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El problema de las divertidas series de Televisión

Fuentes: Rebelión

Entre los temas a discutir sobre la programación de TV hay uno que destaca y llama la atención, el tema de las nuevas series de TV norteamericanas sumamente famosas sobre médicos, abogados, investigadores forenses, entre otras. Esto es evidente si tenemos en cuenta que muchos de estos programas tienen gigantescas audiencias en EEUU, son vistas […]


Entre los temas a discutir sobre la programación de TV hay uno que destaca y llama la atención, el tema de las nuevas series de TV norteamericanas sumamente famosas sobre médicos, abogados, investigadores forenses, entre otras. Esto es evidente si tenemos en cuenta que muchos de estos programas tienen gigantescas audiencias en EEUU, son vistas en muchos países, son transmitidas por consorcios enormes tales como FOX o SONY y cuentan con altos presupuestos; un ejemplo elocuente es el siguiente, los actores estrellas de la serie ER sala de emergencias cobran 1 millón de dólares por capítulo, igualmente así fue en los últimos tiempos de la serie Friends, esto da una idea de las fabulosas sumas de dinero que estas series generan por concepto de publicidad.

Muchas de estas series reflejan algunos aspectos de la sociedad norteamericana, vicios y virtudes, destacando el papel jugado por algunas profesiones o por la familia, incluso en algunos momentos dejan reflexiones críticas sobre la sociedad urbana actual. Pero hay un detalle, ¿hasta qué punto estos programas de entretenimiento reflejan fielmente la realidad y son imparciales o críticos?, esto es bueno preguntárselo porque son producciones de enormes monopolios mediáticos como FOX y SONY fundamentalmente, y cuesta creer que estas empresas capitalistas les importe algún fin altruista o educativo, estamos hablando de las industrias culturales monopólicas y por lo tanto con intereses imperialistas, formando parte de todo un sistema de producción ideológica cuyo fin esencial es el mantenimiento del status quo.

En este sentido hay que determinar de que manera estas series pueden impactar ideológicamente sobre el público, para eso proponemos unas hipótesis en base a estudios que han hecho algunos intelectuales sobre la programación audiovisual.

Hay que destacar que la mayoría de estas series reflejan realidades escatológicas, sucias o lamentables, por ejemplo, si observamos una serie policial o de investigación forense lo que salta a la vista es una variedad permanente de crímenes, asesinatos que son necesarios resolver; si se trata de una serie médica, se destacan la presencia de múltiples enfermedades o accidentes que en muchos casos pueden ser mortales, los cuales también deben ser resueltos por médicos muy capaces; si la serie en cuestión se trata de una familia promedio, nos encontramos entonces con la presencia de un hijo drogadicto o una hija promiscua, o un esposo machista y una esposa alcohólica, o un matrimonio al borde del divorcio, es decir toda una realidad social patológica y ruin.

Ahora bien, de que se trata todo esto, si bien es cierto que estos hechos son realidades presentes en muchas de las sociedades occidentales, se trata fundamentalmente de elementos que buscan expresar la realidad social norteamericana, entonces vemos una sociedad maniquea donde hay una comunidad con males profundos pero hay instituciones pulcras, buenos policías e investigadores honestos, excelentes médicos sacrificados en un sistema de salud que da respuesta a «todos». Por otro lado puede ser que nos encontremos con una sociedad que esta bien sustentada, pero se ve afectada por un conjunto de personas corrompidas, el sistema no tiene la culpa se trata de la existencia de personas «malas». Muchas de estas series tienen por consiguiente un fin apologético al modo de vida norteamericano, que es bueno y ejemplar, pero se ve afectado por algunas personas criminales e inescrupulosas, que por supuesto no son expresión o la otra cara de la moneda del modo de vida norteamericano, sino que se trata de individualidades al margen de la ley del «buen Sistema».

Pero esto es tan sólo parte de la apariencia ideológica, hay elementos más profundos y sutiles, pero que son efectivos en la perpetuación del status quo.

Por ejemplo, utilizando una argumentación dada por Ramonet (2003) para explicar los efectos ideológicos del cine catastrófico, podemos inferir que la proyección permanente a través de las series de TV de contenidos dramáticos, lamentables, escatológicos, infelices o estresantes buscan crear en el espectador la sensación y la seguridad que vive en el mejor de los mundos posibles, porque el individuo no ha sufrido ninguna de las experiencias negativas que se expresan en dichas series: nunca le han metido un tiro, tuvo un accidente automovilístico pero no le pasó nada, nunca le han matado a un hijo, la peor afección que ha tenido es una alergia, nunca ha tenido un familiar intoxicado con heroína, nunca su hija ha sido violada por un equipo de baloncesto, etc. Esta sensación de vivir en el mejor de los mundos posibles, crea entonces en seno de los espectadores una actitud pasiva frente a una sociedad que ciertamente esta plagada de contradicciones sociales profundas.

Por otro lado, la proyección continua, permanente por parte de estas series de TV de diversas y múltiples realidades negativas, hace que las mismas prácticamente se tornen como «habituales» y peor aun «naturales», es decir, es normal la presencia de la delincuencia, que se va hacer la corrupción esta en todos lados, nadie está exento de una muerte violenta o producto de una terrible enfermedad, en fin se cierran los horizontes subjetivos para la construcción de una sociedad radicalmente distinta a la existente en la actualidad, otra forma muy perniciosa del mantener el estado actual de las cosas.

Un último elemento que quisiera considerar, está vinculado con los planteamientos de la técnica teatral de Bertolt Brech. Para este comunista alemán su propuesta consistía en la utilización de diversos mecanismos de distanciamiento tales como los apartes y las máscaras para evitar que el espectador se identificara con los personajes de la escena. Ya que él consideraba la «distanciación», como esencial para el proceso de aprendizaje del público, dado que eso reducía su respuesta emocional y, por el contrario, le obligaba a pensar. Todo esto es precisamente lo contrario de lo que persiguen las series de TV, ya que estas buscan expresar una realidad especular, es decir, pretenden reproducir la realidad social del espectador para que este logre una identificación emocional con los personajes, lo cual impide profundizar todo proceso de reflexión. En este orden, el fin fundamental de las industrias culturales en el seno del Capitalismo no es el aprendizaje del público sino su enajenación ideológica.