En estos días, las entidades que representan a los propietarios del suelo realizan un nuevo lockout, que incluye movilizaciones al costado de las rutas. Sin embargo, el contexto de la protesta ha cambiado notablemente desde marzo a la fecha. En primer lugar, la aguda crisis que enfrentan las economías centrales ha repercutido en el precio […]
En estos días, las entidades que representan a los propietarios del suelo realizan un nuevo lockout, que incluye movilizaciones al costado de las rutas. Sin embargo, el contexto de la protesta ha cambiado notablemente desde marzo a la fecha. En primer lugar, la aguda crisis que enfrentan las economías centrales ha repercutido en el precio de las exportaciones argentinas, desdibujando la relación entre el alto costo de los insumos y unos valores internacionales notoriamente más bajos para las commodities y el petróleo. En segundo lugar, la población de las grandes ciudades, contrariamente a lo sucedido en los históricos días de marzo a junio, se muestra considerablemente apática respecto de la medida de fuerza decidida por las corporaciones agropecuarias. La sensación predominante en la población, según cuentan los encuestadores, oscila entre la indiferencia y el rechazo. Muchos encuestados creen que las razones que volvían «legítimo» el conflicto terminaron con la derogación senatorial de la Resolución 125 y la subsecuente caída de las retenciones móviles. Otros, en cambio, se muestran considerablemente más preocupados por los interrogantes que afectan el futuro de la economía nacional. Como resultado, porcentajes que varían entre el 50 y el 80% de la población urbana se manifiestan contrarios a la medida.
Sería un error del gobierno, sin embargo, basarse en la indiferencia de la volátil opinión pública local para mantener absoluta intransigencia frente al reclamo: todo parece indicar que vamos nuevamente hacia un conflicto prolongado, en el contexto de un enfriamiento económico significativo. Asimismo, el gobierno enfrenta un escenario electoral que, si bien parece más prometedor que hace dos meses, no deja de presentarse incierto. En vez de pensar en términos de debilidad o firmeza, parece más apropiado considerar el contexto como una oportunidad para recuperar la iniciativa política, introduciendo nuevamente en el debate los trazos fundamentales de un acuerdo con los sectores productivos, que contemple retenciones móviles y segmentadas, así como un plan de mediano plazo que estimule la desojización y la introducción de valor agregado en la producción agropecuaria a través de la utilización local de las materias primas con vistas a su transformación.
En suma, la crisis externa y la apatía interna configuran un escenario favorable para la regulación estatal. El reposicionamiento del Estado en las economías centrales sienta un precedente que debe fortalecer la actuación del gobierno en la vida cotidiana de la población. Dar cuenta de este escenario, resguardando las finanzas públicas, permitirá romper el cerco opositor, y apaciguará las dudas sobre la fortaleza oficial. Actuar con decisión, proponiendo medidas concretas, puede ayudar al gobierno a despejar los nubarrones que se ciernen respecto de su continuidad.