Gabriel García Márquez dijo una vez que el periodismo era el mejor oficio del mundo. El escritor colombiano, que realizó esa declaración histórica en 1996, durante la 52ª Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa celebrada en Los Ángeles, no podía saber entonces la situación a la que llegaría el periodismo español durante los últimos […]
Gabriel García Márquez dijo una vez que el periodismo era el mejor oficio del mundo. El escritor colombiano, que realizó esa declaración histórica en 1996, durante la 52ª Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa celebrada en Los Ángeles, no podía saber entonces la situación a la que llegaría el periodismo español durante los últimos tiempos. Quizá García Márquez tuvo la suerte de no escuchar nunca la COPE, de no leer jamás La Razón o ABC o de no haber visto un solo debate de La Sexta o Intereconomía. Recordemos a García Márquez como una leyenda aferrada a un concepto puro del periodismo.
Le cuento todo esto porque la Audiencia Provincial de Madrid ha absuelto a Federico Jiménez Losantos de un delito de calumnias. Y ha sido absuelto pese a que la Audiencia considera que el discurso del locutor estaba repleto de «calificativos abiertamente insultantes y despectivos». Un discurso emitido por la cadena COPE entre 2006 y 2007 en el que Losantos arremetía contra el comisario Juan Jesús Sánchez Manzano, jefe de los TEDAX, los agentes encargados de desactivar explosivos durante el 11-M.
El periodista acusó al policía de «encubrir las pistas que pudieran llevar al esclarecimiento de la masacre, tapando todo lo que pudiera llevar a ETA e inventándose la pista islámica». Y de «ocultar la prueba fundamental durante tres años». Y de «ser una pieza en la trama dedicada a crear pruebas falsas». Acusaciones terribles, que la sentencia del 11-M desmontó por completo. Pero el daño ya estaba hecho: la vida del comisario quedó hundida por el cúmulo de calumnias, por la presión mediática, por el mancha que algo queda. Losantos destrozó la vida, profesional y personal, de Sánchez Manzano.
La audiencia reconoce que Jiménez Losantos llegó a imputar «delitos graves» al comisario, y «que no es difícil imaginar el daño y el sufrimiento que semejante persecución en los medios puede causar a un servidor público en su buena fama y prestigio profesional». Pero absuelve al autor de las calumnias, al insultador profesional, al periodista difamador.
Barra libre. Calumnie, insulte, falte a la verdad y al respeto, destroce la existencia de otras personas… pero hágalo siempre desde la impunidad del periodismo, ese burladero que nos protege de la ley. ¿La mejor profesión posible? Depende. «Los periodistas deberían hacer un minuto de silencio para reflexionar sobre su responsabilidad», dijo el mismo García Márquez que un día creyó en el mejor oficio del mundo.
Fuente original: http://www.cuartopoder.es/telematon/barra-libre/5843