Después de haber negado sistemáticamente la crisis desde hace meses, de golpe el kirchnerismo ha descubierto que la Argentina está anclada en el desmoronamiento de la economía mundial y que el capitalismo argentino vive su propio proceso de descomposición, similar al que corroe a las economías de todo el mundo. Más que esto, con el […]
Después de haber negado sistemáticamente la crisis desde hace meses, de golpe el kirchnerismo ha descubierto que la Argentina está anclada en el desmoronamiento de la economía mundial y que el capitalismo argentino vive su propio proceso de descomposición, similar al que corroe a las economías de todo el mundo. Más que esto, con el adelantamiento de las elecciones el kirchnerismo ya le ha puesto fecha a las próximas calamidades que se avecinan.
El gobierno cree firmemente que durante el segundo semestre del 2009 el paso del tsunami económico, que va inundado de miseria y desocupación a los principales países del mundo, se hará presente en las playas del Río de La Pata.
Las primeras oleadas ya se hacen sentir en nuestro país y por más que los técnicos del gobierno se empeñen en dibujar las cifras, tanto los despidos como las suspensiones suman a miles de trabajadores, incrementando los índices de pobreza de manera descomunal.
La crisis del capitalismo es enorme y ya ha empezado a reproducir las condiciones de miseria que acompañan a cada uno de estos procesos: comenzando por la depreciación de la fuerza de trabajo (baja en los salarios) y la creación de un ejército universal de desocupados. Todas viejas recetas burguesas que pasan por descargar los efectos de las recurrentes crisis sobre los sectores que viven de su trabajo.
En estas condiciones la movilización obrera y las rebeliones populares están a la hora del día en todo el mundo. Las economías que configuraban hasta hace poco «las más milagrosas creaciones de la globalización de los 80´-90´», caen irremediablemente.
Europa, Asia, America son sacudidas por un terremoto a una escala sin precedentes. Este es el contexto que marca el adelantamiento en cuatro meses de las elecciones legislativas por parte del kirchnerismo.
A confesión de parte relevo de pruebas
El viernes 13, cuando la presidenta descubrió que «el mundo se cae a pedazos y esos pedazos pueden golpear a nuestro país», no hizo más que expresar brutalmente que todo verso sobre que «los argentinos podemos vivir con lo nuestro» o que «la crisis económica mundial nos ofrece una oportunidad histórica para encarar la senda del crecimiento» era una burda mentira destinada a la gilada.
La ley que entra en el congreso para apurar las elecciones a junio, es mucho más que una «brillante maniobra electoral de Kirchner para manipular a la oposición», es la confesión del inicio del programa de ajuste económico que el kirchnerismo encarará desde el segundo semestre del 2009 y que puso en marcha a partir de los tarifazos y la progresiva devaluación del peso.
Conciente de las dificultades para arribar a octubre, el adelantamiento en cuatro meses de las legislativas es la confirmación de que los plazos se agotan y de que se vienen ajustes muchos mas duros de los que se discuten en el presente. Y que ya han dado lugar a numerosas movilizaciones populares en contra de los tarifazos y obreras en contra de los despidos.
Las direcciones sindicales de la CGT viene agitando el fantasma de la «desocupación universal» para lograr que los trabajadores acepten acuerdos de rebaja salarial y suspensiones que benefician a las patronales. Nada de esto es suficiente; los despidos y las suspensiones seguirán adelante y se profundizarán a partir del 28 junio, sea cual fuera el resultado electoral.
Cristina, por pedido de las patronales de su «burguesía industrial», ha logrado algunos acuerdos inestables con las burocracias sindicales para suspender sin fecha las negociaciones paritarias, cambiando acuerdos salariales porcentuales por montos fijos en la mayoría de los gremios. Pero tampoco esto satisface a los empresarios que demandan una fuerte devaluación de la moneda nacional que lleve el tipo de cambio a 5 pesos el dólar.
El kirchnerismo espera un ordenamiento institucional, por la vía de las elecciones adelantadas, para descargar este paquetazo económico sobre las espaldas de los trabajadores.
Dólar alto, inflación, aumento de tarifas, desocupación, restricción en los gasto sociales, es decir un ajuste clásico que permita un reingreso en las nóminas del FMI después del soberano fiasco que resultó el pago de 10 mil millones de dólares «para recuperar la soberanía».
Este es el principal problema que se discute detrás del adelantamiento electoral, una verdadera conspiración en contra de los intereses populares.
La oposición cacarea
El congreso se apresta a votar la ley que adelante los comicios en cuatro meses. El cacareo de la oposición en contra de «la maniobra» no parece que vaya a pasar de ahí, puro cacareo. Porque no existe un solo sector en la oposición que no haya reclamado la aplicación de estas medidas para el beneficio a los sojeros, la Unión industrial, y los fugadores de capitales.
El kirchnerismo se ha decidido a tomar la vaca por los cuernos y va a desarrollar una campaña electoral que termine con el debate de lo local, para inscribir las elecciones de junio en el plano de la crisis internacional.
La recuperación de la ofensiva política a favor del gobierno, que algunos medios señalan a partir de los anuncios, tiene que ver con este elemento sustancial: la crisis mundial -que ahora lanza pedazos de mundo sobre nosotros- necesita de medidas de ajuste inmediatas, la burguesía las viene reclamando desde hace meses (fundamentalmente la devaluación), sólo un gobierno con poder puede llevarlas adelante y «el poder, hoy por hoy lo tenemos nosotros» parece desafiar la presidenta; mientras entre los opositores se desata una guerra por los cargos hacia el 2011.
Si octubre está lejos, es más, si junio está lejos, el 2011 se corresponde a otra galaxia en términos de crisis y esto es lo que está dispuesto a explotar el kirchnerismo.
El cacareo opositor no resiste la realidad. Los frentes oportunistas armados de apuro y como sociedades anónimas para el reparto de cargos en el Estado no pueden ponerse de acuerdo, ni con respecto a lo que hay que hacer, ni con respecto a las primeras candidaturas. Es que no tienen, ni pueden armar otro programa que no sea el que el propio kirchnerismo se dispone a ejecutar en contra de los trabajadores.
Cobos, Solá, de Narváez, Stolbizer, Carrió, etc. son devaluacionistas que consideran necesario volver al financiamiento del FMI; apoyan a los intereses sojeros y empresariales vía dólar alto y shock inflacionario (el lomo a 80 pesos como dijo De Angeli), van por más mano dura en contra de los pobres, sostienen que son necesarios los ajustes de gastos en educación y salud.
Su cacareo se reduce entonces a la denuncia de la institucionalidad que el kirchnerismo vulnera.
Naturalmente todo el cacareo, de estos abonados vitalicios a las rentas del Estado, sobre la existencia de «anomia institucional donde el verdadero presidente está en las sombras», son puras pavadas destinadas a explotar la indignación y frustración de todo un sector «quemado» con el kirchnerismo en provecho propio. Como ellos mismos afirman no los une el amor (un programa) sino el espanto (el oportunismo puro). Seguirán denunciando en público los manejos antidemocráticos, inconsultos y unilaterales del matrimonio gobernante, mientras que en privado apoyan las medidas pro FMI «que ayuden a salir al mundo de la crisis». Lo mismo que está dispuesto a realizar el gobierno de los Kirchner. Son guatemala y guatepeor.
La democracia no sirve para nada
Según los propios apologistas del sistema democrático, este se reduce a que cada dos años el pueblo convocado a las urnas hace cumplir su mandato a través de sus representantes.
El adelantamiento de las elecciones según los propios argumentos del kirchnerismo trata de evitar que el país, en medio de una crisis como la que nos sacude, entre en una espiral de debates preelectorales que terminen por agravar aun más las cosas. Otra verdadera confesión de la impotencia de la democracia burguesa.
Un sistema político se prueba en los momentos críticos, sino no pasa de ser un bien suntuario demasiado caro.
Si la democracia burguesa no está a la altura de resistir la crisis que el propio capitalismo provoca y no es capaz de respetar sus propios tiempos, lo único que hace es denunciar su rol de impotencia y descubrirse como una estrategia destinada a engañar al pueblo cada 2 años.
Cuando la presidenta declara que seria suicida embarcar al país en un proceso electoral justo en medio de una crisis que hace que mundo se caiga en pedazos; por un lado, pronostica en buen criollo, que lo peor está por llegar a los hogares de los trabajadores argentinos y que eso amerita suspender todo debate popular; por el otro, declara al kirchnerismo como un movimiento que no está en condiciones de enfrentar una pulseada electoral con el pueblo en la calle. En tercer lugar, la presidenta revela que la democracia formal no es más que una vía de escape, donde las elecciones están dispuestas para conquistar en el voto popular la justificación para el reforzamiento de las medidas más draconianas y antipopulares que la crisis tiene como conclusión. Para los Kirchner, reforzar la gobernabilidad significa ratificar mediante el voto popular el saqueo de las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo.
Junio marcará sin duda un punto de inflexión, donde la presidenta en busca gambetear la crisis adelantando las elecciones no hará otra cosa que adelantar la crisis.