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El país que luchó contra los medios

Fuentes: En Marcha

En 1968 nació el pequeño Estado de Occusi-Ambeno en el pacífico sur. Esta nación anclada en la isla de Timor puso en tela de juicio el poder de los grandes medios de comunicación en la construcción de la geopolítica mundial.  Luego de un siglo de luchas tribales, a fines de la década de 1960 se […]

En 1968 nació el pequeño Estado de Occusi-Ambeno en el pacífico sur. Esta nación anclada en la isla de Timor puso en tela de juicio el poder de los grandes medios de comunicación en la construcción de la geopolítica mundial. 

Luego de un siglo de luchas tribales, a fines de la década de 1960 se constituyó el Sultanato de Occusi-Ambeno. Con una superficie de 778 kilómetros cuadrados, este país era el único en el mundo en el que todos los habitantes tenían derecho al voto desde los 12 años y una estructura de funcionamiento libertaria, con un gobierno que podía auto disolverse. La mayoría de la población se reconocía de religión islámica, siguiéndole una minoría católica.

La principal industria era la producción y exportación de hongos alucinógenos que se vendían en paquetes de 50 gramos. Otro importante producto de exportación eran los sellos postales, famosos en todo el mundo por su belleza y que se llegaron a pagar millones de dólares por parte de coleccionistas europeos y estadounidenses. También existían pequeños campos de cultivo y pesca para la subsistencia.

Según se afirmaba en un artículo publicado en una revista neozelandesa de la década de 1970, «la homosexualidad es aceptada» en el sultanato. Además, el mismo artículo sostiene que «no existe el matrimonio» aunque sí la convivencia y que «las mujeres son sexualmente dominantes».

Durante los primeros años de existencia de este pequeño Estado, desde el ministerio de Turismo se publicitaba la posibilidad de viajar al exótico país por dos vías: en el dirigible «Malatesta» desde Nueva Zelanda o en la carabela «Kropotkin» desde Singapur. Los nombres de los distintos medios de transporte, que hacen referencia a reconocidos dirigentes anarquistas, muestran el carácter que orientaba dicho Estado.

Occusi-Ambeno cuenta también con el privilegio de ser el único país que reconoció a la efímera república de Minerva. Este Estado fundado en una barrera coralina en el Pacífico en 1972 recibió el reconocimiento oficial de Sir Waals Abdulah I, sultán de Occusi-Ambeno. El dato no pasó desapercibido para los medios internacionales que dieron cuenta del hecho. El New Zeland Herald tituló: «Líder mundial reconoce barrera coralina». Luego de tres meses, Tonga invadía y anexaba la isla poniendo fin a la existencia de Minerva.

El país de nunca jamás

Pero resulta que a esta historia le está faltando un dato. Sí es verdad que Occusi-Ambeno reconoció a la república de Minerva y es verdad que el New Zeland Herald informó de este hecho. También es cierto que Occusi-Ambeno vendió sus sellos postales en todo el mundo. Incluso es cierto que el sultanato estableció relaciones diplomáticas con el principado de Mónaco y con Liechtenstein, firmó un acuerdo de defensa recíproca con Singapur y tratados bilaterales con El Vaticano, Taiwan y Brunei. Además apareció en varios mapas de la década de 1970.

Finalmente también es verdad que existía un consulado de Occusi-Ambeno en Auckland, Nueva Zelanda. Y el dato importante: al frente del consulado estaba Bruce Greenville, un filatelista (coleccionista y creador de sellos postales) quién es ni más ni menos que el inventor de esta nación que nunca existió ¿o sí?…

Greenville creó Occusi-Ambeno para cuestionar las bases de los medios de comunicación y de los Estados en sí mismos teniendo un logro insospechado. Desde el «consulado» (la residencia de Greenville), en Auckland, se fabricaron los sellos postales, se emitieron comunicados de prensa y papeles membretados del sultanato. Hasta se realizaron talonarios de cheques del State Bank of Occusi-Ambeno. A partir de un trabajo minucioso, este neozelandés puso en ridículo a varios medios y gobiernos del mundo.

El momento más importante llegó en 1977. Ese año, un grupo inversor de coleccionistas suizos intentó sobornar al cónsul de Occusi-Ambeno en Nueva Zelanda, el mismísimo Greenville, para que convenciera al sultán de que les cediera el monopolio para la distribución y reproducción de los sellos postales. Obviamente el cónsul logró su cometido y recibió una cuantiosa suma de dinero que le permitió seguir financiando su Estado y su producción filatélica. Al año siguiente, el contrato fue rescindido cuando algunos medios estadounidenses empezaron a cuestionar la veracidad del sultanato (¡10 años después de su nacimiento!). Sin embargo, Greenville ya había conseguido su objetivo. La incuestionable verdad de los grandes medios de comunicación, capaces de revelarnos las crisis terminales o el apogeo de gobiernos en todo el mundo, había sido puesta en discusión. Al mismo tiempo que el papel de los Estados regidos por la misma lógica de la verdad mediática. Nunca el gobierno de Mónaco, Liechtestein, El Vaticano, Taiwan, Singapur o Brunei buscaron corroborar la existencia de la nación con la que establecían relaciones, de la misma forma que los medios nunca chequearon sus fuentes. Aun en el año 1986, la revista El Porteño de Buenos Aires difundía un artículo con datos sobre el sultanato. Allí se confirmaba que tenía una población de 186 mil habitantes, que los idiomas oficiales eran el inglés y el bahasa negara y el nuevo sultán se llamaba Michael Ismail I.

Bruce Greenville siguió vendiendo los sellos postales de Occusi-Ambeno hasta el año 2002, momento en el que inventó una nueva república (Sedang) con la cual continúa haciendo el mismo trabajo hasta el día de hoy.

La historia del sultanato de Occusi-Ambeno es interesante para pensar la veracidad de los medios de comunicación a la hora de contarnos lo que sucede. Es cierto que este país no existió nunca pero ¿qué tan falsa fue la noticia de su existencia, al lado de las armas de destrucción masiva de Irak, que fundamentaron una invasión produciendo miles de muertes inocentes? ¿Y la «amenaza comunista» que significaba para EE.UU. la revolución en Nicaragua (1979) cuando los sandinistas tomaron el poder en un país que tenía 5 ascensores y una escalera mecánica que no funcionaba? ¿O qué sucede ahora con las noticias que nos llegan desde Siria, Paraguay o cualquier otro lugar del mundo? Como decía John Lennon: «Mientras más realidad enfrentamos, más nos damos cuenta de que la irrealidad es el programa principal del día». 

Fuente original: http://www.marcha.org.ar/1/index.php/elmundo/143-internacionales/1693-el-pais-que-lucho-contra-los-medios

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.