Traducido para Rebelión por el propio autor y revisado por Caty R.
El silencio observado por la organización de «defensa de la libertad de prensa», Reporteros Sin Fronteras (RSF), sobre el periodista sudanés, Sami al Hajj, suscita numerosas interrogantes en cuanto a la imparcialidad de la asociación que dirige Robert Ménard. Siempre rápida en estigmatizar, a menudo de manera arbitraria, ciertos países en el punto de mira de Washington tales como Cuba, Venezuela y China, RSF ha ignorado completamente el calvario sufrido por al Hajj, que trabaja para la cadena de televisión qatarí Al Jazeera.1
El 22 de septiembre de 2001, Al Jazeera mandó a un equipo de periodistas, del cual formaba parte al Hajj, a investigar sobre el conflicto de Afganistán. Después de 18 días de reportaje, el grupo se retiró a Pakistán. En diciembre de 2001, al Hajj volvió allí con sus colegas para cubrir la investidura del nuevo gobierno afgano. Pero, antes de que pudiera alcanzar la frontera, la policía pakistaní procedió al arresto del periodista sudanés, liberando a los demás miembros del equipo qatarí.2
Entregado a las autoridades estadounidenses instaladas en Afganistán, al Hajj iba a vivir una verdadera pesadilla en la base aérea de Bagram. «Fueron los peores [días] de mi vida», testificó. Confesó que sufrió abusos sexuales y amenazas de violación por los soldados norteamericanos. También lo torturaron gravemente durante largos meses. Padeció múltiples malos tratos. Lo obligaban a ponerse de rodillas en el suelo durante varias horas. Los perros lo acosaban y lo agredían constantemente. El periodista sudanés también fue encerrado en una jaula y puesto en un hangar para aviones glacial. Explicó cómo sus verdugos le arrancaban los cabellos y los pelos de la barba uno por uno. Sus guardias lo golpeaban regularmente y durante más de cien días no lo dejaron lavarse mientras que su cuerpo estaba cubierto de piojos.3
El 13 de junio de 2002, Sami al Hajj fue enviado a Guantánamo. Durante el vuelo, lo mantuvieron encadenado y amordazado con una bolsa sobre la cabeza. Cada vez que el cansancio lo vencía, sus guardias lo despertaban violentamente con golpes en la cabeza. Antes de su primer interrogatorio, no le permitieron dormir durante más de dos días. «Durante más de tres años, la mayor parte de mis interrogatorios tenían como objetivo hacerme decir que hay una relación entre Al Jazeera y Al Quaeda», relató a su abogado.4
En el territorio cubano que Estados Unidos ocupa ilegalmente, el reportero sudanés no recibió atención médica ni para un cáncer de la garganta que sufrió en 1998 ni para el reúma que padece. Lo golpearon en las plantas de los pies y lo intimidaron con perros amenazantes. Fue víctima de humillaciones racistas y nunca le autorizaron a disfrutar de los tiempos de recreo a causa de su color de piel. También fue testigo de la profanación del Corán en el 2003 y, con sus compañeros de cárcel, se puso en huelga de hambre. La reacción del ejército estadounidense a la protesta fue sumamente violenta: lo golpearon y tiraron por las escaleras, hiriéndolo seriamente en la cabeza. Luego lo aislaron antes de ser trasladado al Campo V, el más severo de todos los centros de detención de Guantánamo, donde lo clasificaron al nivel de seguridad 4, nivel que es sinónimo de las peores brutalidades.5
Este testimonio, abrumador para la administración Bush que se niega todavía a otorgar el estatuto de prisioneros de guerra a los detenidos de Guantánamo, se agrega a dos declaraciones hechas por otras víctimas a Amnistía Internacional, igualmente acusadoras.6 No obstante, sólo constituyen la parte visible del iceberg. En Guantánamo, el crimen es doble: Estados Unidos inflige las barbaries más inhumanas a personas secuestradas sin pruebas formales, y ocupa por la fuerza una parte del territorio de la nación soberana de Cuba.
La colusión entre RSF y Washington ya se ilustró en el caso del cámara español José Couso, asesinado por los soldados de la coalición. En un informe, la entidad parisina había exonerado de toda responsabilidad a las fuerzas armadas estadounidenses a pesar de las flagrantes pruebas. La connivencia entre RSF y el Departamento de Estado norteamericano era tal que la familia del periodista denunció el informe y pidió a Ménard que se retirara del asunto. La complicidad es también evidente en el caso de Cuba, donde RSF transforma a agentes subvencionados por Estados Unidos en «periodistas independientes», mientras que la información sobre este tema está disponible y es incontestable.7
Las autoridades estadounidenses se alegran de los informes tendenciosos de RSF y los utilizan incluso en su guerra propagandística contra Cuba. Michael Parmly, jefe de la Sección de Intereses Norteamericanos en La Habana, afirmó que el 20% de los periodistas encarcelados en el mundo «se encuentran en Cuba. Reporteros sin fronteras estableció recientemente una clasificación de 164 países para la libertad de prensa; Cuba fue clasificado penúltimo justo delante de Corea del Norte».8
Puesta en tela de juicio por su estigmatización de Cuba a partir de elementos factuales equivocados y por su alineación con el punto de vista estadounidense, RSF intentó responder a las acusaciones. Pero la falta de coherencia del comunicado así como las palabras contradictorias observadas no hicieron sino reforzar las sospechas. En efecto, Ménard no ha dado explicaciones sobre los vínculos dudosos y las diversas reuniones de su organización con la extrema derecha cubana de Florida. El secretario general de RSF hasta hace alarde de su admiración por Franck Calzón, presidente del Center for a Free Cuba, organización extremista financiada por el Congreso de Estados Unidos. «Hace un trabajo fantástico a favor de los demócratas cubanos», aseguró al respecto.10 Después, RSF tuvo que confesar públicamente que percibía financiación de este mismo Centro.11
De la misma manera, RSF recibió emolumentos por parte del National Endowment for Democracy, organismo que depende del Congreso y que se encarga de promover la política extranjera estadounidense.12 Esta financiación ocasiona un conflicto de intereses en el seno de la organización francesa, poco dispuesta a denunciar las tropelías cometidas por uno de sus mecenas, a saber el gobierno de los Estados Unidos. Antes de la publicación del testimonio divulgado por Amnistía Internacional, Ménard hubiera podido pretender ignorar la existencia de Sami al Hajj. Pero, a pesar de la fuerte mediatización internacional de estos nuevos casos de tortura en la base naval de Guantánamo, RSF aún no se ha dignado interesarse por este escándalo y se ha refugiado en un mutismo revelador.
La censura de este nuevo caso de grave violación de la libertad de prensa cometida por la administración Bush sólo confirma un poco más el doble discurso de Reporteros Sin Fronteras. Mientras la organización se ensaña de manera desmesurada contra Cuba, mientras que los casos evocados están muy lejos de ser convincentes, permanece silenciosa sobre un flagrante atentado contra la integridad de un periodista, encarcelado y torturado sólo porque trabaja para la cadena qatarí Al Jazeera, extremadamente influyente en el mundo árabe y poco complaciente con Washington. La credibilidad de la organización de Ménard, ya fuertemente quebrantada por su trato parcial y sus vínculos con el gobierno de Estados Unidos, está cada vez más débil pues tales omisiones comparadas con la recurrencia obsesiva de ciertos temas como Cuba no pueden ser pura casualidad.
Notes
1 Amnistía Internacional, » USA : Who Are the Guantanamo Detainees? Case Sheet 16 : Sudanese National Sami al Hajj «, 11 de enero de 2006. http://web.amnesty.org/library/index/ENGAMR512072005 (sitio consultado el 14 de enero de 2006).
2 Ibid.
3 Ibid.
4 Ibid.
5 Ibid.
6 Amnistía Internacional, » USA : Days of Adverse Hardship in US Detention Camps – Testimony of Guantánamo Detainee Jumah al-Dossari «, 16 de diciembre de 2005. http://web.amnesty.org/library/Index/ENGAMR511072005 (sitio consultado el 14 de enero de 2006) ; Amnistía Internacional, » USA: Who Are the Guantánamo Detainees? Case Sheet 15: Yemeni National Abdulsalam al-Hela «, 11 de enero de 2006. http://web.amnesty.org/library/index/ENGAMR512062005 (sitio consultado el 14 de enero de 2006).
7 Familia Couso, » La familia de José Couso pide a Reporteros Sin Fronteras que se retire de la querella «, 17 de enero de 2004. www.josécouso.info (sitio consultado el 18 de julio de 2005).
8 Michael E. Parmly, » Speech by U.S. Interests Section Chief of Mission Michael Parmly Marking the 57th Anniversary of the UN General Assembly’s Adoption and Proclamation of The Universal Declaration of Human Rights «, United States Interest Section, 15 de diciembre de 2005. http://havana.usinterestsection.gov/uploads/images/H6d6TbvWetXZoCJAPwksLQ/parmly1210e.pdf (sitio consultado el 29 de diciembre de 2005).
9 Reporters sans frontières, » Pourquoi s’intéresser autant à Cuba ? La réponse de Reporters sans frontières aux accusations des défenseurs du gouvernement cubain «, 6 de julio de 2005. www.rsf.org/article.php3?id_article=14350 (sitio consultado el 15 de julio de 2005).
10 Salim Lamrani, Cuba face à l’Empire : Propagande, guerre économique et terrorisme d’Etat (Outremont, Québec : Lanctôt, 2005), pp. 88-89.
11 Reporters sans frontières, op.cit.
12 Ibid.