Serge Dassault, famoso fabricante de aviones militares y otros productos bélicos, pretende invadir el principal canal de televisión de Francia luego de convertirse en el editor de diarios más poderoso del país
Dassault, de 79 años, es desde el 18 de junio gerente ejecutivo de Socpresse, la principal editorial de diarios de Francia. Así, domina Le Figaro, el mayor diario derechista, del semanario L’Express, la revista especializada en economía L’Expansion, y 70 diarios regionales.
Socpresse vende promedio seis millones de ejemplares por día. Le Monde, considerado el diario más influyente de Francia, vende medio millón.
Dassault comenzó negociaciones para comprar TF1, el principal canal privado de televisión. Los programas periodísticos de TF1 son, según analistas, el factor más determinante para establecer la agenda política nacional, en especial durante campañas electorales.
Unos ocho millones de personas ven los programas periodísticos de TF1 todos los días. Hace dos años, la atención prestada por este canal a un supuesto recrudecimiento de la delincuencia contribuyó a la reelección del presidente Jacques Chirac.
El repentino poder obtenido por este fabricante de armas y abierto simpatizante de la derecha francesa desató un nuevo debate sobre la influencia de las empresas privadas en la prensa.
Pocos días de convertirse en el más poderoso editor de la prensa francesa, Dassault, amigo de Chirac, anunció que participaría en la determinación de la política editorial de sus periódicos. Y el partido del presidente le hizo un lugar para competir por un escaño en el Senado.
«Mis diarios deberán difundir ideas sanas», dijo el empresario, sin especificar qué distingue, para él, las noticias sanas de las noticias enfermas.
Algunos diarios regionales ya son un escaparate de la familia Dassault. Su hijo Olivier es el alcalde de la pequeña ciudad de Corbeil, en la región de Essone, cerca de París, y también controla el principal diario de la región, Le Republicain.
Olivier Dassault convirtió el periódico en un portavoz de su sector político, a tal punto que la oposición lo bautizó «el Pravda de Essone», en alusión al portavoz del Partido Comunista de la disuelta Unión Soviética.
Los empleados de Le Figaro, diario conservador leal a Chirac, temen un giro aun más pronunciado a la derecha bajo la égida de Dassault. «Tememos lo peor», dijo un periodista.
Las declaraciones de Dassault sobre sus intenciones de influir sobre la línea editorial de Socpresse fueron «preocupantes», advirtió el sindicato de L’Express (SDJ, por sus siglas en francés).
Tal actitud sería «incompatible con la tradición de independencia y libertad de expresión de L’Express», sostuvo el SDJ, que se comprometió con el mantenimiento de tal tradición.
Los temores van más allá de las salas de redacción.
El director del diario izquierdista Liberation, Serge July, recordó en un editorial que el Estado es el principal cliente de la industria militar de Dassault.
«Razones básicas de democracia sugieren que a las empresas que obtienen la mayor parte de sus ingresos de contratos públicos debería prohibírseles ejercer influencia sobre la prensa», escribió July.
Una fusión entre Socpresse y TF1 constituiría una concentración de medios de comunicación en manos de un imperio corporativo militar único en Europa, advirtió el periodista. El actual propietario del canal es la empresa de obras públicas y de telecomunicaciones Bouygues.
«El poder económico e ideológico ejerce un inaceptable control de la prensa. El establishment político francés y las instituciones europeas deben asumir su responsabilidad y detener este control», dijo el secretario general del Sindicato Nacional de Periodistas, François Boissarie.
July exhortó a la Comisión Europea, rama ejecutiva de la Unión Europea, a intervenir para detener la creación de un cartel de publicidad que constituiría una «amenaza capital» para la competencia.
La fusión entre Socpresse y TF1 crearía un oligopolio publicitario, pues el canal concentra más de la mitad de la facturación televisiva y los periódicos de Dassault cerca de 20 por ciento de la de prensa.
Pero estos toques de alerta serán, seguramente, ignorados. Dassault asumió el control de Socpress luego de que la propia Unión Europea avaló sus intenciones. Además, el empresario es amigo de Chirac desde hace 40 años.
Fue el padre de Dassault, Marcel, quien apoyó a Chirac en sus primeros pasos en la política.
Pero la identidad entre Le Figaro y Dassault es natural. El diario es un bastión de la derecha desde su fundación en 1826, y ese perfil se acentuó después de la segunda guerra mundial (1939-1945) y más aún cuando lo compró el empresario Robert Hersant, en 1975.
Bajo la dirección de Hersant, encarcelado en 1945 por colaborar con la ocupación nazi y condenado a 10 años de cárcel por «indignidad nacional», Le Figaro se convirtió en una herramienta de los intereses políticos de Chirac.
«Pida a mis periodistas cualquier cosa. Ellos lo harán», le dijo Hersant a Chirac durante una campaña electoral.
El fallecido Philippe Habert, editor de las páginas de opinión de Le Figaro en los años 80, se casó con Claude Chirac, hija del presidente y hoy su asesora en materia de relaciones públicas.
Mientras, el primer ministro italiano Silvio Berlusconi controla la televisión privada de su país y la usa para sus propósitos políticos..
A comienzos de este año, el gobernante Partido Socialdemócrata alemán compró el principal diario izquierdista del país, el Frankfurter Rundschau, que estaba al borde de la quiebra.
En Gran Bretaña, la familia Barclay, dueña de un imperio hotelero, compró The Daily Telegraph, el diario formato sábana más vendido del país. Los hermanos Barclay prometieron no inmiscuirse en la línea editorial del periódico.