En efecto, es una implicación lógica. La prensa capitalista sólo puede hablar de alguien como Correa, Morales o Chávez mintiendo, porque sólo mintiendo puede convertirse lo democrático en antidemocrático y las políticas sociales en antisociales. En el editorial de El País del 2/10/07 tenemos una buena muestra. Empieza calificando el llamado «socialismo del siglo XXI» […]
En efecto, es una implicación lógica. La prensa capitalista sólo puede hablar de alguien como Correa, Morales o Chávez mintiendo, porque sólo mintiendo puede convertirse lo democrático en antidemocrático y las políticas sociales en antisociales. En el editorial de El País del 2/10/07 tenemos una buena muestra.
Empieza calificando el llamado «socialismo del siglo XXI» de «cajón lo suficientemente propagandístico, amplio y vacío como para alojar casi cualquier experimento político». Sin duda no se ha definido bien la expresión aún, y sus propios patrocinadores así lo reconocen, pero por las acciones políticas concretas ya realizadas queda bien claro que hay un rechazo al neoliberalismo y los privilegios de las grandes empresas para priorizar las políticas sociales y la redistribución de la renta.
De momento esto es mucho más que la aún reciente «tercera vía» de Blair, frente a la cual El País mostró una actitud asombrosa. De asumir que representaba un intento de «conciliar modernización económica con justicia social, para generar un círculo virtuoso entre ambas» (10/11/99), demuestra pronto la absoluta ignorancia sobre su significado («sea lo que sea la tercera vía», dice el editorial del 27/2/00), para unos meses más tarde encontrar «llamativo» que «la expresión tercera vía haya desaparecido virtualmente de su vocabulario [el de Blair] y del de los socialdemócratas europeos» (27/9/00). A pesar de tal fraude, en ningún momento El País calificó de mera propaganda la «tercera vía».
El editorial sigue asociando a Correa con Chávez y Morales, proclamando burdas mentiras como que «Hugo Chávez deriva su monopolio del poder de la Asamblea Constituyente de 1999». ¿Es que acaso la Constitución de 1999 dice «Chávez tendrá el monopolio del poder»? Obviamente no interesa decir que la Constitución de Venezuela se aprobó después de tres consultas populares (una para ver si el pueblo quería cambiar la constitución, otra para elegir los constituyentes y otra para ratificar la constitución). Tampoco interesa decir la decena de elecciones que Chávez y sus partidarios han ganado abrumadora y limpiamente (según observadores internacionales). Claro, cuando se omite cualquier referencia al apoyo popular a Chávez, lo que queda es la imagen de un dictador.
Luego vienen las inevitables descalificaciones a Correa, «economista izquierdista de verbo incendiario», «populismo que le proporciona dividendos», «acostumbrado a las poses radicales», etc., para acabar diciendo que «los antecedentes democráticos del joven presidente» (…) «no son precisamente alentadores» porque dio su «bendición hace unos meses para que fueran expulsados del Congreso 57 parlamentarios opositores». Hmmm, esto suena mal, sin duda, pero sólo porque se omite el dato fundamental, a saber, que tal expulsión, motivada por los obstáculos que ponían esos diputados al proceso constituyente, no fue una decisión de Correa sino del Tribunal Supremo Electoral. Entonces, ¿sería más «alentador» que Correa hubiera rechazado la decisión del Tribunal Supremo? Curiosa idea de democracia la que propugna El País.