser muy agradable por la cultura que implica, irrumpe violentamente la llamada al celular del amigo y la conversación queda interrumpida; lo más probable es que no se retome el tema que se venía tratando y el encuentro ha quedado roto. Quien llamó generó esa ruptura y cada quien tomó otro camino, otro tema y hasta nuevo encuentro los amigos podrán volver a conversar, con el riesgo de ser nuevamente interrumpidos por el amigo del uno o del otro.
La ideología o modo de pensar del individuo del presente es la que imponen los poderosos a través de sus medios de comunicación; la libertad, la igualdad y la fraternidad de la revolución burguesa, la misma que dio inicio al capitalismo actual, han quedado liquidadas bajo el peso de la nueva cultura, la cultura de la comunicación masiva y la imposición de los criterios y modos de pensar impuestos a través de esa comunicación. De qué libertad de compra puede hablarse cuando por los medios se impone la moda y las mercancías que impulsan los grandes monopolios. De qué libertad de pensamiento se puede hablar cuando a través de los medios se dice quién es el que piensa, cómo ha de pensarse; de qué libertad de locomoción se habla cuando por los medios de comunicación, las agencias de turismo de las grandes empresas le dicen al individuo a dónde, cómo y con qué ha de viajar; de qué libertad de comercio se puede hablar cuando quienes imponen las normas son los más poderosos de la tierra y así lo afirman por los medios de comunicación. En fin, el individuo de hoy se encuentra preso en las redes de la información que le botan la radio, la televisión, el internet y los pocos medios escritos que quedan como una muestra de lo antiguo pero que, también, se encuentran en manos del gran capital nacional e internacional. Y cada medio va siendo desplazado por el siguiente: la radio por la televisión, ésta por los teléfonos móviles y el internet que los reune a todos; la televisión que se ve y escucha es apenas un remedo de comediantes que sirven los intereses de los grandes monopolios a cambio de elevados salarios a sus principales protagonistas, bufones del régimen dominante económico; porque, a veces se toman el derecho a burlarse del gobernante de turno cuando a los poderosos del dinero éste no les gusta. Los programas televisivos, principalmente las novelas, son manifestación mediocre de lo que el individuo del común desea ser; se le hace pensar que lo que le presentan es realidad cuando todo es ilusión, convirtiendo a ésta en realidad y a aquella en ilusión. Viven los actores, y hacen vivir a sus simpatizantes, sobre el reino de la MENTIRA a la que hacen ver y oír como VERDAD.
Quienes nos hemos separado de esa dominación de los medios masivos de comunicación, vivimos como en una isla, rodeados de todo lo anteriormente descrito; sin embargo, disfrutamos de una libertad que el resto de la sociedad no puede comprender y no lo comprenderá en mucho tiempo. El estar libre de la influencia de los medios de comunicación masiva, produce una sensación de placer y felicidad que tal vez existió en comunidades al margen del desarrollo tecnológico moderno, pero con la adición de ser consciente en nosotros: somos conscientes de lo que significa el momento histórico presente, somos conscientes de la decadencia de la sociedad y, en consecuencia, de la deformación del ser humano al convertirlo en un ente robótico dirigido por los poderosos dueños de las riquezas más grandes y de sus respectivos medios de comunicación; esa sensación tanto material como cultural de vivir al margen de lo existente pero disfrutando del acumulado social, es lo que permite obtener una calidad de vida que la gran mayoría de la sociedad actual no puede disfrutar. Y no lo puede hacer porque carece de los elementos filosóficos y culturales que da la concepción materialista y dialéctica de lo existente. Lo ideológico es el elemento fundamental en la conducta del individuo y es el arma más poderosa en cabeza de las castas dominantes durante todo el transcurso de la Historia Humana.