El diario español El País cuenta con un nuevo director desde el 3 de mayo. Es el ex editor en Estados Unidos, Antonio Caño, quien a modo de presentación resumió su propósito editorial diciendo: «El País fue, en su momento, una pieza fundamental para empujar la transición a la democracia en Argentina, Chile y otros […]
El diario español El País cuenta con un nuevo director desde el 3 de mayo. Es el ex editor en Estados Unidos, Antonio Caño, quien a modo de presentación resumió su propósito editorial diciendo: «El País fue, en su momento, una pieza fundamental para empujar la transición a la democracia en Argentina, Chile y otros países bajo dictaduras militares de corte fascista. Es una actuación de la que estamos orgullosos y que sirvió para identificar nuestra cabecera con los mejores valores democráticos. En las circunstancias actuales, El País debe también contribuir a la transición hacia la democracia en países como Cuba o Venezuela. Como entonces, somos un periódico que pretende representar las aspiraciones de los ciudadanos, especialmente de la clase media, a la modernización, la libertad y el progreso».(1)
Es evidente que un medio de comunicación tiene la libertad de fijar la línea editorial que desee. Pero al hacerlo debe a sus lectores un mínimo de honestidad intelectual, de modo que todos podamos saber quién y por qué nos está hablando. No está claro que El País haya sido «una pieza fundamental» en la democratización de Chile y Argentina, pero al menos no se debe negar que en los años ochenta fue un periódico creíble, que denunció las violaciones de los derechos humanos y mantuvo una postura incondicionalmente prodemocrática. La pregunta crucial es, ¿qué tiene que ver ese periódico, al que muchos mirábamos con respeto y sana envidia, con El País de la actualidad, que hace noticia por retirar toda una edición de los quioscos debido a la publicación de una foto falsa del presidente Hugo Chávez?(2) Es evidente que no estamos ante el mismo periódico.
Vestir El País de Antonio Caño, neoconservador en lo político y neoliberal en lo económico, con los ropajes socialdemócratas y democráticos de El País de los años ochenta, es una abierta impostura, que busca embaucar a una audiencia que creció confiando en un periódico que trataba de narrar lo que ocurría en un lugar determinado. Pero si El País declara abiertamente que su objetivo es derrocar a los gobiernos de Cuba y Venezuela, ¿es posible esperar que sus opiniones tengan alguna relación con lo que efectivamente ocurre en esos lugares?
García Márquez decía que «el periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad».(3) Y Ryszard Kapuscinski pensaba que «el trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz, para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse». ¿En qué recodo del camino El País olvidó que la calidad del periodismo se mide por su relación descarnada con la realidad? ¿En qué momento se apagó la luz en la redacción del que quiso ser «el periódico global en español»?
«El Pais» de Jesus Polanco
El País fue fundado en 1976 -un año después de la muerte del dictador Francisco Franco-, por el empresario Jesús Polanco, quién había hecho fortuna con la editorial Santillana. Esta editora, iniciada en 1958 como una distribuidora de cuadernos de caligrafía, dio un salto en 1970 al ganar la exclusividad en un concurso del Ministerio de Educación franquista para la producción de libros de texto para todas las escuelas de España. ¿Cómo pudo Santillana ser la única casa editora que estuvo en condiciones de ganar esa licitación? Todo apunta, según el investigador Héctor Rojo(4), a que Polanco se benefició de una filtración desde el interior del Ministerio de Educación, que le permitió acceder por adelantado a las exigencias de la nueva Ley General de Educación. Entre los textos que Santillana editó en este periodo se cuentan las obras orientadas a la asignatura de Formación del Espíritu Nacional, con la cual el franquismo adoctrinaba a los jóvenes.
Las enormes ganancias obtenidas por este inaudito zarpazo comercial permitieron a Polanco aspirar a proyectos mayores. La decadencia de la dictadura le hizo entender que la transición abriría espacio a un nuevo periódico, que pudiera aparecer desvinculado del régimen anterior. De esa forma El País se presentó exitosamente como el primer diario de tiraje nacional con una clara orientación prodemocrática. Frente a periódicos como ABC, ligados a la entraña del franquismo, pudo exhibir una historia limpia y creíble.
Polanco tuvo claro que su proyecto sólo arraigaría si lograba consolidar su credibilidad. Para ello cuidó atentamente los detalles. Contrató a dos destacados diseñadores, Reinhard Gade y Julio Alonso, para elaborar una maqueta gráfica innovadora. Importó de otros periódicos europeos dos instituciones orientadas a garantizar normas de control de calidad. Fue el primer diario en español que introdujo el «Defensor del lector», al cual los lectores podían hacer llega sus reclamos y críticas y redactó un Libro de estilo que conjugó normas formales, lingüísticas, ortográficas y gramaticales, y otras de tipo ético-deontológico y profesional. Polanco también impulsó acuerdos con otros periódicos europeos socialdemócrata, creando una red con La Repubblica, de Italia y Le Monde, de Francia. Con el triunfo del Partido Socialista Obrero Español, en 1982, El País se convirtió en el periódico favorecido por el nuevo gobierno. A la vez, El País asumió el rol de vocero de los proyectos de «renovación socialista» hacia los países de habla hispana. En ese juego comunicacional promovió una crítica justa y merecida a la vieja ortodoxia de la Izquierda autoritaria y filo-soviética. Pero de contrabando, esta orientación también incluyó un aval permanente a las orientaciones promercado que comenzaron a ser hegemónicas en el PSOE, confundiendo los anhelos libertarios de los pueblos con las orientaciones liberales en la economía.
A pesar de todo, El País de Polanco supo mantener su «juego de piernas» comunicacional de forma inteligente, a sabiendas que cierto equilibrio y la pluralidad le granjearían una reputación que atraería inversores y apoyos del Estado. Este interés en mantener los contrapesos, bajo un aura de progresismo, se comenzó a romper a partir de 2000 con el envejecimiento de Polanco y el creciente poder de Juan Luis Cebrían, coincidiendo con su salida a Bolsa. Maruja Torres, periodista de El País por treinta años, marca ese momento: «El periódico comenzó a joderse cuando quisieron salir a Bolsa. Es decir, cuando empezaron a mear más alto del culo y quisieron quedarse con emisoras y querer abarcar más y más. Nunca pensé que un periódico pudiera hacer millonarios a unos pocos».(5)
«El Pais» de Prisa
La salida a Bolsa convirtió un proyecto periodístico respetable en una mera excusa para la especulación financiera. El cambio se hizo evidente de modo dramático. En 1997, El País publicó respecto a la repatriación a Cuba de los restos de Ernesto Che Guevara lo siguiente: «El Che ya está en La Habana, donde su cadáver fue recibido por Fidel Castro con honores de héroe nacional el domingo pasado. Treinta años después de la muerte de Ernesto Guevara -el guerrillero más emblemático y seductor de la revolución cubana (…) se mantiene como un símbolo del idealista coherente y del hombre de acción (…) Vuelve el Che: un fenómeno que suscita para los que eran jóvenes progresistas cuando batallaban Guevara, Fidel o Cienfuegos (los jóvenes barbudos), la melancolía de unos ideales marchitos. Es útil para quienes no vivieron los tiempos de la revolución cubana y sólo han recibido la mitología guevarista como una abstracta evocación de una lucha por un mundo mejor, más igualitario y más humano. Que siga el son». ( 6)
Diez años después, en 2007, la línea editorial había cambiado en 180 grados: «El hecho de que el Che diera la vida y sacrificara las de muchos no hace mejores sus ideas, que bebían de las fuentes de uno de los grandes sistemas totalitarios. (…) Seducidos por la estrategia del foquismo, de crear muchos Vietnam, la única aportación contrastable de los insurgentes seguidores de Guevara a la política latinoamericana fue ofrecer nuevas coartadas a las tendencias autoritarias que germinaban en el continente».(7) Entre el «siga el son» del 97 y la abierta criminalización de las luchas sociales en 2007, media un cambio radical en la estructura de propiedad de la empresa.
El proyecto bursátil de PRISA confiaba en reportar enormes ganancias a sus propietarios, pero a finales de 2008 sus acciones se desplomaron en un 80% y suspendió el pago de dividendos a sus accionistas. En 2010 la familia Polanco perdió todo el control sobre PRISA, del que conserva sólo el 25%. En la actualidad los accionistas mayoritarios son el grupo Liberty Acquisition Holdings, propiedad de los estadounidenses Nicolas Berggruen y Martin E. Franklin y los bancos acreedores de su enorme deuda, como Bankia, La Caixa, Santander, HSBC; en total 28 bancos y 17 fondos especulativos.
Entre crisis y deudas, las continuas razzias han diezmado a los mejores periodistas, por medio de despidos masivos o recluyéndolos en secciones regionales o de información deportiva y generalista. Todavía se pueden ver los maravillosos dibujos de El Roto (Andrés Rábago García), sin duda el mejor humorista gráfico español. Pero si se revisa la información política e internacional, nos encontraremos con las perlas informativas que nos comparte Pascual Serrano(8) y que mes a mes parecen superarse a sí mismas en desfachatez y desvergüenza. El País de Polanco tenía muchos defectos. Era el fruto de un capitalismo de amigotes, dependiente del favoritismo gubernamental. Pero con todo, supo mantener un mínimo de credibilidad que permitía al lector acercase a sus páginas sabiendo que lo que allí aparecía tenía algo que ver con la realidad. Hoy ese vínculo se ha roto. ¿Quién habla por El País de PRISA? ¿Los bancos acreedores, el grupo Liberty, las agencias de inteligencia de Estados Unidos, el Ministerio del Interior español, o todos ellos a la vez?
Notas
(1) «Entrevista con Antonio Caño» http://www.elpais.com/edigitales/entrevista.html?encuentro=10884
(2) » El País retira una falsa foto de Hugo Chávez». El País, 24 enero 2013.
(3) Gabriel García Márquez (1996): «El mejor oficio del mundo». Discurso ante la 52ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa.
(4) Rojo, Héctor (2007): «Santillana (PRISA) ficha al cuñado del presidente mexicano ante la posible liberación del libro de texto», en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=48334
(5) Maruja Torres: «El desmantelamiento de El País es un reflejo de la situación de España», Público , 17/05/2013.
(6) «Vuelve el Che». Editorial de El País .17/07/1997.
(7) «Caudillo Guevara». Editorial de El País . 10/10/2007.
(8) http://pascualserrano.net/temas/perlas_informativas
Publicado en «Punto Final», edición Nº 805, 30 de mayo, 2014