En vísperas de la invasión a Iraq, en marzo de 2003, el Departamento de Defensa de Estados Unidos planificó la creación de un Equipo de Medios de Acción Rápida (RRMT, por sus siglas en inglés), para garantizar el control sobre la prensa de ese país, según revela un documento. El texto de tres páginas del […]
En vísperas de la invasión a Iraq, en marzo de 2003, el Departamento de Defensa de Estados Unidos planificó la creación de un Equipo de Medios de Acción Rápida (RRMT, por sus siglas en inglés), para garantizar el control sobre la prensa de ese país, según revela un documento.
El texto de tres páginas del Pentágono, parcialmente redactado y obtenido por el independiente Archivo de Seguridad Nacional (NSA), está acompañado de una larga presentación informática en Power Point que incluye la propuesta de fijar un presupuesto de 51 millones de dólares para la operación del RRMT durante seis meses, que al parecer sería la primera fase de una «campaña de información estratégica» de dos años.
Entre otros asuntos, el documento propone la contratación de dos «consejeros periodísticos» estadounidenses, a los que se les pagaría 140.000 dólares a cada uno durante un trabajo de seis meses. Otros 800.000 serían destinados a seis expertos iraquíes durante el mismo período.
El documento fue preparado por dos oficinas del Pentágono, la de Operaciones Especiales y Conflictos de Baja Intensidad, que entre otras cosas se especializa en guerra psicológica, y la de Planes Especiales, bajo la égida del subsecretario para Políticas de Defensa, Douglas Feith.
El plan fue elaborado en enero de 2003, dos meses antes de la invasión, según la analista Joyce Battle, del NSA.
«El concepto de RRMT se concentra en esfuerzos, previos y posteriores a las hostilidades, para desarrollar, capacitar y desplegar un equipo de expertos estadounidenses y británicos sobre medios, con un grupo de expertos iraquíes seleccionados, para comunicarse de inmediato con la opinión pública iraquí sobre la liberación de Iraq», señala el documento.
Los expertos iraquíes seleccionados, según el documento, proveerían orientación sobre planificación a los consejeros estadounidenses, y les ayudarían a «seleccionar y entrenar a los editores y comunicadores para el esfuerzo de información patrocinado por la coalición» británico-estadounidense.
«Medios internos iraquíes reconstituidos pueden servir como un modelo en Medio Oriente, donde muchos medios árabes, llenos de odio, son equivalentes a armas de destrucción masiva», indica el texto.
No está claro si el plan se implementó como se describe en el documento, aunque la NSA divulgó el martes también una auditoría realizada por el Inspector General del Pentágono relacionada con dos docenas de contratos por 122,5 millones de dólares otorgados por el Departamento de Defensa a tres empresas que realizaron operaciones relacionadas con los medios en Iraq luego de la invasión.
Dos de las firmas son Rendon Group y Scientific Applications International Corporation (SAIC), que recibieron un contrato de 25 millones dólares para crear una Red de Medios Iraquíes, cuyo objetivo parecía ser consistente con el documento, pero que fracasó.
SAIC es la misma empresa que contrató a Shaha Riza, funcionaria del Banco Mundial y novia del presidente del organismo, Paul Wolfowitz, ex subsecretario de Defensa de Estados Unidos.
La tercera compañía involucrada en la auditoría es Lincoln Group, que, entre otras actividades, habría pagado millones de dólares a los periódicos iraquíes para publicar artículos favorables a Estados Unidos desde la invasión en 2003.
El RRMT fue concebido como un «puente» entre los medios controlados por el Estado iraquí y una «prensa iraquí libre», que los autores del documento señalan como objetivo final y a largo plazo de la estrategia.
«Tras el cese de hostilidades, desplegar de inmediato equipos de expertos estadounidenses e iraquíes en medios para informar sobre un nuevo Iraq, con la esperanza de un futuro próspero y democrático, tendrá un profundo impacto psicológico y político en la población», sostiene el documento.
«La misión será informar al público sobre los intentos y operaciones de la coalición para estabilizar Iraq y proveerle a los iraquíes esperanza para su futuro», añade.
El documento indica las «principales tareas» del RRMT para que «se traduzca la política del gobierno de Estados Unidos en una campaña de información» con noticias y entretenimiento.
Por tanto, propone la difusión de «temas y mensajes» relacionados con el régimen de Saddam Hussein (1979-2003), desde las acusaciones de crímenes contra sus soldados hasta la opulencia de sus palacios.
Gran parte del presupuesto del programa sería destinado a mejorar la infraestructura de la prensa y a costos operativos, incluyendo la creación de estudios y equipos de transmisión para radio y televisión.
El RRMT debía también identificar los medios cuya infraestructura debía quedar intacta durante la invasión y coordinar tareas con el Comando Central estadounidense «con el fin de encontrar vías alternativas para desestabilizar sitios clave», presumiblemente medios cuyos mensajes no eran consistentes con los temas que el Pentágono deseaba difundir.
«Evidentemente, las oficinas en Bagdad del canal de satelital árabe Al Jazeera no eran parte de la infraestructura periodística que debíamos dejar intacta», señaló Battle, indicando que el 8 de abril de 2003, un ataque con misiles estadounidenses dañó la infraestructura de ese medio, matando al periodista Tariq Ayoub.
Entre otros asuntos, el documento propone la contratación de dos «consejeros periodísticos» estadounidenses, a los que se les pagaría 140.000 dólares a cada uno durante un trabajo de seis meses. Otros 800.000 serían destinados a seis expertos iraquíes durante el mismo período.
El documento fue preparado por dos oficinas del Pentágono, la de Operaciones Especiales y Conflictos de Baja Intensidad, que entre otras cosas se especializa en guerra psicológica, y la de Planes Especiales, bajo la égida del subsecretario para Políticas de Defensa, Douglas Feith.
El plan fue elaborado en enero de 2003, dos meses antes de la invasión, según la analista Joyce Battle, del NSA.
«El concepto de RRMT se concentra en esfuerzos, previos y posteriores a las hostilidades, para desarrollar, capacitar y desplegar un equipo de expertos estadounidenses y británicos sobre medios, con un grupo de expertos iraquíes seleccionados, para comunicarse de inmediato con la opinión pública iraquí sobre la liberación de Iraq», señala el documento.
Los expertos iraquíes seleccionados, según el documento, proveerían orientación sobre planificación a los consejeros estadounidenses, y les ayudarían a «seleccionar y entrenar a los editores y comunicadores para el esfuerzo de información patrocinado por la coalición» británico-estadounidense.
«Medios internos iraquíes reconstituidos pueden servir como un modelo en Medio Oriente, donde muchos medios árabes, llenos de odio, son equivalentes a armas de destrucción masiva», indica el texto.
No está claro si el plan se implementó como se describe en el documento, aunque la NSA divulgó el martes también una auditoría realizada por el Inspector General del Pentágono relacionada con dos docenas de contratos por 122,5 millones de dólares otorgados por el Departamento de Defensa a tres empresas que realizaron operaciones relacionadas con los medios en Iraq luego de la invasión.
Dos de las firmas son Rendon Group y Scientific Applications International Corporation (SAIC), que recibieron un contrato de 25 millones dólares para crear una Red de Medios Iraquíes, cuyo objetivo parecía ser consistente con el documento, pero que fracasó.
SAIC es la misma empresa que contrató a Shaha Riza, funcionaria del Banco Mundial y novia del presidente del organismo, Paul Wolfowitz, ex subsecretario de Defensa de Estados Unidos.
La tercera compañía involucrada en la auditoría es Lincoln Group, que, entre otras actividades, habría pagado millones de dólares a los periódicos iraquíes para publicar artículos favorables a Estados Unidos desde la invasión en 2003.
El RRMT fue concebido como un «puente» entre los medios controlados por el Estado iraquí y una «prensa iraquí libre», que los autores del documento señalan como objetivo final y a largo plazo de la estrategia.
«Tras el cese de hostilidades, desplegar de inmediato equipos de expertos estadounidenses e iraquíes en medios para informar sobre un nuevo Iraq, con la esperanza de un futuro próspero y democrático, tendrá un profundo impacto psicológico y político en la población», sostiene el documento.
«La misión será informar al público sobre los intentos y operaciones de la coalición para estabilizar Iraq y proveerle a los iraquíes esperanza para su futuro», añade.
El documento indica las «principales tareas» del RRMT para que «se traduzca la política del gobierno de Estados Unidos en una campaña de información» con noticias y entretenimiento.
Por tanto, propone la difusión de «temas y mensajes» relacionados con el régimen de Saddam Hussein (1979-2003), desde las acusaciones de crímenes contra sus soldados hasta la opulencia de sus palacios.
Gran parte del presupuesto del programa sería destinado a mejorar la infraestructura de la prensa y a costos operativos, incluyendo la creación de estudios y equipos de transmisión para radio y televisión.
El RRMT debía también identificar los medios cuya infraestructura debía quedar intacta durante la invasión y coordinar tareas con el Comando Central estadounidense «con el fin de encontrar vías alternativas para desestabilizar sitios clave», presumiblemente medios cuyos mensajes no eran consistentes con los temas que el Pentágono deseaba difundir.
«Evidentemente, las oficinas en Bagdad del canal de satelital árabe Al Jazeera no eran parte de la infraestructura periodística que debíamos dejar intacta», señaló Battle, indicando que el 8 de abril de 2003, un ataque con misiles estadounidenses dañó la infraestructura de ese medio, matando al periodista Tariq Ayoub.