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Propaganda negativa para lograr la victoria en EEUU

El juego sucio como ejercicio político

Fuentes: El Arca Digital

El alud de anuncios entre Demócratas y Republicanos polariza y crispa la política estadounidense. Los expertos creen que este tipo de propaganda atrae a la población y además, que también suele atenerse a la verdad. Más allá del proceso eleccionario la política parece convertirse en un negocio vicioso y negativo. También las campañas en el […]

El alud de anuncios entre Demócratas y Republicanos polariza y crispa la política estadounidense. Los expertos creen que este tipo de propaganda atrae a la población y además, que también suele atenerse a la verdad. Más allá del proceso eleccionario la política parece convertirse en un negocio vicioso y negativo. También las campañas en el siglo XIX de Jefferson y Adams, los Padres de la Patria son un triste recuerdo.

Toda campaña tiene sus cloacas. La parte más desagradable y maloliente, donde se practica el juego sucio y la política se convierte en deporte de contacto. A nadie le gusta, pero todos chapotean en este territorio de crispación y manipulación.

«La política se ha convertido en un negocio feo, vicioso, negativo», se quejaba en diciembre, en una entrevista con la cadena ABC, Newt Gingrich, ex presidente de la Cámara de Representantes y candidato a la nominación para las presidenciales de noviembre. Gingrich no es inocente. Bajo su liderazgo, en los años noventa, los republicanos también contribuyeron a la polarización. Pero ahora aspira a la Casa Blanca. Y, desde que hace casi tres meses arrancó el proceso para la designación del rival del demócrata Barack Obama, ha sido uno de los damnificados de los anuncios negativos.

Siempre que su campaña ha empezado a despegar, un alud de anuncios negativos financiados por simpatizantes de Mitt Romney -el candidato con más posibilidades de ser el nominado- le han vuelto a hundir.

En Iowa, que el 3 de enero abrió el proceso de primarias y caucus (asambleas electivas), la mitad de los anuncios televisados no planteaban propuestas sino que desacreditaban al contrario, con nombre y apellido.

En Florida, donde el 31 de enero se esfumaron los sueños de victoria de Gingrich, el 92% de la propaganda fue negativa.
El bombardeo en televisión y radio no ha cesado. El ex senador Rick Santorum, ahora máximo rival de Romney, ha rizado el rizo al emitir un anuncio negativo contra los anuncios negativos. Un actor que interpreta a Romney dispara con una metralleta un líquido marrón y viscoso. Y claro, él también se ensucia. «Al final los feos ataques de Romney se le volverán en contra», dice una voz en off.

En la carrera para la nominación republicana, la proliferación de este tipo de propaganda tóxica reaviva el temor a que la descalificación del rival como argumento de campaña deteriore la calidad de la democracia estadounidense. «Yo creo que funciona. Marca una distinción clara entre los candidatos. Y ayuda a los votantes a decidir», opina Jayme Maultasch, de la agencia de publicidad neoyorquina Deutsch.

Expertos en publicidad y política, reunidos en Washington por el laboratorio de ideas New America Foundation, coincidieron en el diagnóstico: en política los anuncios negativos no sólo son eficaces sino que suelen ser más verosímiles.

«No está del todo claro que sean malos para la cultura política. Parecen corrosivos. Parece que erosionen la fe en los líderes -dijo Andrés Martínez, vicepresidente de New America Foundation-. Pero puede argumentarse que las comparaciones, los anuncios a la contra, tienden a presentar más verdades sobre los candidatos que los positivos».

El argumento no es descabellado. Contienen más verdad los últimos anuncios que exponen cómo Santorum, cuando fue senador, votó a favor de políticas de gasto que ahora critica, que sus anuncios de autopromoción. Y son más informativos los anuncios que recuerdan que Romney, cuando gobernaba Massachussets, aprobó una reforma sanitaria que después Obama imitó y la derecha demonizó, que sus mítines, en los que intenta presentarse como un conservador puro.

Los anuncios negativos, pese a los lamentos de Gingrich, no son nuevos. Los Padres de la Patria ya se acusaban entre ellos de las peores vilezas.

En la campaña del 1800, los partidarios de Thomas Jefferson calificaban a John Adams de «hombre ciego, calvo y lisiado» que estaba «ocupado en importar amantes de Europa». Y los detractores de Jefferson sostenían que si este ganaba las elecciones «el asesinato, la violación, el incesto y el adulterio se enseñarán y practicarán abiertamente».

Pero la propaganda destructiva moderna nació el 7 de septiembre del 1964. Ese día, se emitió el primero de una serie de anuncios que revolucionarían las campañas televisadas. En el primero aparecía una niña deshojando una margarita. Después, una explosión nuclear.

En aquel anuncio y los siguientes, el presidente Lyndon Johnson y los publicitarios de la agencia DDB de Madison Avenue retrataron a su rival, el republicano Bary Goldwater, como un peligro para la humanidad.

En noviembre Johnson consiguió una de las victorias más contundentes de la historia.

«El ADN de aquellos anuncios de referencia todavía forma parte de la publicidad política», dijo en el citado simposio Robert Mann, autor del ensayo Pétalos de margarita y hongos nucleares.

¿Qué ha cambiado en la propaganda negativa en el 2012?

Maultasch, de la agencia Deutsch, responde que no tanto el contenido de los anuncios como la capacidad, gracias a la tecnología, de localizar e identificar a los votantes y preparar anuncios a medida. También la rapidez con la que se preparan.

«Ahora puedes hacer un vídeo en minutos -concluye-. Puedes distribuirlo digitalmente o emitirlo en televisión al día siguiente. Esto abrevia el ciclo, e intensifica el debate».

Fuente original: http://www.elarcadigital.com.ar/modules/revistadigital/articulo.php?id=2155